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Como comportarse dentro de una cancha. Lección 3.

Por Eugenia de Chitzoff*

Muy buenas noches estimado alumnado del 2.0, me alegro de encontrarlos aquí reunidos para compartir una nueva lección acerca de cómo comportarse dentro de una cancha mientras se lleva cabo un cotejo de balompié. Semanas anteriores hemos vislumbrado acerca de cómo debemos desarrollarnos como hinchas en dos ámbitos diferentes, uno ha sido cuando el rival pasa penurias con la cosecha de puntos estando al borde del descenso y la otra fue la introducción respectiva de cómo debiéramos comportarnos frente a un rival que esta con un rojo en su balanza de pagos o dicho al castellano moderno: cuando un club atraviesa una miseria espantosa. En muchas ocasiones asistimos a encuentros en la que no sabemos como referirnos al rival de turno, es de vital importancia que el novato hincha sepa como poder ganarse la amistad del plateista contiguo o del algún hincha desarapastroso un escalón mas abajo o mas arriba de la mugrienta popular. El jovencito que asiste a las canchas inicialmente podría proferir alguna frase que causen vergüenza ajena o bien que su misma hinchada lo tome por “Pelotudo” como dicen ahora los jóvenes. Por eso es de vital importancia que presten mucha atención a estas clases ya que veremos cual es el modo correcto de proferir improperios y como comportarse dentro de una cancha. Hoy les traigo la siguiente clase:

COMO COMPORTARSE DENTRO DE UNA CANCHA CUANDO NUESTRO RIVAL ES UN EQUIPO QUE NUNCA HA SALIDO CAMPEÓN.

Muchos equipos no tuvieron la suerte de haber obtenido un torneo o una copa, pero no por eso vamos a dejar de herirlos moralmente al mencionarles y restregarles en la cara que nuestro equipo si ha ganado algo. No, no se preocupe mi joven alumno, no es necesario que usted sea aficionado a un equipo súper campeón, basta solamente que su equipo haya obtenido algún logro, no importa si ese éxito fue hace cinco minutos o hace cincuenta años, lo importante es haber ganado algo como un torneo local o alguna copa de escasa significancia como una CONMEBOL, una Supercopa, una Nicolás Leoz o una copa Municipalidad de Buenos Aires. Aconsejo usar las siguientes construcciones lingüísticas que ayudaran al alumno a moverse como un pez en el agua, tal como dicen ahora los jóvenes, puede agrandar dicha imagen haciendo click sobre la misma, favor de hacerlo:

Con estas oraciones, usted joven inexperto encajara mucho mejor en el ámbito de lo que se denomina “Folclore futbolero”, eso si joven, trate primero de averiguar si el equipo del que es hincha gano algo, le doy una pequeña ayuda, las copas de verano no forman parte de las galerías de éxito de ningún equipo. Usted pequeño me preguntara. “Mi equipo esta en la cuarta división. ¿Puedo cargar igual?. Por supuesto que si, pero tampoco exagere mi querido pupilo, si usted es hincha de ALUMNI, absténgase de cargar a otros equipos, puesto que su equipo en la actualidad no participa ya en ninguna categoría y si realiza alguna cargada con dicho equipo quedara como un pelafustán. Hasta luego, nos leemos la próxima clase.

*No confundir con Eugenia de Chikoff, esta es Eugenia de Chitzoff

Correte que viene Breitenbruch

Esta el típico dicho que hay algunos jugadores que son capaces de lesionar hasta la madre si es que esta tiene una pelota. Lo siguiente paso en el partido que Independiente le gano a Rosario Central y continuar en su lucha por los primeros puestos. Néstor Breitenbruch fue a disputar el balón con Jonás Aguirre, en el medio se cruzo Matías Pisano y la ligo. El "Juguete" quedo tendido en el suelo muerto de dolor. Nunca más acorde: "Breitenbruch se pone dos medias distintas y se caga a patadas solito".

Sábados de Fontanarrosa. Hoy: Inodoro Pereyra y los loros

En esta edición de la ya clásica sección de "Sábados de Fontanarrosa", les traemos algunas de las participaciones de los Loros molestando a Inodoro Pereyra.







Un sábado en Ruanda

Fue ayer. Todos comentaban lo pedante, lo frío, lo soberbio, lo insoportable que estuvo con todos durante esa semana, y esperan que ya no vuelva. Pero yo divido esta semana en dos partes: una mala y una buena. Y sé que ahora va a venir, y más seguido… Momento, mejor primero les cuento algo de Tito, sino va a ser difícil que entiendan porqué me acuerdo de aquel sábado. Se fue en octubre de 2001, un par de meses antes que todo se derrumbara. Era lo mismo: el mundo de Tito se había derrumbado de a poco, con aviso y en cámara lenta. Cerró el negocio cuando fabricar un par de ojotas ya le salía más caro que comprar dos pares “made in China”. La ex mujer ya se había patinado su propia indemnización y lo volvía loco con el tema de la nena (una preciosura de dos años en aquel entonces), así que cuando en septiembre los dos mocosos dados vuelta y enfierrados le hicieron pasar cinco horas infernales mientras le desvalijaban el departamento, tomó la decisión sin dudar. Un mes después se iba a Ottawa, con 26 años y lo puesto, para empezar todo de nuevo. Le fue bien. Siempre fue inteligente, en el secundario a veces se llevaba alguna que otra materia de vago, pero después las daba casi sin prepararlas. Estudiaba poco y le sobraba paño. Ninguno se sorprendió cuando se recibió de Licenciado en Administración. Y en Canadá el título le fue tan útil como los parientes que lo albergaron durante los primeros meses, cuando no tenía ni dónde caerse muerto. Entró a laburar en una empresa muy grande, se adaptó rápido al frío y al idioma, y hasta formó una familia.

Y final feliz. Para él, porque más allá de que todos nosotros (todos nosotros somos el Gordo, Rata, Jorge y yo, los inseparables de tantos años) nos alegramos con su nueva vida, no la pasamos nada bien las veces que vino de visita. Se las rebuscaba para viajar una vez por año, siempre para el cumpleaños de la hija. Se quedaba una semana, y nos juntábamos todo lo que podíamos. Esperábamos mucho esos encuentros. Asados (los jueves a la noche seguían siendo fija para el asado con los pibes, por más que “los pibes” ya tuviéramos cerca de 40), salidas, reuniones con las familias o solos, y por supuesto recuerdos al por mayor. Lo normal. Las primeras veces no pasó de alguna discusión. Todos entendimos: el tipo se fue mal, afuera remontó, ¿cómo no va a parecerle todo esto un asco? Que los trenes allá llegan a horario, que dejás la puerta abierta, que la educación es de primera, que hay laburo, guita, etc. Y Argentina, por supuesto, es un lugar muy parecido a Ruanda: miseria, falta de educación, precariedad, corrupción, servicios públicos deplorables, y mucho pero mucho peronismo. Una ventaja relativa de Ruanda, de acuerdo al pensamiento de Tito, es que por lo menos no hay argentinos. La salida es Ezeiza, etc. Cuando Jorge le mostró el auto nuevo le dijo lo siguiente: “En Buenos Aires no podés andar por la calle con un cero, andá a venderlo antes que te secuestren”. Nos reímos y lo tomamos para la joda un buen rato. Al año siguiente, cuando Jorge le contó que efectivamente le habían robado el coche, Tito nos miró sin sonreír.

El problema es que, después de un tiempo, deja de ser gracioso y se vuelve molesto: no sé cómo se sentirían los ciudadanos de Ruanda si les recordaran una y otra vez sus desgracias para después irse volando al Primer Mundo, pero a tipos como el Gordo les molesta bastante. Por lo demás, era evidente que Tito estaba distinto: hablaba menos, se lo veía más distante, casi no aportaba cuando nos poníamos a recordar las anécdotas de siempre. Parecía haber cambiado la perfecta y simpática ironía que siempre manejó (y que tan popular lo había hecho cuando éramos pibes) por otra cosa: una especie de desencanto, mezclada con algo así como superioridad… no sé en realidad cómo definirlo certeramente. Estaba como de vuelta de todo, pero además parecía insinuar que no había nada interesante en lo que nos esperaba. Mi clásica tendencia componedora (Rata en tercer año me había apodado “Samoré”, por el cardenal que medió en el conflicto con Chile) chocaba con la creciente hostilidad de Jorge y el Gordo. Por suerte siempre estaba Rata, que te anima hasta los velorios, para levantar un poco la cosa. Pero de a poco los encuentros anuales con Tito se fueron volviendo tensos. Su nueva mujer no ayudaba en nada: una chilena fría, callada, soberbia e inteligente. Para colmo era diez años más joven que Tito y tenía un culo bárbaro, pero bárbaro en serio. Así que la mina nos incomodaba a todos cada vez que venía.

Hasta que llegó este último viaje. La primera parte, esa que sin dudas es bastante mala, arrancó el jueves a la noche en lo del Gordo. Estábamos haciendo el asado cuando Sofi (la hija mayor del Gordo) dijo algo así como que quería estudiar abogacía cuando creciera. La chilena le contestó que en este país lo que le convenía era tener muchos hijos y cobrar planes. No sé si fue una joda (con esa tipa era imposible saberlo) pero la esposa del Gordo (que como no es ciega también había visto lo buena que estaba la chilena, y le había sacado el cuero junto al resto de nuestras respectivas señoras) reaccionó como si no lo fuera. La cosa fue subiendo de tono, se metió el Gordo, acotó Jorge, y todo se fue literalmente al carajo. Que si te gusta tanto Canadá andate allá a ver si conseguís este asado, que ustedes son unos argentinos envidiosos porque a mi marido le fue bien, que nosotros acá nos quedamos poniendo el pecho mientras algunos se escapaban como ratas, que las únicas ratas son las que veo por Buenos Aires entre la basura, que vos flaquita de donde saliste y desde cuando te hacés la exquisita si también sos sudaca… en fin. Tito agarró las cosas (incluida la chilena, y el culo de la chilena) y se las tomó.

El viernes nos juntamos, sin Tito obviamente. El Gordo decía que para él se había muerto, que no había que hablarle más, y enumeraba los desaires desde 2001 a la fecha. Todos le dábamos la razón. Hasta Rata. En realidad estábamos amargadísimos. Se nos iba algo importante, algo antiguo, y no sabíamos si íbamos a volver a verlo. El domingo se volvía a Canadá.

De todas formas, el sábado temprano lo volví a llamar para ir a la cancha. Ya me había dicho que no, pero me tiré un lance. En parte por mi hijo, Juan, que me había preguntado ilusionado si el tío Tito iba a poder acompañarnos (el mocoso había escuchado de mi boca algunas de nuestras andanzas pasadas en la tribuna). Así que me tragué el orgullo y lo llamé. Se ve que no tenía mucho que hacer, o que extrañaría el ritual futbolero (no iba a la cancha hacía diez años, y me decía que en Canadá ni miraba por TV ni buscaba en Internet cómo salíamos) porque aceptó de mala gana. Tres y media lo cargué a Juancito, pasé a buscarlo y arrancamos. En el camino casi no hablamos. Además de la tirantez derivada de la discusión del jueves, no teníamos mucha esperanza en poder ganar (al menos los dos mayorcitos), como cada vez que jugamos contra los quemeros. Ya cuando estábamos entrando se animó un poco. Me preguntó por algunos personajes de la tribuna, le mostré la popular nueva. La miraba incrédulo: “¿Estos amargos se equivocaron de cancha? ¿O cómo no pelean aunque sea una promoción ni vienen?”. A pesar de todo me sacó una sonrisa. Le expliqué lo mejor que pude todo lo inexplicable: la prohibición de los visitantes, las idas y vueltas con las promociones, y todo el circo vergonzoso de estos años. Asintió en silencio, con tal cara de suficiencia primermundista que tuve ganas de hacer como el Gordo y mandarlo a cagar. El primer tiempo fue típico. O sea, un dolor de ojos. Tiramos un par de centros, manejamos la pelota y no se nos cayó una idea. Ellos hicieron la de siempre contra nosotros: se metieron atrás y nos tiraron la camiseta. Y, como es habitual, les funcionó a la perfección: el dos se resbaló, se la dejó a un amargo de ellos y a los 45 estábamos uno a cero abajo. Mi amigo miraba el partido de la misma forma en que yo calculo que miraría un partido de golf: sin ningún tipo de interés, desganadamente. En el entretiempo fajaron a dos pobres tipos que parece eran de Huracán. Lo vi a Tito contemplarlo a mi nene con pena y algo de temor, como preguntándose cuándo ligaría la criatura un cascotazo, por culpa de su padre irresponsable que llevaba al hijo de 7 años a ver un partido de fútbol en “Ruangentina”. Me hinchó bastante las pelotas, así que le pregunte de mala manera: “¿En Canadá esto no pasa, no?”. Él retrucó con una mirada lastimosa, como a un primate subdesarrollado. Bajé cinco tablones y me puse a charlar con el Viejo Julito, como si me parecieran de la mayor importancia sus carajeadas a cada jugador, hincha y dirigente nuestro. En el fondo estaba triste, y no sólo por el resultado.

El segundo tiempo, extrañamente, el partido mejora. A los quince lo empatamos de tiro libre. Es habitual: para sufrir en serio, primero tenés que ilusionarte. “Ojo, que con Huracán parece que lo vamos a dar vuelta y nos vacunan siempre al final” me dice Julito después del empate. Es cierto. Pero no importa. En la cancha buscamos el triunfo, y ahora sí les generamos situaciones. Ellos salen de contra y se arma un partidazo. Vamos para adelante con todo, la gente alienta, y de repente (cada tanto todavía me pasa, aunque mucho menos que antes) me olvido absolutamente de todo lo que me rodea. Buscamos de todas las maneras, el arquero de ellos saca varias, y empujamos cada vez más. El ladrón a sueldo que arbitra da tres minutos de adición, y acá es cuando siempre nos vacunan… pero hoy no. Gritamos y saltamos como cinco mil alienados, desaforadamente, vamos a ganarles de una puta vez, carajo, vamos a torcerle la mano a esta racha eterna, sin parar, dale, hoy ganamos, corran, metan, jueguen, piensen, nosotros alentamos hasta escupir los pulmones, ustedes corran hasta romperse las piernas… y, al revés que siempre, llega la corajeada, el centro atrás (como se debe, de primera, tomando a contrapierna a la defensa contraria) y la definición perfecta, furiosa, contra un palo, para soltar los cinco mil gritos que son uno solo, un único e interminable gol agónico. Me abrazo con todo lo que tengo cerca, me doy vuelta, y ahí los veo. La segunda parte del viaje de Tito, la importante, la buena, dura menos de quince segundos. Arranca cuando lo veo abrazado a mi hijo, eufórico, con la boca llena de gol, encontrándose con mi mirada y diciéndome sin hablar, con sus ojos brillosos, cuánto extrañaba esto, cuánto me duele haberme ido, sabés que bravo es pelearla solo, con la tristeza de haber triunfado pero en otra parte, allá donde no importa, lejos de mi hija, lejos de aquellos picados interminables en el potrero de Trelles, de los eternos asados de los jueves, de aquellas tardes en que nos rateábamos del colegio para venir a la cancha a gritar los goles con los que supimos salir campeones, ¿te acordás cuando saltamos a la cancha y dimos juntos la vuelta? ¿Cuánto vale ese día? No sé Tito, en pesos, en dólares o en francos ruandeses, no hay como pagarlo… Nos abrazamos y me dijo solamente una cosa: “Gracias”.

Ayer (dos semanas después), como todos los jueves, nos juntamos a comer con los pibes. Jorge lo nombro a Tito. “¿Vendrá este año?”. Rata le contestó que seguro no iba a llamarnos cuando volviera. Y entonces empezaron a repasar el último viaje, a carajearlo por lo que hizo. Hasta que hablé. “Va a volver”, les dije, “más seguido que antes”. Me miraron sin entender, y les mostré un mensaje en mi celular. Era de Tito. “En la semana te mando una foto, andá y haceme socio de vuelta. Comprame la camiseta. Y avisale al Gordo que el vacío me gusta bien cocido”, decía. Los pibes sonrieron y empezaron a prender el fuego.
Nicolás Monja

El antiequipo de la semana

Arriba: Luis Segura (Presidente de la AFA, inútil, dubitativo, garca); Sebastián Sosa (Arquero de Vélez, desubicado, calentón, puteador); Matías Almeyda (Entrenador de Banfield, cultor del Tiki tiki, adicto a las derrotas dignas); Enrique Mérelas (Presidente de El Porvenir, garca in extremis); AFA (Asociación del Fútbol Argentino, cueva de garcas, rejunte de asesinos del futbol); Rodrigo Palacio (Errador compulsivo)

Abajo: Daniel Passarella (Ex presidente de River, inútil, denunciado, futuro preso, creador de encapuchados); Rodolfo Arruabarrena (Entrenador de Boca Juniors, doble de cara de Sean Penn); Flavio Azzaro (Periodista gritón, vende humo, actor de comedias, veleta); Daniel Montenegro (Casi ex jugador, bocón); Barras Bravas (Termos asesinos de fútbol, violentos, inadaptados)

Selección
A mediados de semana nos desayunamos con que La AFA había tramitado dos cosas: La primera fue darle el aval a Luis Segura para que continúe hasta Octubre del 2015 como presidente de la Asociación, fecha en la que concluiría el mandato del fallecido Don Julio. La segunda fue más secreta o un rumor a gritos, se trataría de que en diciembre del 2015, desciendan 10 equipos. En una palabra, desarmarían el torneo de 30 equipos para volver a dejar 20. El tema es que este nuevo torneo mutante desde su comienzo es más impresentable que el peinado de Bastia, pero aun así desde la AFA se empecinan en cumplir un capricho de Grondona, aunque lo más coherente es que con esto aumentan la caja con la televisación. Sin embargo, Luis Segura salió a aclarar por vigésimo sexta vez en menos de un mes que el torneo de 30 equipos se hace y que no habrá 10 descensos. Una cagada, justo que Caruso Lombardi iba a clonarse para dirigir a más de 10 equipos a la vez.

Sebastián Sosa, el arquero charrúa de Vélez tuvo una patinada mayor a la de Palacio en el mundial. El guardavalla luego del empate contra Atlético Rafaela soltó un lapidario: “Encima estos hijos de puta nos vienen a silbar". Las cámaras y los micrófonos lo escracharon más que la travesti a Chávez y comenzó el quilombo. Luego de esto, un grupo de barras fue en misión de paz como Estados Unidos a Irak, a pedirle explicaciones al cancerbero velezano, quien no quiso dar detalles de la “conversación” con la barra. Que gente conversadora los barras, siempre se toman su tiempo para conversar con otras facciones de la barra, con dirigentes, jugadores. Tipos conversadores si los hay. Otra de otra barra, En San Martin de Tucumán casi rompen media cancha porque su equipo (que anda bastante mal) perdió contra Mitre de Santiago del Estero y las chances de ascender son cada vez más remotas. A esto súmele la plena interna que vivió la barra de River en pleno partido. Menos mal que todo el quilombo en las canchas se iba a solucionar sin público visitante. En cualquier momento Obama convoca a los barras argentinos para que combatan contra el Isis, habrá que ver cuáles son más violentos.

Caso extrañísimo el de El Porvenir, luego de descender del Nacional B, sin escalas hasta la D, donde se encuentra desde la temporada pasada, cuestión que tras un arranque fallido, ahora  el equipo de Gerli se puso segundo en la Zona 1. Enrique Mérelas, presidente vitalicio del “porve” no tuvo mejor idea que rajar al entrenador Marcelo Pascutti ¿Por qué? Por un supuesto día libre que le dio el entrenador a sus jugadores, hubo una discusión telefónica entre el ex DT y el presidente y  voló el pelilargo técnico. Ahora su remplazante será Gabriel Ramón, quien estuvo en dupla con Luis Ventura y cuyo resultado fue el descenso a la D. En Escalada no hay nada, en Gerli tampoco, Mérelas se lo llevo todo.

Rodrigo Palacio volvió a errar, esta vez erró un penal en el Inter. A decir verdad que desde el mundial que teníamos ganas de ponerlo acá al muchacho calvo con la trencita pegada con chupete, así que aprovechamos cualquier cosa para pegarle.

Otra vez Daniel Passarella volvió a ser noticia. Resulta que el Káiser fue acusado de “Administración Fraudulenta”. Firmas truchas, documentación alterada y obras que nunca se hicieron. Son solo algunas cosas de las que se le acusa al Dani. Desde la actual dirigencia de River dijeron que puede ir preso, pero el abogado de Passarella fiel al estilo de su cliente, no se hizo cargo y sostuvo que están haciendo todo este tema para tapar los barras. La cosa es que a Passarella no lo acusen de inutilidad, ahí lo encontrarían culpable y le  darían cadena perpetua.

Rodolfo Arruabarrena perdió el invicto que ostentaba desde que asumió la conducción técnica de Boca al momento que lo camarillearon a Bianchi. El doble de cara de Sean Penn, sufrió esta primera derrota ante Racing por los 30 minutos que faltaban disputarse por aquel partido que tuvo que suspenderse por la lluvia. A su equipo se lo vio más lento que a Tapia recitando de memoria el cantar del Mio Cid y Racing lo aprovecho y lo dio vuelta. Anteriormente Boca había empatado contra Banfield, pero más allá del empate, el conjunto del sur tuvo un primer tiempo donde pudo haberle hecho más de dos goles pero Orión lo salvo. El Cata Díaz ya está planchando las sabanas. Hablando de Racing, Flavio Azzaro, la vedette de las periodistas, fue fulminante con Bou en semanas anteriores. Lo había calificado de ser un “negocio de Bragarnik” y lo llamaba despectivamente “BU”. La cosa es que luego de meterla contra Newell’s y el doblete contra Boca, Azzaro cambio de parecer y ahora “BU” es Bou con todas las letras. Todos podemos cambiar de parecer o evolucionar en cuanto a opiniones, pero Flavio lo hizo en tiempo record.

Daniel Montenegro se la había pasado agitando contra River durante toda la semana previa al partido contra River. Que River no jugaba tan bien, que River no había jugado contra nadie, que River estaba inflado por el periodismo. La cosa es que River gano 4-1 y Montenegro no apareció en todo el partido, era más fácil encontrar un brasilero hinchando por Argentina en la final del Mundial que encontrarlo al Rolfi adentro de la cancha.

Vamos a explicar el presente de Matías Almeyda con una imagen de los Simpsons.


El análisis de la Fecha 8 del Campeonato de Primera División 2014. Segunda parte

Por Jota Erre (*)
Buenas noches queridos oyentes de Don Pajarón. Estoy aquí para informarles los acontecimientos de esta nueva jornada futboleril que se llevó a cabo en este hermoso Mundial de transición. La máquina de River con Teo Rodríguez, Rodrigo Funes Mora dirigidos por Matías Jesús Gallardo siguen la cresta de la ola, al tope de la tabla de posiciones, la mar en coche. El conjunto xeneize conducido tácticamente por Ernesto Lazzatti también sigue por la buena senda del balompié, pero solo empato contra el taladro de Eriberto Righi que juega muy bien pero no gana. Naturalmente ha sido una fecha en donde las emociones estuvieron a flor de pie en los fanáticos que asistieron a las gradas de los distintos estadios. Una emoción tras otra. Naturalmente reviviremos todas las situaciones de gol de esta fecha 45 en donde la Alemania de Fritz Walter se rumbea a ganar su décima Copa de Campeones.

Gran partido de Rosario Central que le gano a Arsenal por tres a uno. Naturalmente hubo tres goles para Central. Abrió la cuenta Emiliano Zelayeta, gran jugada por izquierda del Espíndola para que el pulpo González se la deje servida a Zelayeta. Naturalmente empezó perdiendo Rosario Central, pero tuvo una levantada digna de un mecanismo de relojería. Musgo iba a poner el empate para Centrar en el segundo tiempo. Y fue allí donde Rosarino Centro lo dio vuelta por intermedio del trenecito Venecia. Gran jugador el venezolano. En dos oportunidades marco. Primero a los 41 y luego a los 30, así estableció la paridad. Centrar 1, Arenal 3.

Un primer tiempo donde el conjunto dirigido por Josep Almeyda se enfrentaba al conjunto Xeneize dirigido por el gallego Arruabarradena. El equipo de Boca aun permanecía invicto en cuanto a esta nueva era del celta Arruabarredena. Ataco más el conjunto de verde y blanco pero no podía quebrar la solidez del arquero Orión. Naturalmente Boca estaba esperando algún error de Banfield y ese error llego cuando le vendieron a Hugo Chávez, porque fue él quien puso el uno a cero transitoriamente. Parecía que Boca unidos se llevaba el empate del Felipe Sola, un estadio inexpugnable. Pero empato Inzaghi cuando faltaba un minuto y ambos se quedaron con las manos vacías. Una pena.

Lindo clásico para disfrutar en familia. La máquina de Renato Cesarillardo se enfrentaba al equipo conducido por Sergio Omar Almirón. Un partido intenso como pocos. Naturalmente si fue intenso es porque hubo muchas emociones. El primer tanto de la jornada vino por intermedio del mediocampista, Leonardo Pichichi. Que gran jugador Pichicho. Puso el uno a cero. El Luso Rodríguez nada pudo hacer para evitar la ciada de su arco. Pero las emociones se mantuvieron y Ricky Rojas iba a poner el 2-0. El conjunto de Independencia iba a reaccionar y Mancu, Mancuso iba a poner a tiro al rojo de Avellaneda. Sin embargo, River pondría el 3-1 cuando Teo Rodríguez mando al fondo de la red una linda pelota. El partido estaba liquidado, no sin antes que River marcase el cuarto gol por intermedio de Rodrigo Funes Mora. Lindo empate en Bahía Blanca.

Defensores y Justicia perdió contra el equipo del Papa Francisco XVI.  Fue un cotejo donde prevalecieron las ideas de ambos bandos, naturalmente prevaleció más la idea de San Lorenzo puesto que fue el justo ganador por 3-1. No fue un partido divertido o entretenido. Tampoco aburrido, fue un partido y de futbol. Empezó ganando Defensores con gol de Julio Gutiérrez. Gran jugador Julito. Sin embargo el partido depararía sorpresas. Mauro Cheto iba a empatar el match. Luego André Matos pondría el 2-1 y por ultimo Renzo Zielinsky pondría el 3-0 final.

El último partido de la fecha fue el partido entre Racing Boys contra Newell’s club. Los rosarinos llegaban con chances de ponerse segundos y el Racing de Diego Scocca quería sobreponerse a las adversidades adversas que les profería el destino. No fue un mal partido, tampoco un buen partido, mucho menos regular. Empezó ganando Newell’s con gol de Cocco, gran jugador que seguramente estará en los planes del entrenador de la selección, el Papa Martínez. Naturalmente iba a empatar Racing, el gol lo hizo Bu. No hubo mucho más señores.


(*) Cualquier coincidencia con un periodista de similares características, naturalmente es mera coincidencia.

¿De qué te ponés contento?

 Yo la verdad es que no te entiendo Cacho, la verdad que no te entiendo. Ni a vos, ni a todos aquellos que van a una cancha. O a esos hincha...


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