Marcelo estacionó
el vetusto 504, se bajó y, luego de cotejar su papelito y el portero eléctrico,
tocó timbre y gritó con la boca pegada al portero –¡Remis!
Acto seguido,
volvió corriendo al interior de su vehículo. Hacia más frio ahí adentro que en
la intemperie. Del lujoso departamento bajo una parejita joven.
Un sordo clac gimió en la parte de atrás. Era la
manija de la puerta del 504. Había que ponerle un lubricante, se estaba
complicando abrirla. Ya se habían subido los dos pasajeros, con mala cara. Con
cara de que no estaban acostumbrados a subir a un auto tan viejo o que
esperaban otra cosa. “Santa Fe y
Callao”, dijo el pibe sin saludar. Marcelo asintió con la cabeza, puso primera
y salieron para allá.
—La verdad me
hubiese gustado ser futbolista —comenzaron a charlar los recién subidos—, ganás
un montón de plata, entrenas y no haces ningún tipo de sacrificio.
—Pero no sos
nadie, Rubén —respondió ella—, te insultan de todos lados, corrés peligro.
—Te insultan si
sos malo, si errás. Hay algunas veces que pienso que estos hijos de puta erran
a propósito.
— ¿A vos te
parece?
—Sí, o se venden,
son todos mercenarios. Ricos y mercenarios. Son todos iguales. Los del Manchester,
los de Banfield o los de El Porvenir.
—Pero es un
trabajo, amor…
—Eso no es
trabajo…
—Jefe, discúlpeme
—interrumpió el remisero—, el puente de Vélez Sarsfield está congestionado. Si
usted quiere agarramos el Pueyrredón o como me diga.
—Pueyrredón, Pueyrredón
—dijo el muchacho y volvió a voltearse para hablarle a su novia—, vos no sabes
cómo lidia papá con los futbolistas, son todos chantas.
—Pero Rubén, es
un laburo como tantos otros.
—Nah déjate de
joder. Le pagan por no hacer nada. ¡Hay
que pagar por productividad! No puede ser que pierdan un partido y se les garpe
igual. Por suerte en el club de papá no están al día, no se lo merecen.
— ¿Tu papá es el
dueño del club?
—No, es el
presidente, por eso conozco la clase de bichos que son los jugadores. Cuando
salen campeones, el mérito es de ellos, cuando el equipo pierde es culpa de los
dirigentes que son chorros. Cuando los que son chorros son ellos.
— ¿Para tanto?
—Si vos los
conocieras…
Cuando llegaron
al puente Pueyrredón los esperaba un piquete, entre los autos que se desviaban
y los que quedaron embotellados, nadie podía moverse. Estuvieron ahí durante
mas o menos 40 minutos.
—Vamos por el
Nicolas Avellaneda —dijo el chofer.
— ¿No nos abrimos
demasiado?
—Sí, pero si
quiere llegar hoy, es la única vía.
—Está bien.
El 504 fue hasta
Dock Sud, por momentos parecía que daba vueltas en círculos y que pasaba una y
otra vez por el mismo lugar, Rubén no dijo nada pero sentía que el remisero lo
estaba paseando. Cuando estaba al borde de ebullición, el 504 se halló de
frente con la subida del puente. La situación era exasperante, el
embotellamiento era duro y crudo. Casi media hora en cruzar a paso de hombre. Pasaron
por la Boca, Barracas y nuevamente se toparon con un piquete, ahora en la
avenida 9 de julio.
—Parece que usted
agarró a propósito por todos los lugares complicados —explotaba Rubén.
—La ciudad
siempre es un caos —devolvió Marcelo, tranquilamente.
Entre desvíos,
embotellamientos, bocinazos y demás, en otros 40 minutos por fin se hallaban en
Avenida Santa Fe.
— ¿Qué le debo?
—preguntó el pasajero—, anda bajándote mi amor.
—A ver —dijo
Marcelo mientras consultaba una lista y el cuentakilómetros—, son 500 pesos.
— ¿¡500 pesos!?
Siempre me cobran como mucho 200 pesos ¡Me está robando! Yo no tengo la culpa
de que este todo cortado.
—Yo tampoco.
Marcelo sacó un
billete de 500 y se lo dio mientras mascullaba frases de odio, acto seguido se
bajó y pegó un portazo.
Marcelo miro el
billete, lo guardo en la billetera y justo le sonó el celular. Era un mensaje en
audio del grupo del club de WhatsApp, el que le había escrito era Walter.
“Chicos, vénganse
a entrenar, hoy nos depositaron un mes de los seis que nos deben, así que vamos
a entrenar para demostrar que somos de palabra, no como estos hijos de puta de
dirigentes que tenemos. El Cholo dijo que hoy no puede porque justo le tocó
hacer horas extras en la fábrica, vamos a ponerle pilas que el domingo jugamos
contra San Miguel y nos jugamos la permanencia, arrancamos a las cuatro, les
pido que sean puntuales porque el DT está con gripe y no puede esperar en el
frio” dijo la aguardentosa voz de Claudio, el cinco y capitán del equipo.
Marcelo apretó el
icono del micrófono y respondió: “OK, Claudio, deje un pasajero recién y estoy
en Santa Fe y Callao, pero agarro Rodriguez Peña, Combate de los Pozos y voy
por Vélez Sarsfield que está despejada, llegaré en media hora. Prepárate unos
mates”.
Toni Schweinheim
Obra Publicada, expediente Nº 510614. Dirección Nacional del Derecho de Autor
Por Toni Seguilo!
FACEBOOK
No hay comentarios.: