Tal vez muy pocos sepan que Noyaga del Este, salió campeón del mundo al
quedarse con el Mundial de Brasil 2014. Si, si, le hablo del mundial de futbol,
ese que se quedó Alemania a costa de las malas definiciones de nuestros
delanteros. Pero todo fue un engaño, en
realidad no fue el selecciono teutón el que se alzó con la Copa del mundo, tan
solo fueron los intermediarios. El verdadero ganador fue Noyaga del Este o eso
es lo que creen sus habitantes, un pequeño país asiático de apenas 50.000
habitantes. Este país está gobernado por el puño de hierro de su dictador Tim
Ho Tul, desde hacía tres décadas. Como toda dictadura: censura, desinformación
y viles mentiras. Los noyaguenses
estaban creídos que eran una potencia no solo militar, sino deportiva. Todo en
base a mentiras del gobierno, quienes con videos falsos, noticias ficticias y
con total apoyo de la radio y TV. Además del bloqueo sistemático de internet.
Con tal maquinaria propagandista, el desempeño de los “heroicos atletas”
siempre era exitoso, quienes no eran más que simples actores que por miedo a la
cara de Tim Ho Tul se hacían pasar grandes deportistas y eran condecorados como
héroes nacionales.
Pero como en toda dictadura, la información del “mundo exterior” se
filtraba de todas formas para dolor de cabeza de los miembros del partido,
simple títeres del todo poderoso mandamás. Noyaga tras una sangrienta guerra se
dividió en dos: por un lado el Este y por el otro el Oeste. Como en toda guerra
de división, ningún país gana, pero el Este se había quedado con la belleza
natural de los montículos naturales de tierra del Pindapoy, los cuales eran
visitados por miles y miles de turistas todos los años. Esa maravilla natural
era el principal sostén económico del país pero también era la piedra en sus
zapatos por como venía la información a contaminar las mentiras
gubernamentales. Por ello, los guías turísticos tenían terminantemente
prohibido hablar con los turistas, así como también los empleados de los
hoteles, taxistas y cualquier ciudadano de Noyaga. Pero de todas formas siempre
algún turista hablaba de más y un noyaguense escuchaba de más. Tal fue el caso
del argentino, Roberto Scaramuzza, quien se puso a hablar con un empleado del
hotel sobre fútbol, del Diego, de Messi y de otros tantos jugadores que son
carta de representación argentina en el mundo. Justo cuando Roberto estaba por
mostrarle una foto de Maradona al chico de la recepción, tras no poder creer
que no lo conozca, fue apresado por la policía y llevado al calabozo acusado de
“intromisión en asuntos internos de Noyaga del Este”. Delito que era pagado con
la horca o con la deportación, porque en el gobierno de facto no se andaban con
medias tintas.
“Maradona… Messi”. Se quedó pensando Tim Ho Tul, el líder supremo cuando lo
pusieron al tanto de la detención del argentino. “Ya ganamos varias medallas de
oro, la Copa Davis, nos falta ganar un mundial de fútbol”, dijo el dictador
pensando en voz alta. Ordeno traer al argentino recién detenido y a tres
editores de videos y al ministro de casting del pueblo para elegir a los que
harían de jugadores.
Le trajeron a Roberto Scaramuzza, quien a pesar de haber estado en un
calabozo de dos por dos, estaba de punta en blanco. El dictador hizo salir a
los soldados y se quedó a solas con el argentino.
—Roberto Scaramuzza, casado, dos hijos —Tim leía lo que parecía ser un
expediente—, está acusado de intromisión en asuntos internos de nuestro amado
país, y seguramente se le aditara el cargo de conspiración.
Roberto lo miraba muy tranquilo, demasiado tranquilo.
—Lo hice traer acá porque necesitamos su colaboración si es que no quiere
irse a la horca.
— ¿Qué pretende de mí?— por fin abrió la boca el argentino.
—Usted conoce mucho de futbol y nosotros queremos ser los próximos
campeones mundiales —dijo seriamente el líder supremo, mientras se paseaba con
las manos entrelazadas sobre sus nalgas—. Ya fuimos campeones en muchas
disciplinas llevando adelante y por sobre todo la hermosa bandera blanca de
nuestra nación…
—Si, en base a videos truchos… —interrumpió Roberto.
— ¿¡Como dice!? —la cara de Tim Ho Tul se puso roja de furia.
—Lo que oyó, mucha gente ya se está dando cuenta de esos videos falsos…
—¿Cómo sabe usted eso? ¡Hable! —el dictador ardía.
—Yo no soy Roberto Scaramuzza, ese es un nombre ficticio que utilizo, en
realidad soy un agente encubierto de la Argentina…
—¡Dígame a que viene! —enfureció el tirano mientras sacaba su revólver y lo
apuntaba a la cabeza.
—Vine a que Noyaga del Este sea el campeón del mundo en fútbol.
— ¿¡Qué!? — Tim Ho tul estaba muy confundido y se sentó pesadamente en
escritorio.
—Mi gobierno está interesado en hacer una alianza estratégica con usted y
que la Argentina también represente a vuestro país. Nuestro país tiene mucha
afinidad con usted, además Noyaga del Oeste ha firmado un mismo convenio contra
nuestro archirrival, Brasil. ¿No querrá usted que su enemigo tenga la gloria
mundial? —dijo Roberto clavándole la mirada a Tim Ho Tul, este movía la cabeza
afirmativamente— Claro, esto a cambio de una suma de dinero y mi vuelta a
Buenos Aires sano y salvo.
— ¿Y cómo haríamos?
—Es sencillo, nosotros vamos con nuestro equipo, ganamos el mundial y le
traemos la Copa. Usted no tendrá que mentirle a su pueblo y esto generara un
impacto mundial cuando lo vean a Messi ofrendándole la Copa a usted, al líder
supremo de Noyaga del Este.
— ¿Cómo sé yo que usted no me está mintiendo? —dijo ya más calmo el
dictador.
—Mire —dijo Roberto mientras sacaba de la billetera una foto de Diego
Armando Maradona— nosotros usamos una camiseta azul…
— ¿No era celeste y blanca?
—No siempre, pero para esta ocasión usaríamos una celeste y blanca, el
celeste por los colores de Argentina y el Blanco por la gloriosa bandera de
Noyaga del Este.
—Es un trato—dijo el mandamás mientras se ponía de pie—, pero mientras dure
el mundial y hasta que venga Messi usted se quedara acá recibiendo nuestra
hospitalidad, no es por desconfianza, pero necesito estar seguro que no me
estafará.
—Eso no podrá ser posible, Messi y los jugadores no deben saber que yo
estoy detrás de todo esto, son protocolos del gobierno.
—Entonces por lo menos se quedará hasta que finalice el mundial y nos
hayamos cerciorado que Argentina se quedó con la Copa del Mundo. Si Argentina
no sale campeona, a usted lo fusilamos por embustero.
Roberto acepto a regañadientes, pero estaba jugado. También accedió muy a
su pesar a participar del discurso central de Ti Ho Tul, en donde el dictador
lo presento a una masa jubilosa como un enviado del “amigo y aliado” gobierno
argentino, habló maravillas de la gestión y del convenio de que Argentina iba a
representar al país en el mundial. Le molestó mucho, pero no dijo nada, cuando
le toco el orgullo argentino y dijo que los futbolistas noyaguenses son tan
buenos que decidieron que los argentinos a pesar de ser inferiores los
representasen. Presentó a Messi como el nieto de un inmigrante de Noyaga del Este
y todos los delirios que suelen tener los dictadores.
El mundial comenzó, Argentina iba avanzando, a los ponchazos pero avanzaba.
Tim Ho Tul no se perdía ni un partido de Argentina, los miraba junto con su
comitiva y, obviamente, Roberto, quien en cada partido sudaba por litros. El
líder no se quiso perder el partido de semifinales de Alemania contra Brasil,
sobre todo porque recordaba que Scaramuzza le había dicho que Brasil y Noyaga
del Oeste habían firmado un convenio similar. “No, Alemania no firmo nada con
ningún otro país, ellos son egoístas, no los quiere nadie”, le había dicho
Roberto al dictador cuando este le pregunto tras el quinto gol, si la selección
alemana había firmado algo similar a ellos.
El resultado aplastante de la selección germana por 7-1, provoco que Tim
Ho Tul diese un discurso solo para mofarse de sus vecinos. Argentina al otro
día le ganaba con lo justo en penales a
Holanda y se venía Alemania.
Algo que no había previsto Roberto, era la camiseta que iba a utilizar la
selección alemana y la argentina. La noche anterior rezo e hizo mil cábalas
para que el equipo argentino sea el celeste y blanco y el alemán el negro y
rojo. Al momento del partido, Roberto se quedó helado. Argentina salía de azul
y Alemania de Blanco. Tim Ho Tul enfureció, lo maldijo a Roberto, lo insultó de
punta a punta, quien no podía articular palabra. “Nos traicionaron, nos
traicionaron. ¿Por qué no está el color blanco de la suprema republica de
Noyaga del Este en la camiseta?”. Roberto dijo que esperar, que seguramente era
un mal entendido. Roberto pidió un teléfono para arreglar la situación.
—Hola gorda—dijo Roberto.
— ¿Roberto? ¿Cómo estás? ¿Cuándo vas a volver? —dijo la voz de una mujer
del otro lado de la línea— Hace como dos meses que te fuiste ¿Qué paso?
—Una larga historia, Beatriz. Estoy de reunión en reunión, muchos negocios,
vamos a ver si abrimos una filial acá.
—Los chicos te extrañan.
—Y yo a ellos, deciles que los quiero mucho…
Un griterío ensordeció a Roberto, eran gritos de enojo. Se fijó por un
costado y Götze habia marcado lo que sería el único tanto del partido.
— ¿Roberto, está ahí? ¿Qué paso? ¿Estás viendo el partido también?
—Sí, si, te dejo, los alemanes nos cagaron, los alemanes nos cagaron, chau
Bea, te amo…
Roberto cortó y fue despacio hasta el enorme living del dictador. Toda la
comitiva lo miro, Tim Ho Tul sacó su arma y estaba a punto de disparar, cuando
Roberto empezó a reírse a carcajadas.
—No me lo va a creer mi estimado líder, no me lo va a creer…
— ¿Qué no le voy a creer? Usted nos timó.
—Somos campeones, destape su mejor champaña.
— ¿Cómo dice? Alemania ganó, salió campeona del mundo, nos estafo a
nosotros que somos gente honesta, los argentinos son todos iguales, son todos
ladrones…
—Usted tiene razón, son todos ladrones y por eso tuve que hacer una llamada
de urgencia.
— ¿Cómo dice? Hable o se muere ahora mismo.
—Los argentinos, mi país nos cagaron, nos cagaron oh líder supremo, por
presión de Estados Unidos deshicieron el acuerdo con Noyaga del Este… Yo intuía
que iba a pasar eso, por eso hice una jugada de último momento…
— ¿Qué jugada?
—Hable con los alemanes. Gente del gobierno para ser más preciso, aceptaron
gustosos porque están podridos de los americanos, por eso salieron con la camiseta blanca, con
los sagrados colores de esta bendita nación del Este… ¡Somos campeones
excelentísimo líder! Festejemos.
— ¿Usted no me estará engañando?
—Para nada señor presidente, para nada, en menos de un mes vendrá el mismo
Lahm a entregarle la copa a su amado pueblo.
—¿Pero tan fácilmente aceptaron los alemanes?
—No, no fue sencillo, ahora usted deberá depositarle el doble del dinero en
esa cuenta que le pase el otro día…
Roberto agarro una bandera de Noyaga del Este, salió al balcón presidencial
y la agito ante la algarabía de los miles de noyaguenses que habían llegado a
la plaza para celebrar el título.
Toni Schweinheim
Obra Publicada, expediente Nº 510614. Dirección Nacional del Derecho de Autor
Obra Publicada, expediente Nº 510614. Dirección Nacional del Derecho de Autor
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