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¿Y, cómo anduvo Rodriguez?

Y más o menos, doctor, otra vez perdimos, otra vez me puse mal, me subió la presión

¿¡Otra vez, Rodriguez!? ¿Otra vez?dijo el psicólogo bajando el tono a la segunda pregunta.


Otra vez doctor.

Cuénteme

Lo mismo de siempre Partido malo, aburrido, un error, ellos tienen una y no las mandan a guardar.

Ajá.

Bueno, eso. Otra vez. Yo creo que no es mía la culpa doctor. No es mía, no doctor. Ellos son los que me hacen ponerme así, mal las palabras de Rodríguez  iban subiendo en cuanto a volumen y reproche. Ellos tienen la culpa, no puede ser que no se tomen en serio algo así, pero mire que hijos de ¡hijos de perra!

Puede insultar tranquilo Rodriguez, recuerde que estamos acá para liberar, ayudar y trabajar con eso.

HIJOS DE PUTA, ESO ES LO QUE SON bramó Rodriguez.

Seguimos igual que siempre Rodriguez, no avanzamos nada y lo venimos hablando siempre dijo el doctor mientras anotaba algo en su cuaderno, usted no trabaja, al primer escollo tira todo al demonio

Dígame una cosa doctor Rodriguez hacia pausas buscando las palabras justas ¿Cómo puede ser que usted me diga que no me lo tome en serio?

¿Qué beneficio obtiene usted si su equipo gana?

¿¡Como qué beneficio obtengo!? ¿¡Me lo está pregunta en serio!?

Por supuesto.

Y me da alegría, no sé respondió Rodriguez como comprendiendo tardíamente la respuesta, es sentirse parte de algo maravilloso, si al club le va bien yo soy feliz, es algo que no se puede explicar. La pasión no se explica

Sí, tiene explicación lo cortó el psicoanalista.

Bueno, seguro para usted la tiene, para nosotros no la tiene.

—¿Ustedes?

Si, los hinchas. Es algo que sentimos acá, es más que amor.

—¿Qué le dan a usted si ganan un partido?

Es el amor a un barrio, a los colores

Eso no se lo discuto Rodriguez, pertenecer no tiene precio. Yo hablo de los jugadores. Su ira, su bronca es para con los jugadores. Usted centra su odio en ellos. Se amarga en base a ellos. La culpa es de ellos, nunca del club. A lo sumo de los dirigentes.

Es verdad. Esos hijos de puta no se toman nada en serio, siempre viven de joda, la culpa es de ellos.

¿Es de ellos o de usted? Le recuerdo que ellos sí se lo toman en serio, porque es un trabajo.

Nah, no me joda doctor, si se lo toman en serio, ¿por qué se la pasan fracasando?

Veamos, usted está casado, tiene hijos, un negocio, se da ciertos gustos para usted es un éxito eso ¿verdad?

Por supuesto que sí.

¿Usted se equivocó alguna vez en entregar algún vuelto o dando mercadería?

Sí, un montón de veces.

¿Hubo días en los que no vendió un carajo?

Ufff, sí.

¿Es usted un fracasado?

Rodriguez se quedó en silencio, como meditando sobre esto último. Claro que él no era una luz, pero tampoco un fracasado. Capaz que con los jugadores pasaba lo mismo y la pasión no lo dejaba ver y de paso también se amargaba.

Piense usted un segundo retomo la charla el psicoanalista, un jugador que se equivoca, que pierde el balón o da un mal pase. No lo hace a propósito. O tiene un mal día o una desatención involuntaria como cualquier otro trabajador. Tampoco es producto de que no se tome en serio su compromiso. A él le interesa más que usted ganar, ya sea para cobrar más, o bien para ser transferido a un equipo de Europa.

Rodriguez seguía sin emitir palabra.

Piénselo, trabájelo Rodriguez dijo el profesional mientras se ponía en pie antes de insultar o ponerse colérico contra un jugador, piense que es un tipo como usted, pero que en lugar de vender herramientas, es futbolista. Vamos, trabaje ese punto y nos vemos la próxima.

Rodriguez se levantó, estrecho la mano del psicólogo y cruzó la puerta.  El doctor se inclinó hacia atrás apoyando sus nalgas contra el escritorio. De golpe se levantó para salir un rato al balcón pero justo sonó el teléfono.

Si hágalo pasar dijo, no había terminado de cortar cuando apareció por la puerta un muchachón esbelto de rasgos firmes. Lo saludo con un beso en la mejilla y se sentó.

Doctor, me volvió a pasar, volví a fallar.

Cuénteme.

Conocí a una señorita el sábado y me paso de nuevo. Deje mis responsabilidades por una pollera

Ajá.

El sábado me escape de la concentración y la conocí en un boliche. El domingo jugamos y lo hice horrible, pero no es todo, el martes y el miércoles falte a la práctica porque me fui con esta chica no le hice caso, no prioricé las responsabilidades como usted me dijo, no me lo tome en serio y la verdad doc, me siento culpable

Deme un minutito se excusó el psicoanalista. Se levantó intempestivamente. Cruzó el consultorio, corrió las pesadas cortinas y abrió la puerta de vidrio que daba al balcón, la volvió a cerrar con cierto tino. Miró hacia abajo, suspiro. Tomo un vaso que estaba en una mesita de jardín y saco una botella de whisky que estaba por detrás de una maceta. Se sirvió medio vaso, se prendió un cigarrillo. Hijos de puta, pensó  y volvió a suspirar.
Toni Schweinheim
Obra Publicada, expediente Nº 510614. Dirección Nacional del Derecho de Autor

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