Otra vez el gordo González llorando. Las lágrimas le brotan
como a un niño. Si no tuviese 35 años
estaría tirado en el suelo haciendo berrinche. No hace berrinche, no. Pero en
cambio profiere una oleada de insultos. Puteadas al viento. Bien podría tratarse
de un berrinche adulto, maduro. Quién puede saberlo. Uno tras otro van cayendo
los insultos y las lágrimas. El destinatario de esta rabia o rencor o enojo es
el mismo de siempre: ese equipo de mierda que no asciende ni de puta
casualidad. Pero tal vez hoy no sea el equipo, seguro son los dirigentes.
Corruptos hijos de puta. No señor, no es el equipo. La culpa no la tienen ni el
nueve que se hizo expulsar boludamente, ni el arquero que salió como el culo.
La culpa es de esos delincuentes de la comisión. Mal paridos. A ellos no les
conviene que el equipo ascienda, si son unos chorros. Están ahí para hacer sus
negocios y saltar a la política nacional o provincial o municipal o la concha
de sus madres. Mira si Ortiz pobrecito va a ser el responsable. Si está llorando
más que el gordo. Cerró mal su lateral pero no es el culpable. Arrodillado en
el césped como buscando una explicación. Una explicación que nunca llegará y
que seguro tienen los dirigentes y también se la afanaron. ¿Cómo echarle la
culpa a los jugadores? Si pelearon hasta
el final, tres puntos faltaron para meterse al reducido. Tres puntos de mierda.
Mira que justo venir a perder este último partido. Será de Dios. Los jugadores
se mataron para llegar con chances. Son horribles, sí, pero le metieron toda la
garra. Hace tres meses que no cobran los sueldos. Encima ganan una miseria como
para que le pijoteen la plata. Estos forros de la comisión se la están
patinando a la guita. Toda se la fumaron. Más ahora que se metió la política en
el club. Ningún caso de política metida en un club funcionó. Nombrame una
ahora, una sola en la que la política nacional le haya hecho bien a un club.
Decime un caso en el que haya salido bien, Si conoces un solo caso, decímela
ahora por favor, que el gordo la necesita. No puede seguir con esta angustia.
Porque acá salió mal, como en tantos otros clubes. Ya estaba todo podrido y se
pudrió más la cosa. Mirá cómo llora, parece que se le murió un ser querido.
Llorá, Gordo, llorá tranquilo. Algunos no te entenderán. Aquellos que vamos a
la cancha sabemos de qué se tratan esas lágrimas y de alguna manera pasamos por
esto. Me partís el alma, González.
Ahí viene Ramírez, también está llorando. Poco importa que
estén en cuero. Que estén cubiertos de transpiración o que sean dos grandulones
llorando como niños. Se abrazan fuerte. Ya no hay vergüenza. Vergüenza es
robar, y vergüenza tendrían que tener los dirigentes. Lloran. Un rato. Una
eternidad. Poco les afecta que la imagen patética que están dando. Pero lo peor
no ha venido todavía. No hay nada peor que la incertidumbre. Y ya está a la
vuelta de la esquina. Viene cada fin de campeonato. Estos hijos de puta van a
desarmar el equipo como en cada final de torneo. Otra vez a rezar para que
caigan buenos jugadores y no esos que vienen por negocios turbios, a robar más
que los dirigentes.
Ramírez ya se fue. Todos se están yendo. Solo queda
González. Otra vez se agarra al alambrado con una mano y con la otra golpea y
putea. Andate, Gordo, total, ¿qué más podés hacer? En tu casa te espera Elvira
y los chicos. En tu casa podes ir a refugiarte. Entretenete con tus hijos. Salí
con tu señora. Metele garra ahí, si total estos dos meses de receso pasan
volando. Dale, anda que tu señora siempre te reprocha que estas más preocupado
por el equipo que por tu familia. En agosto ya estás de vuelta en esta popular,
contento, saltando y cantando. Con la esperanza intacta a pesar de que te
cagaron mil veces. Recuperando tu lugar en el mundo, ese lugar del cual esos
mal paridos dirigentes jamás podrán sacarte.
Dale gordo, secate las lágrimas. Ponete la camiseta y anda
para tu casa. El sueño llego a su fin y la pesadilla de no ascender nuevamente
te taladrará el corazón un par de meses, pero ya se te va a pasar. Dejá de
mirar la nada y hacé algo para olvidarte de esta miseria deportiva ¿Pero pará, qué haces? ¿Para qué agarras esa
piedra? ¿¡Que tiras piedras boludo!? ¡Gordo gil! ¿Qué culpa tengo yo de haber
entrado al reducido y vos no? ¡Para un poco gordo tirapiedras, cornudo! Si yo
no tengo la culpa que tus dirigentes te caguen todo el tiempo ¡Pará, no tires
más piedras, no se puede ser bueno con vos! ¿Qué te dije de malo?
Toni Schweinheim
Obra Publicada, expediente Nº 510614. Dirección Nacional del Derecho de Autor
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