Por Eugenia de Chitzoff (*)
Muy buenas noches mis queridos alumnos
virtuales. Damos comienzo a una nueva clase 2.0 de comportamiento en las
instalaciones deportivas para uso de partidos. Como les digo siempre, uno puede
asistir a una función de ballet o ir al cine y solo tiene que sentarse para
disfurtar el espectáculo. Pero no así en el mundillo del fútbol, no mi querido.
En este deporte si uno demuestra desconocimiento le puede jugar en contra. Lo
pueden acusar de ser mufa o de ser un infiltrado. Esto último le podría llegar
a crear algunos inconvenientes, como el que puedan embarazarlo en la tribuna o
bien que coma con sorbete en lo que resta de la década. Es por ello que
estamos aquí. Para abrirle el cráneo e incorporarle conocimiento, para luego
suturarlo con los puntos de la práctica. Hoy tenemos un tema que es eje de
debate en todos esos programas de futbol que usted mira. El tema son los
árbitros.
Hoy por hoy la justicia está siendo
cuestionada en diversas formas. Desde los jueces de la Corte hasta el árbitro
ese que nos amonesto al nene en un partido de la categoría 2005 en un torneo infantil.
Bien, nosotros nos vamos a dedicar a los árbitros. Hoy por hoy su labor es más
que cuestionada, ya que dichos colegiados imparten una justicia que deja bastante
que desear. Eso es porque están mal capacitados, o no tienen la destreza física
necesaria para seguir las jugadas de cerca o bien porque son unos bomberos
hijos de re mil putas.
Usted, mi estimado pupilo, debe partir
de la siguiente base: el árbitro está para cagarlo. No importa si el árbitro es
Juan Carr, Gandhi, el Padre Farinello. El juez está allí para romperle bien el
recto a su equipo y a usted. Esa es la premisa básica que manejan
todos los concurrentes a un estadio a ver a su equipo. Si usted piensa que el árbitro
puede equivocarse, que es humano o cualquier otra cosa, le recomiendo buscarse
otro deporte como el ajedrez o el ludo matic. En el fútbol, el árbitro es el
culpable de todo, hasta de que su equipo haya sido arrasado económicamente por los piratones de la comisión directiva.
Puede ser que el árbitro sea el mejor
del país. Que haya sido parte del mundial y que sea de lo más capacitado. Nada
de eso importa. Si usted no es hincha de los equipos grandes la cosa es peor, si es de un equipo grande también.
Veamos el siguiente cuadro comparativo, donde en la primera columna encontrará el cuadro del aficionado y en la columna de la derecha, su pensamiento inmediato para con el arbitro:
Usted me dirá: “¡Eso es ser
prejuicioso!”. Y si mi querido alumno ingenuo. El 99,99% de los hinchas no
analiza ni por asomo una jugada. Si usted quiere hacerlo esta en todo su
derecho pero le recomiendo que vaya a mirar tenis, que tiene el ojo de halcón y
todas esas cosas que le quitan pasión al deportey qu eno lo dejan a uno gozar en paz al compañero de trabajo. Porque no es lo mismo que un
señor con chomba pique diga, “Ah, esa pelota pico afuera, el ojo de halcón nos
ilumino” a ver un gordo transpirado con el primario incompleto y el
comedor en ruinas gritando y puteando: “Esa pelota pico adentro referí y la cajeta de tu
señora”. Bien, a modo de ejemplo, le
dejo el siguiente cuadro.
Espero que esta clase los haya iluminado
un poco. El árbitro puede llegar a darnos cuatro penales y a expulsar a 3
jugadores del rival. Pero no hay que agradecerle, no, no, no. Eso lo ha hecho
porque seguramente nos ha cagado en partidos anteriores o bien lo hará en un
futuro. Bien, mis queridos alumnos, nos
vemos la próxima clase, estudien. Besitos.
(*) No confundir con Eugenia de Chikoff, esta es Eugenia de
Chitzoff, alguna tía lejana del ex jugador de Central, Colón, entre otros. No sea olfa, esto no es de verdad.
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