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David Rossetti era una de las mayores promesas del equipo de barrio, de esa sociedad de fomento bien barrial. Un goleador hábil, nato de esos que siempre están. En la cancha siempre estaba bien ubicado, como buen delantero pescador, la bocha constantemente caía a sus pies, ya sea por rebote, por un pase o por que la pelota quedaba ahí. Suerte, dirán algunos, intuición goleadora, otros. Pero de diez rebotes en el área rival, nueve mandaba adentro del arco. Fue un delantero mediocre hasta la octava, cuando sus padres se divorciaron. Ese año se trasformó en el goleador de la categoría. Parecía que canalizaba la bronca de la separación metiendo goles.

A pesar de su enorme racha goleadora, el pibe seguía cabizbajo, tímido, no hablaba con nadie. A la flor de la edad, en donde los pibes son una ebullición de hormonas, donde gritan, hacen quilombo con sus pares, Rossetti era calladito, retraído, no se daba con nadie, solo con la red.

Ni lento ni perezoso, el padre se lo llevó a Racing. Otro chico hubiese pataleado y protestado por irse de su grupo de amigos. David no, se fue como si nada y seguía comportándose como si nada en su nuevo club, este ya más importante que su club de barrio. No pareció importarle, puesto que rápidamente se transformó en el mismo goleador del equipo de barrio. Pero seguía sin darse con nadie. A los entrenadores no les preocupó en absoluto, mientras la siguiera metiendo…

No pasó mucho tiempo y Rossetti ya estaba en la quinta pisándoles los talones a los históricos goleadores de inferiores del club. Sin embargo, el entrenador de la sexta, Cecilio Estrella, vio que algo no andaba bien en el carácter del chico… no podía ser que fuera un ente, que no hablara, que solo metiese goles como un autómata.

Un día llamó a David aparte. Primero lo felicitó por la cantidad de goles que venía haciendo. Luego, le reveló su verdadera intención; preguntarle qué le pasaba, porque era tan callado.Su respuesta lo dejo atónito: el mérito de tamaña cantidad de goles, no era de él, sino de Rafael…

Pero no había ningún chico con ese nombre en el club. Esto quedó rondando los pensamientos de Cecilio. Pensó y repensó quien podría ser “Rafael”. Capaz que lo chicos llaman con otro nombre a otro, como si fuese un apodo; él mismo tenía un amigo al que llamaban “Brian” aunque en su DNI no figuraba ese nombre. Cuendo finalmente decidió preguntarle quién era Rafael, nuevamente quedó anonadado: Rafael era un amigo imaginario de Rossetti.

“Rafael me marca los espacios, me dice a donde va a ir el rebote, me ordena dónde ubicarme”. Pero la realidad era que, mientras le haga goles al equipo, al DT no le importaba si el chico tenía un amigo imaginario o se imaginase hasta una mina en bolas. Los años pasaron, Rossetti no tardó en debutar, consolidarse en primera y ser vendido al Villarreal de España. En su primera temporada fue pichichi de la liga, los equipos grandes se peleaban por su pase y no tardó en ser convocado a la selección. La fama creciente le trajo amigos, le trajo su primer matrimonio, fans en todo el mundo…

Fue cuando lo quiso comprar el Bayern Múnich que se desencadenó su final. Al momento de realizarle el examen psicofísico, el psicólogo del club alemán notó que no estaba bien. El conjunto bávaro iba a comprarlo de todas formas, pero como condición Rossetti tendría que iniciar terapia. A medida que avanzaban las sesiones, menguaba la cantidad de goles que hacía Rossetti. A los seis meses de terapia, prácticamente ya no hacia goles. El Bayern lo cedió a préstamo a un club de Turquía, donde tampoco hizo goles. En ese período le dieron el alta. Quedó libre y volvió a Racing.
Fue una sombra, ya ni siquiera pateaba al arco. Recaló en el ascenso, ya nada quedaba de sus goles, mucho menos los amigos de la fama, y hasta se divorció.

Terminó por dejar el futbol. Le dolió no hacer más goles, pero más aún le dolió fue sentirse solo otra vez. Hoy por hoy, Rossetti está en la facultad, se puso a estudiar para contador, tiene un promedio 10, muchos dicen que un tal Rafael le sopla las preguntas en los parciales.

Toni Schweinheim
Obra Publicada, expediente Nº 510614. Dirección Nacional del Derecho de Autor

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