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Detector de Humo. Porque el humo a veces es perjudicial para la información. Capitulo II
Segunda entrega de esta sección, hoy hay tres articulos. Muchas veces entramos a determinados sitios de los denominados “serios”. Para ver qué pasa con nuestro equipo o cómo anda el rival o para informarnos o para pasar el rato mientras el jefe está encerrado en su oficina. Bien, ¿cuantos titulares de los que vemos son humo? ¿Cuántas veces vimos un terrible titular catástrofe y al ingresar a la nota vemos que no fue más que un bluf? Muchas veces. Bueno casi todas las oportunidades. Prendemos el detector de humo de esta semana y nos marco las siguientes notas.
442, Perfil. 23/02/2014
Titulo fuerte. Uno lo primero que piensa es
que Tevez peló una remera alusiva a Sabella, como suele hacer pero con los
barrios de la Argentina. Uno se mete en la nota, bucea un poco tratando de
encontrar algo violento, pero nada. Se trata solo de un y el título es en
alusión a todos los “gritos” de Tevez que hace el apache y Sabella no le da
bola. Nivel de humo: 45%.
Playfutbol, Infobae. 07/03/2014
Segundo título fuerte. Título que además llama
a la atención. Uno entra a la nota expectante a ver qué miércoles le paso a
Tripodi ¿Cómo de los nervios? ¿O se los bajo Orión? Hay casos en donde hay pérdidas
de piezas dentales por nervios. Pero no seamos ansiosos, entremos a la nota… No
viejo, no hay nada, solo dice que de los nervios se le cayeron los dientes ¿Qué
tiene que ver esto con la interna? No sabemos pero el humo parece que se le
bajo los dientes a Tripodi. Nivel de humo: 75%.
Mientras no eliminen el humo.
Playfutbol, Infobae. 08/03//2014
Otro quilombo más para Bianchi. Blatter
quiere eliminar los penales de las definiciones. Uh pero que cagada, ahora es
al pedo colgarse del travesaño. Vamos a ver que quiere hacer el viejo garca
este. Bueno según la nota a Sepp no le caben los penales, pero no dice que los
va a eliminar sino que les van a buscar una “solución” pero no dice que van a
eliminar los penales, bue mientras no elimine el humo todo bien. Nivel de humo: 67%
Volvió Takahara, en forma de Tailandes.
¿Se acuerdan cuando a Takahara lo apodaron "Van Pasten? Cuando le pego más al pasto que al suelo. Bueno el tema es que por la Copa de Tailandia se enfrentaban dos equipo de los cuales no tenemos ni puta idea, pero se definio porque un jugador emulo a Takahara.
El análisis de la Fecha 6 del Torneo Final «Nietos recuperados 2014» - Copa Raúl Alfonsín. Segunda parte
Por JR (*)
Y bien amigos, heme aquí nuevamente a fin de poder
transmitirles todos los pormenores de esta fantástica fecha que ha resultado la
fecha 18. Fue una gran fecha, donde naturalmente hubo goles. También hubo no
goles, que son los goles errados. Paso de todo en esta fecha 5. Lo mejor sin
duda fue que el conjunto de Matías Almeyda volvió al triunfo frente a San
Martin de Tucumán. Defensores empato contra Atlético Tucumán e Independiente de
Avellaneda perdió contra Independiente de Avellaneda. Por eso Colón sigue puntero y lo siguen de
cerca, San Lorenzo, Godoy Cruz y Estudiantes. Como les decía, la fecha 7 estuvo
llena de emociones. Ahora la vamos a comentar. Gracias radioescuchas de don Pantaleón.
Y Boca le gano a Olimpia de Bahía Blanca. Dos por cero.
Luego Orión le gano por knock out a Ledesma. Lindo club Boca que también
presenta equipo en el boxeo, ese noble deporte. Fue un primer tiempo escaso de
emociones donde el sistema de relojería suizo que tiene el conjunto de Olimpia,
imposibilito a Boca meter el primer gol. Este partido marco la vuelta de Juan Ramón
Riquelme al conjunto de Boca Juniors. Gran partido el del insider derecho. En
el complemento Olimpia parecía más despierto, más agresivo. Pero Boca en Trípode
respondía bien. A los ocho minutos, Sánchez Miñón iba a poner el empate de uno
a cero para Boca. Cuando finalizaba el partido, Juan Ramón Riquelme iba a poner
el dos cero de penal. La Figura: Gran jugador Juan Ramón Riquelme.
Gran goleada de Newell’s y eso que no pudo contar con Maxi Gutiérrez,
citado por Alejandro Sabatella en la selección, aun así pudo golear. Sobre el
final del primer tiempo, Gabriel Heineken puso el uno a cero. En el complemento
Guido Casco puso el segundo, ahí nomás como un mecanismo de relojería, apareció
Cristian Díaz, la hormiga Díaz. Luego descontó Pedro el Escamoso, para luego
darle la estocada final, Luciano Figueroa. La Figura: Gran recuperación del
equipo del Tita Martino, ahora vuelve a estar en el lote de los que pelean
arriba.
Quilmes logro tres puntos trascendentales. En su lucha por
no descender. Naturalmente para conseguir estos tres puntos tuvo que haber ganado
y para eso tuvo que hacer goles y los goles lo hicieron Sergio “el manteca” Martínez
puso el primero y luego aumento Thomas Hitzlsperger. La Figura: Hubo una polémica
entre Alfaro y el árbitro, creo que lo quiso llamar y hacer una cita o que otra
persona lo llamo por teléfono, no entendí ben, naturalmente.
Gano San Lorenzo y el conjunto de Pizzi puede ir por el
tricampeonato, ya está segundo o tercero, no recuerdo bien, pero está allí.
Enfrente estaba Central que no viene bien. Porque no gana, no porque les demore
mucho el micro o el avión por donde viajan. Carlos “el chueco” Luna abrió el
marcador por Rosario Central, el partido se ponía lindo porque Blando iba a
meter el empate antes de finalizar el primer tiempo. En el complemento fue un
partido de ida y vuelta, pero no como esos boletos que uno compra para los
trenes. Así que parecía que terminaba en un empate. Pero apareció otra vez
Blando y puso el 2-1 para que ambos equipos empatasen. La Figura: ¡Qué contento
debe estar el papa Juan Pablo con esta victoria de Olimpia!
Empate sin goles entre estos dos equipos, tal vez se deba a
que Teo Rodríguez estuvo con la selección colombiana y Basanta con la selección
argentina, aunque uno es delantero y otro arquero, así que no sé, pero
empataron en cero, una verdadera lástima no poder ver goles. La Figura: Que
rellenito esta Casiraghi.
(*) No pibe, no es el JR de verdad, e una parodia.
El análisis de la Fecha 6 del Torneo Final «Nietos recuperados 2014» - Copa Raúl Alfonsín. Primera parte
Por el Nene Sanfilippo (*)
Acá me tiene de nuevo mi viejo, corriendo para poder darle
forma a este análisis de porquería antes de que empiece otra fecha. Igual
calculo que para cuando publiquen esta mersada, ya habrán pasado algunos
partidos de la séptima fecha. Estoy podrido, estos muchachos me hacen correr más
que a Buffarini en San Lorenzo. Todo porque ahora hay dos fechas por semana,
pero claro sino no llegan para el mundial: No entiendo porque el torneo tiene
que terminar par mayo. Si de este torneo se tienen que ir Gago, Orión, Maxi Rodríguez
y Banega. Nadie más. Y algún que otro colombiano. Pero contamos hasta ahí.
Encima cuando hay amistosos se van igual, déjense de joder viejo. Total el
boludo de Sanfilippo tiene que correr para terminar el análisis. Hinchapelotas
viejo.
Empate que permitió a permanecer al tope de la tabla. Fue un
primer tiempo bastante tosco, más primitivo que Ruggeri analizando un sujeto y
predicado en una oración. E el complemento llegaron los goles. A los 20 minutos
de esta etapa Cesar Meli puso el 1-0. Parecía que un pujante Colón iba a
sacarle distancia al segundo pero apareció Sigali a los 39 para empatar el
partido. La Figura Todos hablan del Colón puntero pero nadie de su técnico,
gran mérito de este señor desconocido.
Empate que no le cayó muy bien a ambos. Al lobo le está
costando despegar y Atlético Rafaela no puede volver a ser el de antes. El
local empezó mejor y presionaba adelante, después la crema empezó a emparejar
la cosa. Pero el partido se empezó a desinflar como las esperanzas que uno tenía
en Gustavo López al frene del ex Programa de Fantino. Pero apareció Pouso y
puso el 1-0. Parecía que Gimnasia se iba a ir al descanso ganando, pero apareció
Albertengo tras una asistencia de Vera para poner el 1-1. En el complemento el
partido se hizo de ida y vuelta. Pero a la hora de definición tenían más fallas
que los dientes de Azzaro. Así termino. La Figura: Los títulos del Olé con
Albertengo ya me tienen los huevos arrugados al plato.
Aburrido, embolante, tedioso, soporífero, monótono. Ambos tenían
la obligación de quedarse con los tres puntos pero arriesgaron menos que
Gustavo López al momento de irse al peluquero. La Figura: Los oftalmólogos que
trabajaron luego de este partido para calmar el dolor de ojos de ambas
hinchadas.
El primer tiempo fue aburrido. Ya en el segundo tiempo, lo
ganaba el pincha con gol de Román Martínez a los 26; y lo dominaba muy bien
Estudiantes, así como mi señora me domina a mí y no me deja ir con los muchachos
a jugar al póker. Y nuevamente Estudiantes se durmió una siesta cuando parecía que
volvía a los más altos de la punta, apareció el Picante Pereyra y metió el
empate. No hubo mucho más. La Figura: Por como son las cosas sin Verón en la
cancha, yo creo que la Bruja se va a retirar a los 57 años recién.
Lanús iba a tomar el papel de atacante y el Racing de
Mostaza, obviamente el defensivo. Promediando el primer tiempo Barrientos
estampo un tiro en el travesaño, cosa que no le gusto a Merlo, no porque casi
fue gol, sino porque les deben gustar los travesaños, en fin, el granate era
muy superior a Racing y el gol estaba al caer. Y cayo nomas, el mismo
Barrientos iba a rematar desde fuera del área, tras un desvió se metió. Racing
era una sombra. En el complemento, Merlo movió el banco y de a poquito la
actitud fue otra. Sin embargo los jugadores de Racing estaban más desesperados
que Fabbiani en un tenedor libre. Y así se fue el partido. La Figura: Otra vez perdió
Racing. Lo preocupante no es que pierde, porque en ese aspecto hasta el
Barcelona pierde, lo preocupante es que tiene menos juego que un ludomatic sin
dado.
(*) No pibe, no es el Sanfilippo de verdad, es una parodia.
"El monito", de Roberto Fontanarrosa.
Cuentos de Fútbol, Fontanarrosa
Llore Monito, llore. Usted puede. A usted se le permite que
no es vergüenza llorar cuando las lágrimas tienen la pureza recóndita de
aquello que llega desde el corazón que no quiere aflojar ante terceros. Tal
vez, pibe, tal vez Monito, son las mismas lágrimas que, años atrás, no tantos
quizás, usted tuvo que enjugar con el revés de la mano sucia de tierra en el
fondo de la casita del patio con geranios y malvones de barrio Arroyito. Tal
vez son las mismas lágrimas vertidas por la rabia, la impotencia, la vergüenza,
ante el coscorrón justiciero de su viejita laburante cuando usted no llegaba a
la hora establecida para tomar la leche.
¿Cómo iba a entender su madre, Monito, aquel cariño
entrañable por la pelota de fútbol, que lo mantenía lejos de la casa, demorado,
en ese romance infantil con la de cuero, en los yuyales sabios del campito que
no sabía de redes ni de cal, tras de la vía? ¿Cómo podía entender su viejo, pibe,
su viejo, don Telmo, el genovés terco de canzonetta y nostalgia, su noviazgo
purrete con la de gajos y ese lenguaje dulcemente nuestro de los túneles, la
pisada, el chanfle, los taquitos y la rabona? Porque no era, no, una piba
quinceañera, rubia y pizpireta, de ojos celestes como los de la pulpera de
Santa Lucía, lo que a usted le impedía volver en el horario, a gritos reclamado
por su madre. No era, no, Monito, el despertar púber del primer amor enredado
en los últimos giros de un trompo o en la galleta enojo sa del hilo de un
barrilete, el que lo hacía terminar los deberes de la escuela a las corridas y
escapar luego, gorrión ansioso, pájaro encendido, hacia la complicidad abierta
de la calle, el griterío alborozado de los pibes y el llamado seductor de un
taconeo. No Monito, lo suyo era más simple, como son simples las cosas que
nacen del corazón y eluden las frías especulaciones de la mente. No. Lo suyo
era tan sólo la caricia tierna de la capellada de su botín zurdo en la pelota,
el toque, la volea, la suela que aprieta el fútbol indócil y lo convence, lo
persuade, lo amaestra. Lo suyo era el amague, el pique corto, el freno seco, y
el pecho amigo para que allí se durmiera la bella amada cuando caía desde el
cielo como un globo cansado de volar sin rumbo cierto. ¡Mire qué fácil, pibe,
que era aquello! De la misma forma en que el amor, el puro amor, se presenta,
florece y crece como una flor nocturna, como un clavel del aire brotado en la
luminosidad escasa de un pasillo, así creció en usted el sortilegio. Nadie le
enseñó, como no se enseña el dolor ni la paciencia, ni se sabe de dónde surge
el gusto por silbar o el de hablar bajo. Usted ya lo traía impreso, se lo digo,
quizás desde el fondo de la historia de ese barrio que ha visto nacer a tantos
ídolos y guarda en el aire la vibración, el eco, el reverbero de mil goles
gritados en la tarde, atronando el cemento, quebrando la quieta y asombrada
calma de su río. O lo aprendió como se aprenden estas cosas, mirando a los
demás, tratando de atrapar con ojos asombrados el misterio metafísico del
chanfle, la secreta ley física que hace que el balón vaya hacia allá y dé una
vuelta. Por eso, por todo eso, pibe, no se inquiete si lo ven aflojar y su
mirada se empaña como el cristal de una ventana cuando recibe el tamborileo
sonoro de la lluvia. No. Llore Monito, llore. Usted puede. A usted se le
permite.
Así lo soñó usted tal vez, un día, allá, aferrado a la almohada
confidente de su cama, en la casita del patio con geranios y malvones, alguna
de esas noches de verano cuando el calor aprieta y el sueño viene:
Ya está el mago de varita presta. Ya está el ilusionista
sutil que hace creer en cosas que no existen y miente que en el dorso de su
mano se ocultan pañuelos, palomas y barajas. Está en el medio de la cancha y su
eterna enamorada, la pelota, parece que se ha ido y está inmóvil, simula
emprender vuelo y no se aleja, o bien hace creer que se le escapa pero vuelve
bajo la presión apenas ruda de la suela. Ahora el estadio enmudece, el mago
muestra el juego. El Monito arranca y empieza el toque, el pelotazo sabio, el
amague que argumenta una cosa y dice otra. De la zurda precisa del insider
brotan conejos, luces multicolores, toques lujosos, las dos cortas sabidas y
una larga, la cabeza alta, el ojo inquieto. El público se deleita. Ya la metió
de nuevo bajo el pie, la mostró, “ahí la tenés, es tuya” ha dicho, pero no está
más, la sacó, la puso en otro lado, la cambió de lugar, la amarreteó de nuevo.
Allá está el compañero, el wing derecho, no lo ha visto, pero gira y le pone el
pelotazo desde cuarenta metros, en el pecho. Sólo faltan los clarines, los
clarines, las fanfarrias, el galope incesante de los corceles blancos girando
en torno de la cancha y las ecuyères de pie sobre sus ancas.
Así lo soñó usted, tal vez, un día, Monito. Ya el
espectáculo termina y, a pesar de la magia del insider, a pesar de sus moñas y
regates, pibe, a pesar de las cuatro pelotas de gol que usted puso en los pies
del centrofoward, el partido se agosta en la chatura aburrida del empate. Pero
faltaba, nomás, la carcajada. El cierre magistral, la pincelada justa que el
artista deposita por fin sobre la tela e ilumina el azul, aviva grises y
ruboriza la macilencia de los sepias. Faltaba nomás, la carcajada. Ese balón
que llega de atrás, como un balazo. El pecho receptor del entreala tan afecto a
refrenar, mullido, el rebote previsto de la bola. Ya empieza la danza, el giro
sobre un pie para enfrenta el arco y el resbalar mansamente de la globa del
pecho a la rodilla y de allí al suelo. Allí, en la temible ferocidad del área,
allí, donde la puerta de las dieciocho se convierte en muralla pertrechada,
donde hay piernas, codos, tapones alevosos y guadaña, allí la puso en el piso
el entreala. Allí, en esa media luna, en lo que algunos llaman la empanada,
allí donde uno se olvida de la novia, del primer amor, de lo aprendido en la escuela,
de la Vieja, “vení conmigo” le dijo el Monito a su amiga del alma. Y se metió
en el área con pelota dominada.
No sé si hubo un caño o fueron cuatro. Quebró la cintura,
pisó el cuero, pareció en un momento que pateaba, se le vinieron dos, se cerró
el cuatro pero el Monito la llevaba atada.
Tal vez ya no me acuerdo, decime vos si miento, pero quedó
frente al arquero y la puso en un rincón, de cachetada. No el cachetazo mordaz,
el del reproche, sino el empujón cordial, el que te aprueba, la palmada que se
le da a un pibe y se le dice “cruzá que yo te miro”. La pelota entró pidiendo
permiso y ni tocó la red de puro cauta. Luego, el pibe se fue hasta su tribuna
y adentro de su puño apretó el gol, lo abrió de golpe y fue otra vez paloma y
carcajada.
Llore Monito. Así lo soñó usted tal vez un día, en la casa
de malvones y geranios del barrio Arroyito. Y se quedó en sueño nomás, no se
dio nunca.
—¡Tan bueno que parecía de purrete! Nunca llegó a jugar ni
en la tercera. Y en el equipo que se arma en la oficina a veces lo ponen un
rato y otras, nada. Está gordo, pibe, algo pelado. Y me han dicho que ni va a
la cancha.
Roberto Fontanarrosa.
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