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Sábados de Fontanarrosa. Hoy Martín Fierro, la película.

Tanto acompañar al Renegau en la pampa de papel que unos de los últimos trabajos del Negro Fontanarrosa fue esta pelicula, la del Martin Fierro. Film que se estreno cuando el maestro ya no estaba con nosotros, el 8 de noviembre del 2007 fue su estreno. Obviamente es una recreación adaptada del "Gaucho Martín Fierro" de José Hernández. 

Reparto:
Daniel Fanego ... Martín Fierro
Héctor Calori ... Coronel Machado
Juan Carlos Gené ... Juez de Paz
Claudio Gallardou ... Sargento Benítez
Claudio Rissi ... Sargento Cruz
Roly Serrano ... Gaucho Matrero

Dirección:
 Liliana Romero Norman Ruiz

Ayudante de dirección:
Gabriela Acevedo Gidkov

Dirección artística:
Liliana Romero
Roberto Fontanarrosa (diseñador gráfico)

Producción:
Claudio Corbelli
Horacio Grinberg
Pablo Rovito (productor ejecutivo)
Fernando Sokolowicz (productor ejecutivo)

Martín Fierro: la película

Video extraído del canal de Adriana Verón

El Antiequipo de la semana

 

Arriba: Rubén Dario Insua (Entrenador de San Lorenzo, puteado, antitinelli, bardero); Gabriel Arias (Bardeado y hostigado durante todo un partido, contestador, denunciado, suspendido); Liga Profesional de Futbol (Ente controlado por Tapia).

Abajo: Marcelo Hugo Tinelli (ex presidente de San Lorenzo, antiinsua, sensible); Club Atlético Banfield (Club más irregular que el empedrado de San Telmo); Asociación del Fútbol Argentino (Ente controlado por Tapia).

Selección.

Y se le soltó la correa de distribución a Gabriel Arias. Hizo un gestito a la hinchada de Platense formando un círculo con los dedos pulgares e índice y pasando en reiteradas oportunidades el índice de su otra mano. Este gesto indica: los cogimos, los garchamos, le rompimos el ojete, entre otros sinónimos de hacer el amor. Lo cierto es que a Arias por dicho gesto le cabio la roja y encima lo denunciaron por incitación a la violencia. La fiscalía entendió que Arias con ese gesto llamó a la violencia. En fin, no se justifica lo de Arias, porque es un profesional e internacional pero no es para taaaaaaaaaaaaaaaaaaaanto. Es cierto, y no lo justificamos, pero el arquero durante casi todo el partido fue hinchado las bolas con puteadas por su nacionalidad (a pesar de haber nacido en Neuquén, pero bueno no funcionaba Wikipedia en ese momento), porque su selección no llegó al mundial y lo peor de todo: meterse con su familia. Una cosa es recordar a la progenitora o de la hermana y su vulva durante todo el partido, otra cosa es decir con nombre y apellido los nombres de los hijos y de la mujer. Ahí la cosa se pone turbina. Ahora será suspendido, ya pasó por la comisaría y pidió disculpas.

El caso Banfield es para el diván. Un día le gana a River, y al otro pierde el clásico jugando horriblemente. Es más fácil pronosticar a cuánto va a estar el dólar el año que viene después de las elecciones, que acertar cómo va a salir el Taladro la próxima fecha. Como decimos siempre: los clásicos son partidos aparte, no importa si uno esta último y el otro primero. El Granate venía último y lo jugó como se tenía que jugar. Vivas dispuso al equipo de la misma manera con la que enfrentó a River, salvo que no le salió ninguna y los jugadores estaban viendo qué onda. Recién sobre el final se acordaron que era un clásico, pero ya era tarde. Encima Vivas quedó en el ojo de la tormenta, no solo por el irregular presente y por perder el clásico, sino que por criticar a los hinchas de Banfield. Si, metió a todos en la misma bolsa: que lo putean desde una tribuna y que lo entiende (?) pero que es inadmisible que tiraran proyectiles demorando el partido (cosa en la que tuvo razón ya que cortó a Banfield que venía embalado para empatar). Pero la mayoría se quedó con la mitad de la frase y lo mandaron a la hoguera. Después dijo una gran verdad, sobre todos los hinchas del fútbol argentino (que tiene que cesar la violencia), pero a esas alturas ya nadie le daba bola.

 Ya han pasado varios años de esta coexistencia entre la Liga Profesional de Futbol y la Asociación del Fútbol Argentino y aún no sabemos muy bien para qué sirve la primera, si Tapia maneja todo. En fin, esta semana nuevamente se habló de “suprimir” los descensos, cosa que desmintieron, pero ya sabemos cómo funciona esto, si desmienten, es porque mienten. Siempre se habló, o se hablaba de volver a tener una liga de 20 equipos, a lo sumo 22. Pero la cosa va rotando a medida que pasa el tiempo, los dirigentes de los equipos que están mal en el promedio defienden a muerte el torneo de 28 equipos y eliminar los descensos. Esta postura puede cambiar a la inversa si su equipo no está comprometido con el descenso y le va bien. Esta es una opinión meramente nuestra y con la cual pueden coincidir o no: pero el torneo de varios equipos no trajo “competitividad”, si vemos los últimos campeones, son los de siempre (salvo Colón en la Copa 2021) y todo se emparejó para abajo. Sin desmerecer el laburo de los equipos que están peleando, hoy ganas un partido y ya te prendes en la lucha por el título. Si no miren a River, que en teoría tenía una crisis de la san concha, perdió con Boca, con Banfield y hoy está a 4 de la punta. Ni hablar de la clasificación a las copas. Esto de tener 28 equipos y sin descensos, hizo que la gran mayoría de los equipos en lugar de fortalecerse pensaran en “ma’ si, hacemo’ lo que podemo’ si total no hay descensos”. Pero el remedio que propone la LPF y la AFA es peor que la enfermedad: una “”””” Liga”””” de 30 equipos, divididos en zonas, donde al final 20 jueguen por el título y otros 10 por la permanencia. Deja nomas los 28 equipos. Pero bueno, los que mandan son los billetes de la tele y hasta a ellos no les está gustando el nivel de la Liga. ¿Solución? Adiós promedio, 4 descensos, 2 ascensos por año hasta tener 22 equipos. Pero bueh, es un punto de vista nuestro. 

Se desató una pelea que nadie esperaba: Rubén Dario Insua vs Marcelo Tinelli. En realidad, era esperable, porque la relación entre ambos siempre fue mala. El gallego que puso la trucha en un momento realmente horripilante para el cuervo, se fumó varias puteadas durante el cotejo con River. Hasta que explotó y en una pregunta reflexiva dirigida hacia los hinchas le espetó: “Manga de hijos de puta, ¿por qué no putean a Tinelli que se robó todo?”, poesía nene, poesía.  La cosa es que después le preguntaron al DT sobre sus dichos, y se hizo el boludo. Ojo, que puede pasar que a 50000 revoluciones haya dicho eso y después no se acuerde… pero Marcelo Tinelli se acordó y empezó una demanda por daños y perjuicios. No, no hay remate. Seguramente haya mediación y termine en un acuerdo. Pero hacerle juicio a alguien que vino a poner la jeta en el peor momento deportivo e institucional cuando nadie quería agarrar y vos te fuiste, es medio mucho. No creemos que el Cabezón se la haya llevado toda o que haya tocado un peso, si sobre el final hubo una inutilidad cósmica a nivel dirigencial por su parte. Pero Tinelli no es chorro. Podrá ser mentiroso, puerco, idiota, chorro, pero nunca una estrella porno. Ah, a Insua también le abrieron un acta por incitación a la violencia. Luego el Gallego salió a decir que lo espera a Tinelli para arreglar las diferencias donde y cuando quiera. Fue una mala semana para “responder” en una cancha. 


Yo estaba bien

Horacio llegó como siempre a las 18.50 a lo del psicólogo Sergio Vaccario, saludó a la secretaria como de costumbre y acto seguido se sentó a esperar su turno. Hojeó impacientemente una revista “Caras” de tres años atrás.

Horacio de 45 años bien llevados, a simple vista no parecía tener muchos problemas encima. No necesariamente hay que tener muchos quilombos para acudir a un psicólogo. Él no los tenía. No tenía problemas de personalidad, tampoco de relaciones. Sin embargo se lo notaba apesadumbrado, como si algo reciente le hubiese hecho mucho daño. Ya hacía varios años que concurría a lo del licenciado Vaccario. Se lo había recomendado su mejor amigo y religiosamente iba todas las semanas.

Por fin se había abierto la puerta del consultorio, Vaccario asomo la cabeza.

—Rodríguez adelante por favor, póngase cómodo— dijo el psicólogo. Horacio entró arrastrando los pies pero bastante rápido, dando señales que estaba completamente abatido pero que quería recuperarse cuanto antes.

—No lo noto bien…

—No lo estoy —suspiro Horacio mientras se dejaba caer en el diván.

—Otra vez el fútbol ¿No?

Horacio asintió con la cabeza. 

—Bien —dijo el psicólogo mientras se cruzaba de piernas— hace un par de meses habíamos quedado que utilizaríamos otra manera de descargar tensiones. Nos había servido bastante ¿Recuerda? Se lo explico nuevamente, no se haga problema. El futbolero utiliza un partido de fútbol para descargar frustraciones de la vida cotidiana, como un cable a tierra. Al momento que el equipo gana, nos sentimos más relajados. Uno tiene una mejor semana, gana optimismo, se siente bien, etcétera. ¿Pero si se pierde? Ahí la descarga se invierte y créame que estamos complicados. Por eso le dije que se concentrará más en cuestiones cotidianas, todos las tenemos, hay que saber encontrarlas...

—Y lo hice —interrumpió seco Horacio.

—Cuénteme

—Yo estaba bien, se lo juro —dijo Horacio mientras se revolvía en el diván — estaba feliz, contento. Si, habíamos perdido un par de partidos antes, pero hice eso que me aconsejó. Me refugie en los míos. Además le cuento que Luquitas empezó esa semana el jardín ¡Que contento estaba con su bolsita, su delantal! Mi señora además fue ascendida en el trabajo. Bueno, la frustración la canalice por ahí y le juro licenciado que yo estaba bien, era feliz,  — las palabras de Horacio comenzaron a entrecortarse—, era feliz, estaba contento… pero  hijos de puta me arruinaron la semana, no la semana no, el semestre, que digo semestre, el año me cagaron estos hijos de mil millones de putas. ¡Estaba lo más bien! ¡La puta que los pario!

—Calmese,  Rodríguez —dijo el psicólogo abriendo todos los dedos de la mano izquierda, subiendo y bajándola lentamente— por lo que veo volvimos al punto de partida y eso que ya van dos años...

—Ya lo sé—dijo molesto Horacio— y le estoy pagando bastante bien si cree que estamos perdiendo el  tiempo...

—Usted me paga para que avancemos, pero por lo que veo... —interrumpió brusco el Vaccario.

—Por supuesto que sí —Horacio recobrando algo de  compostura— pero usted no entiende...

—Claro que entiendo perfectamente, no puede ser que un simple partido de fútbol le eclipse todo tipo de felicidad, mire que le mande a hacer ejercicios y todo...

—Usted no me entiende... está claro que no me entiende —dijo Horacio mientras movía negativamente la cabeza.

—Dígame que debo entender 

—Yo era un tipo feliz, perdíamos pero me importaba un carajo —Horacio iba poniéndose rojo del enojo—, pero llego ese puto día y me juré que no me iba a hacer mala sangre. Mire que los tenemos de hijos a estos chotos y venimos a perder. Era una fiesta, una verdadera fiesta. Color banderas ¡La cancha explotaba!

—Ajá…

—Estaba feliz, le digo sinceramente con todo ese ambiente le juro que jamás pensé que íbamos a perder ¡Pero la puta madre que lo pario! ¡Me cagaron el año estos putos!

—Estimado Rodríguez, dígame cuantos partidos perdió en el año…

—Seis perdimos, seis pero usted parece que no me entiende.

—Explíqueme bien a ver si entiendo, por favor —el tono del psicólogo adquiría cierta ironía.

—A ver, a mí no me importa perder con Boca, con River, con deportivo chota o con la puta madre que lo parió —dijo Horacio mientras su cara se deformaba en un gesto de bronca—  lo que  me jode realmente perder es el clásico ¡Un puto partido cada seis meses! No pido un campeonato, pido un partido.

Vaccario se levantó, fue hasta su escritorio, se apoyó en él y se cruzó de brazos.
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—Sígame contando por favor —respondió por fin.

— ¿Que quiere que le cuente? ¿Cómo nos rompieron el orto? ¿Quiere que le cuente como el forro de Manfrinotti  no marcó una mierda y que perdimos por su culpa?

Vaccario se quedó pensativo unos segundos, mientras se le iba dibujando una sonrisa en el rostro, como si hubiese descubierto la solución a los problemas del pobre Horacio.

—Me dijo que era el clásico ¿Verdad? ¿De qué cuadro es usted? —inquirió el profesional. 

—De Banfield…

—Le voy a explicar porque perdieron el clásico —dijo el psicólogo con una sonrisa entre maquiavélica mientras se acercaba a su paciente. 

—Dígame por favor —dijo Horacio como esperando oír una solución mágica, algo que lo aleje de ese sabor amargo.

— ¡Perdieron porque son pingüinos! Pechofrios es lo que son, amargos —le grito Vaccario casi al oído.

—Pero porque no te vas a la puta que pario villero —grito Horacio mientras se ponía de  pie— no tienen gente ni luz, estuviste en la C. ¡En la C!

—No tendremos luz pero te rompimos bien el culito —respondió el psicólogo haciendo el gesto universal del coito que consiste en juntar el índice y el pulgar de una mano para traspasarlo con el índice de la otra mano.

— ¿¡Pero que decís amargo!? Te tenemos de  hijo pingüino marroncito, nueve de ventaja del 5 a cero no te olvida más —Horacio estaba al borde del colapso mental.

—Váyase de acá yo no atiendo pingüinos, vaya a un veterinario hincha de bancien.

—Claro que me voy, villero de la C, puto —grito Horacio cerrando de un portazo violento la puerta del consultorio.

Vaccario se sentó en su escritorio, se quedó pensativo con una sonrisa algo melancólica. Escucho unos suaves golpecitos en la puerta mientras esta se abría.

— ¿Licenciado, que pasó que ese paciente se retiró a los gritos e insultando? —le pregunto la secretaria mientras entraba algo preocupada.

—Nada, le dije que era hincha de Lanús…

—Pero usted…

—Claro, yo soy de San Lorenzo

— ¿Entonces?

—Hay pacientes que no tienen cura y a veces es mejor deshacerse de ellos antes de que sea tarde. Ya que la tengo por acá, avísele por teléfono a la señora Gómez que puede venir a partir de las 19 horas como ella quería. 
T.Schweinheim
Obra Publicada, expediente Nº 510614. Dirección Nacional del Derecho de Autor

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¿De qué te ponés contento?

 Yo la verdad es que no te entiendo Cacho, la verdad que no te entiendo. Ni a vos, ni a todos aquellos que van a una cancha. O a esos hincha...


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