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Por Eugenia de Chitzoff (*)
Muy buenas noches mi estimado alumnado de las gradas tribuneriles. Espero que estén bien. Hoy vamos a continuar introduciéndonos en el océano del conocimiento del tablón. Claro está que estas lecciones están enfocadas en aquellos aprendices que recién frecuentan el ámbito de la tribuna. También puede servirle a usted si necesita pulirse y no quedar como un bobalicón frente a otras personas de mayor experiencia en este noble deporte que es el fútbol. Así como hay usos y costumbres a la hora de sentarse en la mesa, también los hay a la hora de ocupar las gradas de cemento viendo al equipo de sus amores. Así como uno estima que los jugadores saben lo que hacer frente a un avance rival, usted debe saber que hacer en determinada situaciones, a fin de evitar inconvenientes y quedar como un completísimo pelotudo o en el peor de los casos que lo confundan con un infiltrado. Nuestra clase de hoy versa sobre esos queridos asistentes, esos señores que tan grácilmente portan sus banderines y nos marcan si hay un fuera de juego o si la pelota ha salido de los confines de la cancha, entre otras cosas. Vayamos al título de esta lección:

Cómo tratar a los jueces de líneas desde la tribuna.

Bien, usted podría pensar que a los invitados hay que tratarlos cortésmente. Al fin y al cabo, estos “linesman” son donde el brazo de la justicia arbitral se apoya. Pero no nos confundamos, no son invitados estos dos señores. Son potenciales ladrones. Un off side o un tiro de esquina mal cobrados, transforman a estos asistentes en unos grandísimos hijos de mil putas. Así con todas las letras. Estos señores pueden negar el grito de gol a ese amorfo y torpe delantero con el solo hecho de levantar esa banderita del orto que tienen o simplemente es capaz de mirar hacia otro lado cuando el centro forward rival la mete estando cinco metros adelantado. Los jueces de Línea son ladrones silenciosos como los intereses bancarios o como el importe de “service charge” que nos cobran las empresas que se dedican a la venta de entradas de espectáculos. 

Como usted sabrá, el juez de línea no se queda quieto, puesto que recorre toda su banda lateral a fin de seguir las jugadas. Es por ello que usted si quiere comportarse como un verdadero soldado de su equipo dispuesto a entregar toda su energía, deberá corretearlo al costado del alambrado. Es muy importante que usted no sea plateista, porque allí se verá dificultosa su tarea. Puede que se tropiece y caiga dentro del campo de juego, lo cual acarrearía nefastas consecuencias como que medio estadio se le cague bien de risa por su pelotudez atómica, pedazo de estúpido. Entonces, fíjese bien de ese detalle, aparte de que se le rían, puede terminar con lesiones o en una cárcel siendo sodomizado por algún barra brava del rival. 

Mientras usted sigue detenidamente al juez de línea, le recomiendo utilizar las siguientes construcciones:



Es muy importante que no le tire ningún objeto, no lo salive y mucho menos le tire vasitos con orina. Queremos transformarlo a usted en un conocedor de la tribuna, no queremos que se convierta en un barra o en Flavio Azzaro. No, no, no. No se extralimite. Una cosa es el insulto, el improperio. Un “la concha bien de tu madre chupaverga, metete la bandera de canto en el ojete” bien puesto queda bien y es poesía pura, arte, es barato y no lesiona a nadie. Nos vemos en la próxima clase, ciao.

(*) No confundir con Eugenia de Chikoff, esta es Eugenia de Chitzoff.

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