La semi por el reducido de
ascenso estaba muy peleada, como toda definición de ese tipo, tras un empate en cero
entre Deportivo Embalar contra Coronel Scotch, la cosa se definía
en la cancha de estos últimos. Los nervios estaban a flor de
piel, sin ser un clásico pero con cierta pica por resultados
diversos a lo largo de los últimos años. El encuentro fue catalogado como “peligroso”
y se pidió un refuerzo de 100 policías.
El partido se iba a llevar a cabo a la hora de la siesta pero desde muy
temprano había llegado gente al humilde estadio.
El encuentro arranco movido. Con
situaciones para ambos equipos. El negro Dorado había desbordado
un par de veces para tirar uno centros envenenados a la cabeza de Ortiz, un 9
narigón como un pájaro y con piernas finas. Del lado
local, Ugarteche, un delantero lento pero con suerte, también
había tenido un par. Se fueron al descanso en cero.
Promediando el segundo tiempo,
Ortiz encaró hacia el área rival con pelota dominada. Pasó
como un poste al primer defensor. El arco ya estaba ahí. De pronto
levanta la vista al escuchar un grito seco y ve un manchón gris tirando
a té con leche. Era un tero que lo esperaba con las alas a medio
extender y zapateando un malambo. Intento gambetearlo. Fue al cohete: cuando
tiro la gambeta, el pajarraco se asustó y se le tiro hacia adelante buscando la
frente. Le tiro un picotazo y más
que un Tero parecía un pájaro carpintero por la insistencia en
picotearle la frente. Uno, dos,
innumerables picotazos. La pelota quedó boyando. Y fue hasta los pies de
Dorado, quien justo cuando le iba a dar un fierrazo, sonó el silbatazo
del árbitro.
“¿¡Qué cobrás hijo de puta!?”, grito uno. “¡Cobro
penal, cobro penal!”, se horrorizó un defensor
del equipo local. “Era ley de ventaja, ciego”,
espetó el 10 del visitante. El referí con el silbato en la boca y ambos
brazos hacia arriba, no emitía palabra. Los empujones entre los
jugadores comenzaban a empujarse. “Está simulando, amonestalo”
exigió Almandoz. “¡Qué va a simular, penal, mira como está
sangrando!” defendió otro jugador.
Mientras, Ortiz seguía
luchando en el piso con el tero, ya con el rostro ensangrentado. “Ayúdenlo,
ayúdenlo, lo va a matar” pidió socorro el siete. “No,
que es una animalito, no lo toques” se horrorizo el arquero. “Está defendiendo su territorio, cosa que no
hacen los muertos de tu equipo” lanzó otro.
“Esto es culpa del canchero” protesto un compañero.
“Es
maltrato animal, mira como le está dejando la cara al animal del 9”.
“Ponelo
al tero la puta que te pario, ponelo al tero la puta que te pario”
comenzaron a cantar divertidos los hinchas.
“Pique”, anunció por fin el colegiado. “Sí,
sí,
lo cagó picando, penal, penal”, pidió el 3 de ellos. “Penal las
pelotas, hermano” se enojó uno del equipo local. “El
tero es de su cancha, es penal”, se le tiro encima el 5 al 5 rival. “No,
pique, vamos a hacer un pique”, dijo el árbitro tratando de sacarse jugadores de
enfrente. “¿Vas a hacer un pique dentro del área, quien te
dio el título a vos, Giselle Rimolo?”. “¡Penaaaaaal!” gimió
otro por ahí. “Consultalo al juez de línea
o con un veterinario”, aconsejo el capitán
local. El árbitro agachó la cabeza y
fue hasta el lateral para hablar con el juez de línea y el asistente. Uno decía
que era penal, otro que el tero estaba fuera del área y que habría que ver si
el delantero no estaba en off side porque los teros son muy territoriales y si
uno se avanza... eso molesto al linesman. “Tiras un tero y abandonas”,
exploto la hinchada visitante.
Las discusiones siguieron y la
cara de Ortiz era una mancha roja ya, el tero seguía picoteando.
El 6 rival fue a sacar al tero de encima, de su compañero. Fue donde
comenzó el tumulto. “Déjalo, déjalo” decían unos. “Traigan un gato, que lo espanta”
pidió uno. “Macri gato” respondió el marcador de punta. “Cállate
Kuka no volvés más” respondió otro en el fondo. Comenzaron los
inevitables empujones que indefectiblemente
derivaron en corridas, las corridas
un golpes y a la policía no le quedó más
remedio que entrar. Cuando Ortiz por fin pudo sacarse al Tero en medio de la
gresca generalizada, un policía le pago un palazo en el medio de la
cabeza. Entraron ambas hinchadas y los incidentes duraron hasta entrada la
noche.
El resto es historia conocida, a
Coronel Scotch le suspendieron la cancha y Deportivo Embalar pasó
de ronda pero perdió la final con el Sportivo Tijereta.
Hasta la fecha el estadio se encuentra inhabilitado. Ya van casi dos años,
actualmente la cancha es un baldío con los pastizales de dos metros. En
su interior viven teros. A veces, los días de sol, las aves salen y desafían
a algún que otro transeúnte a los gritos.
Toni Schweinheim
Obra Publicada, expediente Nº 510614. Dirección Nacional del Derecho de Autor
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