Vi el primer tweet sobre el accidente alrededor de la dos
menos diez, menos cuarto. Es lo mismo. Mientras la mayoría de los medios
argentinos estaban muy pero muy lejos de informar, todos nos informábamos por
Twitter. Hasta las tres no podía salir de mi asombro. Solo darle para abajo a
Twitter y esperara a que cargue en silencio. Nada que decir. Hay veces en la
que es preferible callarse. El silencio es muchas veces el gestor del mejor
homenaje o respeto. Solo un RT a un usuario que ponía el link de como poder
seguir en directo por Radio Caracol. Las noticias se iban arremolinando en la
red de los 140 caracteres. Qué eran diez los sobrevivientes. Qué eran seis. Me
imagine la desesperación de los familiares. Volví a cargar twitter. Ahora era
el mismo avión que había trasladado a los jugadores de la selección argentina.
Aparecían las primeras imágenes. El fuselaje del avión abierto al medio. Un
escudo del Chapecoense lleno de tierra. Mientras los noticieros argentinos y
muchos del mundo, seguían en babia.
Estas tendrían que ser las horas más felices para el
Chapecoense. Jugaba la final de la Sudamericana. Hace una semana festejaban un
logro único en su corta historia. Quiso el destino hijo de puta que hoy todos
estemos llorando por esta tragedia. Hoy le toco al mundo del fútbol y por eso
estamos acá. Si le hubiese tocado a alguien más, era igual de lamentable. Pero
nuevamente le tocó al fútbol como pasó con el Torino, el Manchester entre
otros. El fútbol nuevamente está de duelo.
Va más allá de los colores, de la pasión, de la
nacionalidad.
Atlético Nacional pediría que Chapecoense sea el campeón de
la Sudamericana, en un gesto que lo enaltece. Hoy los hinchas llorando y
aplaudiendo en el estadio del
Chapecoense, es el sentimiento que tenemos todos en este momento.
Por el eterno descanso de sus almas.
#Fuerzachape y a todos los familiares de la tragedia.
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