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Ahí estábamos de nuevo, en las tribunas de cemento que gradualmente nos devolvía el calor que había acumulado durante todo el día, éramos como pollos que se rostizaban, a eso había que sumarle que nuestro equipo desde hacía años no nos daba una mísera alegría y deambulaba de mitad de tabla para abajo en el siempre impiadoso torneo de primera B. A lo dicho: los pollos no elegían sufrir y asarse de tal manera, nosotros sí. Pero el hincha es así, mientras más sufre por su equipo más hincha se siente. A veces siento que los hinchas somos como minas enamoradas de algún truhan que las maltrata y a mayor maltrato más amor sienten.

Hacía años que el equipo no pegaba una, desfilo una innumerable cantidad de técnicos. Entrenadores caros, baratos, malos, buenos que de golpe no sabían ni hacer un cambio, etc. Ninguno llegó a ganar tres partidos seguidos, siempre quedábamos atornillados en la mitad de tabla, lo cual no era tan malo ya que no sufríamos tanto con el tan temido descenso, pero era patético no poder aspirar al ascenso. Tampoco tuvimos suerte con la dirigencia. Habían pasado un sin fin de comisiones directivas y presidentes. Cuando no teníamos a un presidente corrupto teníamos a un honesto que era un inútil para negociar. Todos sabemos que no sólo tenés que tener a un presidente honesto sino también tiene que tener algo de viveza sino en la AFA se lo morfan de un bocado. Bueno nosotros teníamos honestos pero estúpidos, tengo la teoría de que eran impolutos y honorables porque eran tan idiotas que no sabían robar. La gracia era que los corruptos y los honestos sin luces se venían alternando en el sillón de mando.

Ojo, antes no éramos así de “desgraciados”, tuvimos una grandísima época de gloria, institucional y deportiva. Son recordadas las hazañas del equipo en donde se vislumbraba un fútbol exquisito, de toque y toque. El “Tiki Tiki” como le dicen ahora, era el estandarte de ese equipo. Nuestro club estaba en boca de todos, no sólo porque jugaba realmente bien, sino que le daba pelea a Boca o River en los primeros planos. Era el equipo del tano Belizzi, el loco Barboza, él petiso Cáseres, el martillo Cambero. Tiempo en los que él entrenador Stabile llamaba a jugadores de nuestro equipo a la selección nacional. Este paraíso futbolero duro unos diez años, pero las malas ventas, las malas incorporaciones, los malos dirigentes nos hundieron, sin embargo esa década será recordada siempre, sobre todo por los hinchas más viejos.

Ahora en estos duros tiempos que vivíamos teníamos un equipo malo, pero había peores en la categoría. Lo que hacía distinto a nuestro equipo es que era un rejuntado muy bizarro, donde convivían jugadores amateurs, jugadores que habían fracasado en otras divisiones superiores. En el arco tenemos al gallego Ángel, contador de profesión. Yo creo que le da lo mismo estar controlando en la ventilla del banco donde trabajaba de lunes a viernes, que tratar de atajar alguna pelota. Le daba lo mismo todo. Un gol, un depósito mal hecho, una salvará o cerrar el arqueo de la caja dos. El tres que teníamos el único pique que podía mandarse era con el Renault 19 con el que trabajaba de remisero por las noches. El “pelado” Alonso, en más de una ocasión jugo medio dormido y en más de una oportunidad tenía que volverse a pie porque los hinchas le pinchaban los neumáticos del 19, es gran tipo pero con eso no hacemos nada, si por ser un “buen tipo” ganaras algo, el padre Farinello ya tendría más balones de oro que Messi. El cinco que teníamos, era Miguel Monje, muchas veces los hinchas apostábamos sobre su edad. Unos le daban 32 años, otros 40, algunos arriesgaban y decían 25. Lo cierto es que esta rustica criaturita tiene una larga melena canosa y su barba es aún más blanca. Los compañeros aseguraban que Monje tenía 34 años y que desde los 14 años era canoso por una rara afección capilar, en cambio los plateistas tenían otra teoría: decían que por cada pase mal dado a Monje le salía una cana.


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¿De qué te ponés contento?

 Yo la verdad es que no te entiendo Cacho, la verdad que no te entiendo. Ni a vos, ni a todos aquellos que van a una cancha. O a esos hincha...


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