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El diablo se retiró al infierno pensando que el supremo era un tonto. Ese día hubo fiesta en el infierno, todas las ánimas del abismo gritaron, bebieron y se embriagaron toda la noche. La oscuridad seguía cerniéndose sobre la tierra. . Dios entonces llamo a tres de sus arcángeles. Miguel, Rafael y Gabriel. El señor los miro a los tres, garrapateo unos nombres en una hoja en blanco y se lo entrego a Gabriel.  “Vayan busquen a estos doce hombres que serán nuestro jugadores, no se dejen guiar por las apariencias pues el espíritu no sabe de ello”, les dijo Dios y se marchó.

Los tres ángeles levantaron un vuelo fuerte y se perdieron en la tierra.

Nuntios Dei orbis iter

Al amanecer un grupo de hombres heterogéneos se encontraron en el paraíso. Eran los hombres que había mandado buscar Dios. Era un grupo bastante extraño. Ninguno tenía condiciones de deportistas. Sus físicos eran flácidos. Había gordos, ancianos, escuálidos y varios más que distaban bastante de la condición de “futbolistas”.

— ¿Estás seguro que estos son los jugadores que nos mandó a buscar Dios? —inquirió pensativo Rafael.

—Son ellos, sus nombres coinciden, sus direcciones también —respondió Gabriel.

—El señor dijo que no debíamos guiarnos por sus apariencias —pareció enojarse Miguel

—Ya sabemos eso —comento con una sonrisa Rafael— es que tampoco parecen fuertes de espíritu —dijo mirando hacia un negro que estaba a punto de romper en llanto.

—Dios sabe lo que hace —dijo Miguel

—Por supuesto que si —respondieron a coro Gabriel y Rafael

— ¿Acaso tienen dudas sobre la victoria? —inquirió Miguel.

— ¡Por supuesto que no! — pareció inquietarse Rafael— pero me gustaría poder comprender ciertas cuestiones…

Una voz como de muchas voces lo interrumpió. Un coro celestial de voces graves que infundía respeto y paz a la vez se hizo presente.

—Veo que ya están aquí—Inquirió Dios.

—Señor… —Inquirió Rafael.

—Dime —contesto la voz.

—Quisiera saber cuál es el plan —comenzó a explicarle Rafael mientras miraba al grupo extraño— No es que este dudando, pero quisiera saber ya que siempre quedo como un tonto sin entender nada hasta el final.

—Oh, Rafael — dijo la voz con suma ternura la voz— tu eres el ángel más humano que tengo. Y como tal tienes el don de la curiosidad. Te lo demostrare fácilmente.  David Castro —dijo enérgicamente la voz— dé un paso adelante.

—Aquí estoy —dijo un gordo dando un paso al frente.

—Cuéntame hijo, ¿Cómo es un día en tu vida cuando juegas al futbol? —inquirió Dios.

—Oh… bueno…  Juego los miércoles—comenzó a pensar David con sus 130 kilos— me levanto a las cuatro de la mañana… salgo de mi casa a las cinco. A las siete llego a la facultad. Salgo a las once… este… viajo hasta el trabajo. Me quedo hasta las ocho de la noche. Luego me voy en subte hasta una de las canchas donde jugamos a las diez. Saldré a las once y de ahí vuelvo a casa.

— ¿A qué horas llegas a tu casa?— pregunto la voz.

—Y… a las doce, doce y media.  —Respondió David.

— ¿Y al otro día debes levantarte también a las cuatro de la mañana? —interrogo Dios.

—Sí

—Gracias David, vuelve a tomar tu posición. —Agradeció la voz— Raúl Barbas, por favor sírvase de contar su día cuando juega al fútbol.

—Sí, como no — se adelantó un hombre de unos cincuenta o sesenta años con el cabello totalmente canoso— soy operario, entro a trabajar a las siete de la mañana. Estoy cargando y descargando camiones hasta las siete de la tarde.  De lunes a viernes. Los jueves me junto con los chicos del bar a jugar al futbol a las nueve.

—Trabajo muy cansador el suyo ¿verdad? —dijo Dios.

—Oh si

—Gracias Raúl —dijo la voz— ¿Mutumbe Kobo?

—Sí… sí —musito un africano con lágrimas en los ojos.

—Cuéntame lo mismo por favor Mutumbe —la voz intento tranquilizarlo.

—Oh... es que… yo no tengo trabajo —dijo entre sollozos Mutumbe— sólo juego porque me gusta, juego por…. seis o siete horas… me gusta tanto el fútbol que me hace olvidar del hambre. ¿Pu- Puedo preguntarle algo, oh todo poderoso?

—Oh claro que si —habilito la gran voz.

— ¿Estoy muerto?

—Claro que no —respondió divertida la voz—puedo asegurarte que nunca has estado más vivo.
Una gran sonrisa se dibujó en el rostro del negro.

— ¿Ya has comprendido Rafael o hace falta que llame a alguno más? —inquirió Dios.

—He comprendido todo, padre —respondió contento Rafael.

Y quedaron concentrados en el cielo desde aquel día.

Mientras desde el infierno llegaban noticias, no del todo alentadoras. Lucifer había arreglado ya con veinte de los mejores jugadores de la tierra. Había jugadores del Barcelona, el Milán, el  Bayern Münich, del Manchester, Real Madrid y un sin fin de equipos superprofesionales. Contaba ya con jugadores de todas las nacionalidades, alemanes, argentinos, brasileros, españoles, rusos, holandeses. Había hasta jugadores de Qatar. Lucifer convenció a la mayoría prometiéndoles reinos, mujeres y un sinfín de tentaciones.
Faltaban tres días para el partido.

Hominem in caelo quies
Deus protegit
Sed liberanos a malo


***
(Continuara)
Tercera Parte

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