"Agnósticos y creyentes, proletarios y bacanes" de Osvaldo Bayer.
En las dos primeras décadas del siglo, en apenas una
generación, el fútbol se había acriollado definitivamente, igual que los hijos
de los inmigrantes europeos. En cada barrio nacían uno o dos clubes. Se los
llamaba ahora Club Social y Deportivo, que en buen porteño significaba
"milonga y fútbol".