Slider[Style1]

Style2

Style3[OneLeft]

Style3[OneRight]

Style4

Style5

Una nueva clase de ultras fans: Los Donjuliers, grupos de dirigentes alborotados que son fanáticos extremos de Grondona.

Amado. Lo sería GRondona por los Donjuliers
Así como están las fanáticas alborotadas de Justin Bieber, llamadas “Beliebers” o las amantes de la banda irlandesa One Direction autodenominadas como “Directioners”; existe otra “tribu” de fanáticos “ortodoxos” de un líder “pop”, en este caso son los “Donjuliers”.

¿Pero quienes integran este grupo de fanáticos? Generalmente asi como las Beliebers van en un rango etario de 12 a 17 años, los Donjuliers son apasionados que están en un rango de edad que van desde los 40 años a los 80 años. Estos fans siguen a su máximo ídolo: Julio Grondona. Lo veneran, lo idolatran y algunos son capaces de entregarles el club que presiden con tal de poder seguir al ídolo. “Ayyyy siiiii Don Julio te amo, amo todos tus negociados, te seguiría hasa el fin del mundo” comenta Luis, un dirigente cincuentón autoproclamado Donjulier desde la primera hora. Este grupo de alborotados dirigentes, seguidores a ultranza de Don Julio, son encarnizados devotos de la figura de este personaje popular, algunos inclusos han hecho cosas fuera de toda razón con tal de poder permanecer como Donjulier. “Yo no sabía que era Donjulier hasta que me encontré con los lienzos bajos frente a Don Julio, la verdad me sentí como bendecido” comenta German, otro Donjulier.

A contramano de las Beliebers y las Directioners, los Donjuliers no se juntan en los hoteles donde se hospeda la estrella, sino que suelen reunirse adentro del edificio de la calle Viamonte 1366. En dicho edificio al igual que las Beliebers, los Donjuliers le declaran amor eterno al ídolo y juran que lo defenderán hasta la muerte.

Algunos Tips para entender quiénes son los Donjuliers.

¿Cómo se visten?
Generalmente los Donjuliers se visten elegantemente con trajes, corbatas al tono, siempre están a la moda de su ídolo y por eso se visten con las mejoras marcas, también imitan a Don Julio en la manera de conseguir los fondos para comprar dicha indumentaria.

¿Cómo se mueven los Donjuliers?
Generalmente se mueven en grupos: con abogados, contadores, barras bravas, periodistas partidarios afines.

¿Tienen rivales? ¿Quiénes son?
Así como las Beliebers se llevan mal con las Directioners, los Donjulieres se llevan mal con los “Viliers”, este ultimo es otro grupo revoltoso y alterado que siguen a Daniel Vila, ellos aseguran que Vila es el “Rey del pop paralelo”.

¿Cómo son estos Donjuliers?
Así como las Beliebers son adolescentes que desparraman hormonas, los Donjuliers son veteranos dirigentes millonarios garcas.

¿Cómo se identifican a los Donjuliers?
A las Beliebers se las identifica por alguna que otra vincha con el nombre de su ídolo o con cortes de cabello similares, banderas, remeras, etc. Los Donjuliers también son fácil de identificar, generalmente los clubes de los Donjuliers están casi quebrados, deben millones, están llenos de negociados, etc. Si algún club esta hecho mierda, es altamente probable que lo dirija un Donjulier.

Una posible dedicatoria de Trezeguet...

Un festejo que seguramente lo pensó más de uno...


"No sé si he sido claro" de Roberto Fontanarrosa

Antes que nada quisiera pedir, señor juez, señores del jurado, que sepan disculpar si, tal vez, en mi relato, ofendo sin querer el oído de la dama o el caballero, con palabras que puedan parecer "non sanctas". Pero es que el tema señor juez, en sí mismo, se hace un poco dificultoso de contar sin recurrir a esas palabras a las que hago mención.

Yo creo que ha sido el destino, el azar, el que me ha puesto en esta situación, la casualidad, y, lamentablemente, señores, no tengo, ni mucho menos, dotes de orador. Procuraré, a lo sumo, ser concreto y lo más breve posible. Pero quería dejar hecha la salvedad para que nadie, después, diga que no lo he advertido y se me pueda acusar de maleducado o boca sucia. Por otra parte, estamos entre gente madura que sabrá comprender lo que yo diga.

Ya sé, ya sé, señor juez, perdóneme. Iré al grano. Pero ocurre que no es fácil para un hombre humilde, como yo, desenvolverme en esta situación, frente a tan honorables mandatarios. Es el destino, como le decía, el que ha querido que yo fuese testigo de los hechos, y procuraré ser lo más claro posible, sin ofender a nadie. Voy a comenzar la historia por el principio, o al menos, voy a tratar, señor juez, señores del jurado, de darles una idea de quién era Miguel Panizo, Miguelito, como le decíamos en el barrio, el Burro Panizo. Y Miguel Panizo, allá, en Saladillo, era famoso por una cosa, señor juez, por su virilidad, su hombría. Y cuando digo su virilidad, su hombría, no me refiero con esto a que era un guapo, un hombre de coraje, o un tipo valiente. Eso no lo sé. Nunca lo demostró, o no tuvo oportunidad de demostrarlo. Tampoco era un tipo provocador como para tener oportunidad de demostrarlo. Todo lo contrario, Miguelito era un pan de Dios, un muchachote buenazo, señores. Por eso, cuando yo digo que Miguel Panizo era famoso por su virilidad me refiero a otra cosa. Y ustedes saben bien a qué me refiero. Me refiero, procuraré ser más explícito, me refiero... porque veo entre los presentes rostros algo dubitativos... algunos ya veo que me han comprendido... sí, sí... eso mismo... eso mismo... Pero seré claro, me refiero a que Miguel Panizo era famoso por el... digamos... por lo que calzaba... ¿Cómo explicarlo?... El aparato que calzaba, el sexo, digamos, el miembro viril, exactamente. Puedo asegurarle, señor juez, y perdone si soy muy crudo en mis términos, que era inhumano lo que tenía ese muchacho entre las piernas. Una cosa bárbara. Así, observe. Mi antebrazo, casi. Soy un hombre grande, he visto muchas cosas, pero puedo asegurarles que nunca en mi vida había visto algo así. ¡Una cosa tremenda! Por algo le decían "El Burro", a Miguelito. El "Burro" Miguel, porque como ustedes saben... noto que han comprendido por las miradas de todos ustedes... los burros son notorios por... Está bien, sí, señor juez, perdóneme... intento ser claro para ilustrar al jurado, y a la vez, no aparecer demasiado grosero para las damas que lo componen, también... Ellas sabrán perdonarme.

Sí, sí, continúo, señor juez. Puedo asegurarles, señores del jurado, que el atributo de Miguel Panizo era para ser expuesto en circos, en ferias públicas, de la misma forma que a veces se muestran terneros de dos cabezas, o jorobados, u otras deformidades físicas. Pero él, Miguelito, siempre se había negado a eso porque decía, y tenía razón, señores del jurado, que él no era un payaso, o un animal, para ser exhibido en una kermesse, o en algún circo. Y yo les aseguro, señores del jurado, que ese muchacho podía haberse ganado la vida muy fácilmente trabajando en el Tihany, o en el Ringlin Brothers, por dar un ejemplo.

Pero no, Miguel siempre trabajó en el Almacén de don Isidro, a la vuelta del club Calzada, como cualquier hijo de vecino. Pero eso sí, tiempo atrás solía aceptar desafíos, apuestas, de gente que venía de otras partes. Eso sí. Un poco porque no dejaba de ser una diversión para los muchachos del barrio, que lo seguíamos como quien sigue a un equipo de fútbol. Nosotros éramos su hinchada. Y otro poco porque así, de cuando en cuando, se ganaba los buenos pesos. Pero hacía mucho que eso ya no pasaba en Saladillo. El último que recuerdo, hace como ocho años, fue un... un bobalicón de Santa Fe... un grandote que jugaba al básquet y vino a desafiarlo a Miguel. Me acuerdo que la competencia fue a puertas cerradas, por supuesto, en la sala de los trofeos del club Unión y Gloria, frente a un escribano público, y estábamos todos. Se había acondicionado una mesa, quisiera explicarles el procedimiento a los señores del jurado, una mesa a la que se le había pintado, muy prolijo, en la madera, un sistema métrico, que llegaba al metro y medio, más o menos, y sobre esa mesa se hacía la exhibición... bueno... de las piezas. Disculpen las damas si me extralimito, porque veo... bueno... rostros un tanto ruborizados, pero entiendo que es mi deber de testigo aportar, en lo posible...

Está bien, está bien, señor juez, perdóneme. Pido disculpas. Quizás mi intención de colaborar hace que me extralimite... Sí, sí, continúo. Bueno, aquella vez del santafecino fue un fiasco porque Miguel le ganó, casi, por veinte centímetros. Sí, señores, advierto ciertas miradas suspicaces entre los honorables presentes, pero puedo jurarles por lo que más quiero, por el cariño de mi madre, que no les miento. Es que lo de Miguelito era pavoroso. Y estoy hablando del aparato... ¿cómo podría explicarlo?... del aparato en posición de descanso. No les hablo, no quiero contarles lo que era eso cuando entraba en actividad, porque en esos...
Bien, perdón señor juez. Lo que ocurre es que la gente suele no creer cuando uno les cuenta, piensan que uno está fantaseando, pero quiero recordarles que yo he jurado decir solamente, la verdad y no voy a defraudar ni la confianza que ha depositado en mí el jurado al llamarme a declarar, ni mucho menos la mirada de mi padre, quien, tal vez, desde el Cielo...

Ya sé, señor juez, perdón. Mil perdones. Continúo. Esa vez con el santafecino, fue la última vez que Miguel participó en un desafío de ese tipo. Estoy hablando de casi ocho, si no nueve años atrás. Pero, por lo demás, Miguel Panizo, llevaba una vida normal, tranquila, común. No era un hombre de farolear, digamos, de engrupirse con sus condiciones fuera de lo común. ¡Y mire que cualquiera pudiera haberlo hecho, en su misma situación! Más considerando, ustedes bien saben cómo son los barrios, ese culto que existe por el machismo, por la cosa viril. ¡Cómo se habla de eso en la barra del café, en el club, los chistes de los amigos, las cargadas, las bromas! Pero no, Miguelito ya dije que era un pan de Dios, no le daba mucha bolilla a esas cosas. Tampoco las desmentía porque no era tonto. No las desmentía. El sabía que, en la medida en que esa fama se difundiera, él sacaba sus buenas ventajas. ¿De qué modo? Permítame explicarlo, señor juez, dado que aprecio miradas algo confundidas entre los presentes. Todos sabemos que las mujeres son bastante curiosas, señor juez... No sé si me explico... No sé si ha sido clara mi intención. No sé si han logrado captar lo que quiero decir con esto... Un momento, un momento... quisiera aclarar, porque veo rostros un tanto enojados entre las damas del jurado... Es solamente lo que he dicho... En ese aspecto, en el aspecto de la relación, digamos, por así decirlo, hombre-mujer, la relación íntima, o bien, sexual, la mujer se dice que es más inquieta que el hombre. Más curiosa, la subyuga lo desconocido, o lo misterioso. Se siente atraída por aquello que no conoce. Al menos leí algo así en alguna revista especializada. ¡No quiero que se piense que yo, señor juez, soy el inventor de esta teoría! Creo haberlo visto en el "Maribel". O al menos algunas mujeres son así, si no todas. Por lo menos, y eso doy fe, lo juro por la salud de mis hijos, en el barrio yo he visto varias mujeres, incluso digo más, muchas de ellas "señoras", "señoras respetables", venir al club a la hora en que ellas sabían que nos reuníamos los muchachos, para verlo al Miguel. Y le buscaban la conversación, le "daban calce", como dicen los muchachos. Y el Miguelito aprovechaba, porque era un grandote algo quedado en algunas cosas, pero de tonto no tenía nada. Y al día siguiente se las veía a esas mujeres con el rostro cambiado, con una sonrisa, así, como perdidas y uno entonces sabía que el Miguel les había hecho saber lo que es la buena eh... ustedes ya me comprenden, la buena... creo ser claro, la buena herramienta, disculpen si soy crudo en mis palabras. Y voy llegando al núcleo de lo que tengo que contar, según todos sabemos, y pido disculpas si me he excedido en detalles irrelevantes, vuelvo a repetir que no soy orador y...

Bien, señor juez, tiene razón. Perdone usted. La cuestión es que una semana atrás, el lunes pasado, sí, el lunes pasado, llega al barrio un enano. Un enano de Resistencia, Chaco. Se imagina, señor juez, que la noticia corrió enseguida porque un enano es muy notorio, siempre, por la misma razón de su baja estatura. Pero este enano, señores del jurado, Sosa se llamaba, o se hacía llamar, desafió al Miguelito. Así como lo oyen. Podría sonar como una petulancia, o una falta de humildad de parte del enano, desafiar a un coloso como Miguel, pero ustedes bien saben lo que se dice, lo que se comenta en torno a los enanos... No sé si soy claro... No sé si ustedes entienden el sentido de lo que quiero transmitirles, porque veo algunos rostros como... como que no comprenden. Se dice, no sé si es cierto, que los enanos, a pesar de su escasa talla, de su tamaño reducido, están, podríamos decir... están muy bien provistos.

Bien, señor juez, sí, sí, comprendo, continúo. No... Además veo que me han comprendido perfectamente, veo por sus miradas que ellos también conocen la fama de estos enanos, o al menos han oído de ella. Incluso a este Sosa, Marcial Sosa, el enano que se presentó en el buffet del club el lunes pasado, le decían el "Brasero". Por supuesto que es un apodo, que no configuraba un dechado de imaginación porque es un apodo muy remanido, digamos, porque... claro... no le decían el "Bracero" porque hubiese trabajado en la zafra... y perdonen la ironía. No sé si me llegan a entender. No sé si comprenden, en especial las damas, porque noto ciertas caritas como que no entienden. El brasero, por el brasero brasero, el aparatito para calentar cosas, la pava, digamos. El brasero que como todos sabemos tiene tres patas y suele llamarse así a ciertas personas, lógicamente, hombres, cuando se comenta que, justamente...

Muy bien, muy bien, señor juez, es que intento ser lo más gráfico posible. Perdone usted. Disculpe. Continúo y sepan disculparme las damas si soy un tanto crudo en mis explicaciones. En el club de inmediato se creó una efervescencia ante el desafío del recién llegado del Chaco e, incluso, comenzaron a tejerse historias disparatadas. Usted sabe cómo son las barras de los clubes. Cómo se habla ahí al divino botón. Porque este enano era del Chaco y el Miguelito Panizo también es chaqueño. No de Resistencia pero sí del Chaco. De Roque Sáenz Peña, creo. Se vino acá hace como quince años, pero es del Chaco. Y se empezó a decir en la mesa del club que en Chaco todos los hombres son así, que era así por la alimentación, o por el clima seco, qué sé yo. Hasta que Fermín, el Toto Fermín, que es el macaneador mayor del club... Usted sabe, señor juez, que en todo club, en todo barrio hay un macaneador, un loco, un tontito, bueno... Fermín, que es el macaneador del club, inventó que el enano era en realidad hijo de Miguel, un hijo natural, que por eso estaba también digamos... que por eso cargaba también su buen, su buen aparato, que Miguel había huido del Chaco justamente por eso, para no hacerse cargo del enano y todas esas cosas. ¡La que se armó! De cualquier manera el desafío ya se había concertado, Miguel había dicho que sí, y el enano había apostado cualquier guita a su... a su pingo. No me pregunten cuánto porque mentiría si les digo, pero sí que era una cantidad más que considerable, se hablaba de dólares, incluso. Bueno, el miércoles a la noche, fue la cosa. Se cerró el club con la excusa de que había desinfección, nos fuimos todos para el salón de los trofeos, éramos como treinta, y allí estaba la mesa ésa que yo ya les expliqué, se había acondicionado como para este tipo de... confrontaciones. Quiero aclarar que en este tipo de cosas no se aceptan mujeres ni niños, que quede bien claro que es nada más que una competencia con un público exclusivamente de hombres. No hay ninguna corrupción ni porquería. Estaba también el escribano, pero no se permitían fotógrafos.

El enano llegó medio tarde, cuando ya pensábamos que se había borrado, temeroso de pasar papelones. Pero llegó, agitado, con un envoltorio alargado de papel de diario bajo el brazo, donde decía que traía una regla para constatar las medidas. Ahí se armó medio una discusión porque hubo que decirle que él obraba en condición de desafiante, y que acá las cosas se regían por las reglamentaciones de la provincia de Santa Fe, y esas cosas. Yo no sé qué había de cierto en todo eso, pero supongo que los muchachos medio lo apuraron para no dejarse prepotear por un desconocido de afuera que venía a desconfiar de nosotros, y para colmo, enano. De cualquier manera, después de la parada de carro, hubo que hacer las cosas bien por derecha, no fuera a ser que el enano, o el mismo escribano, pensaran que los queríamos llevar por delante y robarles el dinero. El escribano sorteó quién debía... digamos, desenfundar primero. Y salió elegido Miguelito, pobre. Miguel peló el termo y lo puso sobre la mesa. Una cosa monumental, vea. El enano se puso pálido, yo lo estaba mirando de reojo, blanco se puso. El escribano midió, no sé bien cuánto acusó Miguel —si lo supiese no me lo creerían—, y le tocó el turno al enano. Yo vi que el enano agarraba la regla envuelta en papel de diario y pensé: "Este no está convencido. No lo puede creer". Y por ahí el enano saca del envoltorio alargado, no una regla, saca un machete de este porte, de esos de abrir picadas en el monte y...
Cuando revivo esa escena le juro, señor juez, que me recorre la columna vertebral un estremecimiento de arriba abajo. Fue un solo tajo, señor juez, un machetazo seco sobre la mesa... Mire... El aparato de Miguelito era una víbora, un brazo mutilado retorciéndose sobre la mesa. No quiero abundar en detalles porque veo en los rostros transfigurados de todos ustedes... el mismo espanto que sentí yo... Pobre Miguel... Después nos contaron que este enano, Sosa, había resultado el marido de una mujer que un día probó con Miguel, allá en el Chaco. No sé. Una historia así. Y que se la había jurado al Miguel. El enano era obrajero. ¡Cómo son las cosas! ¿De qué vale, a veces, tener tanto, señor juez? Me pregunto yo... ¿de qué vale tener tanto?

Roberto Fontanarrosa

El Luis Suarez del ascenso

Paso ayer y ya recorrio buena parte de los medios esta "mordida". En el partidazo que ayer jugaron Boca Unidos de Corrientes contra Unión de Santa Fe, se le salio la cadena a José Martínez Gullota o mejor dicho le salio el Hannibal Lecter de adentro y le estampó la dentadura a Diego Jara de Unión en la espalda, no se sabe si lo hizo cariñosamente buscandole la nuca o que, lo cierto es que es la primeras vez que muerden a un jugador y no es Caruso Lombardi con el 15%.

 

"Edmundo Cachín Medina" de Roberto Fontanarrosa.

Todavía me acuerdo bien de esa trompada. Fue un derechazo en directo, seco y fulminante como un hondazo, que lo tomó a Medina lanzado al ataque, caminando. La recuerdo porque, a pesar de que eso ocurrió en el sexto round, fue el golpe que, para mí, definió la pelea. 'Cachín' mandó al ataque, como siempre lo hacía, abierto, la guardia desarmada, con esa guapeza indígena que lo caracterizaba y el contragolpe lo agarró viniendo. Fue un morterazo. Creo que ninguno de nosotros vio la mano. Se escuchó un estampido y vimos la cabeza de Medina salir despedida hacia el ring-side. No lo digo metafóricamente. El derechazo de Donald 'Varicela' Dinsmore arrancó la cabeza de Medina. La cabeza desapareció de cuadro y hubo una ducha de sangre espumosa que cubrió a los espectadores de las primeras filas y a nosotros, los periodistas. Edmundo 'Cachín' Medina quedó clavado en el medio del ring, con las piernas agarrotadas y, ahora sí, por fin, la guardia alta.

Recuerdo que, después del "¡Uhhh!" que provocó en los cuatro costados del "La Brea Stadium Center" de Los Ángeles el tremebundo derechazo del grone sobre la humanidad de nuestro crédito pugilístico, nos miramos con Ruiz Elías, que relataba las incidencias de la puja al lado mío: no podíamos creer que 'Cachín' Medina siguiese en pie tras tamaño impacto. Pero el mendocino era de fierro, aunque no lo admitiésemos nosotros ni el mismo referí, el sudafricano Cecil Vereeniging, quien inició el conteo de protección.

¿Por qué le cuenta? ¿Por qué le cuenta? -escuché gritar indignado a Pellizeri, desde el rincón de Medina. Y tenía razón, pese al aturdimiento que sin duda había provocado el golpe en 'Cachín', este se mantenía de pie, erecto, con la guardia armada y dispuesto a continuar la lucha. Medina abría los brazos en un gesto de incredulidad y luego retornaba los puños protegiendo la zona alta. Pero el árbitro no se detuvo hasta llegar a los "ocho" reglamentarios.

-¡Es muy difícil ganar acá! -escuché vociferar, por completo alterado, a Ruiz Elías. El público atronaba el estadio y la temperatura debía estar cerca de los 50 grados.

-¡Voló el protector bucal del argentino! -oí también acotar muy cerca mío. No me había percatado de eso, encolerizado como estaba ante la actitud del árbitro. Máxime, considerando que el nuestro ni siquiera había tocado la lona. No la había rozado ni con un guante.

Es más, el formidable derechazo del moreno lo había clavado en su sitio, eso sí, pero no había llegado a hacerlo retroceder. Quizás si la cabeza de 'Cachín' no hubiese sido arrancada de su implantación natural, tal vez si los músculos y arterias del cuello hubiesen soportado el mandoble, en ese caso, sí, el cuerpo de 'Cachín' hubiese sido catapultado hacia atrás, arrastrado por el vuelo de la cabeza y, es posible, incluso, que hubiese ido a parar a la horizontal ignominia del tapiz. Pero no, el tortazo impresionante del grone lo había decapitado limpiamente y el cuerpo fibroso de Medina seguía allí, un hito en medio del ring y esperando, ya a pie firme, el próximo embate del campeón.

Palpé mi camisa bajo la corbata y advertí que estaba empapado en sudor. La fina llovizna de sangre que nos llegaba desde el cuadrilátero, más que refrescarnos, nos entibiaba. Donald "Varicela" Dinsmore se lanzó sobre el nuestro como un tigre apenas el árbitro finalizó el conteo de protección. El minuto siguiente, hasta el salvador sonido del gong, fue una persecución incesante del negro sobre 'Cachín', quien, con las piernas y brazos agarrotados procuraba prendérsele de cualquier parte con tal de no terminar con su humanidad sobre la lona.

Pocas veces he visto una expresión tan cargada de ferocidad como la que se advertía en aquellos dos pequeños y perversos ojos de 'Barracuda' Dinsmore. Apenas 'Cachín' inició el retorno, vacilante, hacia su rincón, yo también abandoné mi puesto y me acerqué.

-¡No te tocó! ¡No te tocó! -lo alentó Pellizeri, cuando 'Cachín' se hubo desplomado sobre el banquito, en tanto, con una esponja húmeda, procuraba eliminar los rastros de sangre de las botas del desafiante.

-La venís llevando bien, pibe -lo confortó, también, Martín Lejarza, masajéandole las piernas trémulas.

Sin embargo, 'Cachín' meneando ese rojo muñón que le asomaba entre los hombros, dijo:
-¡No veo! ¡No veo casi nada del ojo izquierdo!

Don Luis Pellizeri se hallaba empeñado en controlar la hemorragia.
-No es nada -mintió-. Tenés muy hinchado el párpado.

-No veo. No veo nada -escuché que insistía 'Cachín'.

-¡No podés aflojar ahora, pibe! -lo sacudió por los hombros don Luis-. ¡No podés aflojar! ¡Esto es el título del mundo! ¡No es una pelotudez cualquiera! ¡Es el título del mundo!

No podía saberse si 'Cachín' negaba con la cabeza porque no la tenía, pero yo, con alguna experiencia en el mundo del boxeo, juraría que era lo que estaba haciendo.

-¡Pensá en tu vieja, allá en Mendoza! -acicateó don Luis, apelando a la vena sentimental-. ¡En tu abuelo que está en el ring-side, en tu novia, en los muchachos que se vinieron desde Tunuyán para verte, 'Cachín'! ¡Pensá en todos ellos! ¡No podes aflojar, carajo!

Podía sonar un poco cruel el empleo de aquel sistema casi extorsivo para lanzar de nuevo a la pelea a un púgil que ya contaba con muy pocas o, tal vez, ninguna posibilidad de alcanzar la victoria. Pero el boxeo es un deporte duro, una pelea por el título del mundo no es una oportunidad que se consigue todos los días y lo cierto era que la sangre que manaba de las seccionadas arterias del cuello se había detenido en su fluir.
Cuando 'Cachín' se puso de pie para enfrentar el séptimo round, llegó un rugido de entusiasmo desde el sitio alto de las tribunas, donde se había abroquelado la seguidora barra de argentinos. El "¡Vaaaamos, 'Cachín'!" volvió a oírse, nítido, cuando sonó el gong llamando a la pelea.

Reconozco que todo aquello me había sorprendido. Yo tenía conocimiento de la mandíbula de cristal de Edmundo 'Cachín' Medina. Me había contado que una vez, en Rancul, Emérito Santamaría lo calzó en la pera al mendocino no ya con un impacto directo, sino con un movimiento de su mano derecha que no era otra cosa que un saludo hacia un familiar que se hallaba en las graderías. En esa oportunidad 'Cachín' había puesto los ojos en blanco y se había desplomado inerte sobre la lona para despertarse dos días después en la calidez de su hogar, cuando ya su madre desesperaba pensando hallarse ante otro caso de vida vegetativa. Pero en la noche del "La Brea Stadium Center" de Los Ángeles, lo que le había flaqueado era el andamiaje del cuello, revelándose de una fragilidad llamativa. Admito, no obstante, que los directos del grone eran las coces fulminantes de una mula. Y en el séptimo round, de esos piñones, de esas manos tremebundas que salían disparadas con la velocidad y contundencias de misiles eludiendo la guardia de 'Cachín' hasta macerar las carnes castigadas de este, pude contar más de ochenta. Faltando un minuto, el tronchado cuello del mendocino volvió a sangrar y, aún hoy, no me explico cómo pudo hacer ese muchacho para retornar a su rincón por sus propios medios al reclamo del gong. De nuevo me acerqué hasta allí, ya que había visto la severa figura del médico trepando al ring para observar si 'Cachín' podía seguir. Confieso que rogué por que el facultativo diese por terminada la pelea, si es que podía llamarse pelea a tal carnicería. Sin embargo, el médico estudió un par de segundos el orificio de la tráquea, palpó con cuidado algunos terminales nerviosos e hizo a Pellizeri una aprobación con su cabeza. Podía seguir. Creí que eso alegraría al veterano hacedor de púgiles, a juzgar por lo que le había oído decir en el descanso anterior. Pero me equivoqué.

-Mire, pibe -le oí decir, junto al lugar donde habría estado, hipotéticamente, la oreja de 'Cachín' Medina-. Usted ya hizo suficiente. No es pavada aguantarle ocho rounds a 'Varicela' Dinsmore. Ya nadie le va a decir nada en la Argentina. Al contrario. Usted ya es un héroe nacional. Usted ya guapeó más que suficiente. Si no puede seguir, dígame y le tiro la toalla.
Don Luis conseguía mantener su voz en un tono decoroso, pero pude ver lágrimas en sus ojos como así también en los de Settimini y Lejarza.

-¡No! -se ofuscó 'Cachín'-. ¡Sí, en cualquier momento, lo saco, don Luis! ¡El negro es fuerte pero le entran como a cualquiera! ¡Tengo que terminar los quince round, don Luis, tengo que terminar!
Ni él mismo creía en la posibilidad de una mano providencial que diese por tierra con el campeón de los medianos. Confuso, debilitado por la pérdida de sangre, disminuido físicamente por la pérdida de la cabeza, exigua su reserva de aire, era ingenuo suponer que pudiese alcanzar a una roca como Donald 'Varicela' Dinsmore y voltearlo por toda la cuenta.

-¡No puedo hacerles eso a los muchachos, don Luis! -insistió 'Cachín'-. ¡No puedo perder por nocaut! ¡No puedo hacerles eso a los muchachos que se vinieron desde allá!

-¡Vaaamos, 'Cachín'! -se escuchó, solitaria, la voz de aliento desde la tribuna, sobre el rumoreo incesante de los yanquis que comentaban la paliza a la que estaba siendo sometido nuestro crédito.

-¿Escucha? ¿Escucha, Don Luis? -se animó 'Cachín'-. ¡Ese negro no me puede tirar!

Y también vale recordar otro detalle: en su prolongada carrera profesional de 36 peleas, a pesar de sus cinco derrotas, Edmundo 'Cachín' Medina nunca había sabido de la humillación de ir a la lona, nunca había visto elevar la mano de su rival desde la vergonzante posición yacente, salvo el caso de aquel malhadado golpe de Emérito Santamaría, en Rancul, donde tampoco había visto nada dado su estado de total inconsciencia. Y ahora no podía caer ante los ojos del mundo entero, depositario de la confianza y el orgullo de todo un país.

No obstante, en el décimo round, 'Cachín' Medina fue ocho veces a la lona, siete en el undécimo, dos en el duodécimo (aquí 'Varicela' se tomó un descanso aduciendo cierto dolor en los nudillos) y nuevamente ocho en el decimocuarto. El público no podía creer en esa demostración casi inhumana de coraje, fortaleza física y anímica, y la gritería ensordecedora pedía, suplicaba, exigía a Dinsmore que destrozara al argentino.

La barra nuestra había enmudecido. Sólo de tanto en tanto, en algún momento de relativo silencio producido al caer de nuevo 'Cachín', o ante el estupor que producía su reincorporación, se dejaba oír una voz trémula: "¡Vaaamos, 'Cachín'!".

Aquel último descanso previo al round final, el rincón de Medina era un infierno. 'Cachín' volvió a sentarse convertido en un moretón gigante.

Tenía hematomas y cardenales hasta en las pantorrillas, los codos pelados de tanto caerse y la sangre manaba libremente por las arterias que asomaban, enredadas, por su cuello tronchado.

-¡Basta pibe, esto es una locura! -procuró ponerse firme don Luis Pellizeri. 'Cachín' no contestó nada, no tenía aire para hacerlo. Pero un puntapié que pegó contra el balde de plástico fue más clarificador que cualquier respuesta. Faltaba un solo round, tres minutos apenas lo separaban de la gloria de retornar a la Argentina con los honores del derrotado digno, de ese campeón moral que tantas satisfacciones nos ha dado a través de nuestra historia deportiva. Ya sería imposible disuadirlo de continuar la pelea. Y otra vez el aliento desde lo alto de la tribuna vino en su ayuda.

-¡Vaaamos, 'Cachín'! o 'Cachín' levantó la mano, exigiéndole a don Luis que prestase atención a ese grito, a ese reclamo, a ese apoyo.

-¡No me puede tirar! -exclamó Medina, por último. Y se lanzó al decimoquinto round.

No olvidaré mientras viva lo que fue aquello. Porque el negrazo se abalanzó sobre el nuestro como un búfalo, desesperado, incrédulo ante tanta tozudez, ante tanta terquedad, ante tamaño heroísmo vano e inconducente.

Le pegó como si lo odiase, como si lo conociese de antes, como si 'Cachín' le hubiese insultado la madre. Siete veces fue 'Cachín' a la lona y tantas otras se puso de pie, ya parecía una exhibición de flexiones. Faltando treinta segundos nos pusimos a saltar y el gong final nos sorprendió brincando como pibes, llorando de emoción y unidos en el coro de "¡Argentina! ¡Argentina!".

Donald 'Varicela' Dinsmore, 'El plesiosaurio repugnante de Portland' como lo llamaban en su hogar, había ganado por 43 puntos (en mi tarjeta yo tenía contabilizada una diferencia a favor del yanqui de 38 puntos, aunque aquello no modificaba las cosas) pero el triunfador parecía el nuestro sobre el ring. Sus segundos, don Luis, periodistas y muchos argentinos residentes en Los Ángeles saltaron al tapiz e improvisaron un carnaval de vítores y abrazos como si 'Cachín' hubiese ganado. Hasta llegué a escuchar que alguien le decía que le habían robado la pelea.

En medio de aquel pandemónium, segundos después que 'Varicela' Dinsmore con rostro contrariado, se acercaba a felicitar a 'Cachín', el micrófono inquieto de Ruiz Elías logró filtrarse entre brazos, gritos y apretujones hasta la carótida del mendocino.

-¡Para la Argentina, campeón, para la Argentina! -se desgañitó Ruiz Elías.

-¡Tenía que terminar de pie! -alcanzó a gritar, sollozante, 'Cachín'-. ¡Por todos estos muchachos, por todos los que vinieron a verme desde la Argentina, por los amigos de Tunuyán, por esa voz de aliento que me llegaba desde la tribuna, no podía caer!

-¡Grande, 'Cachín', grande! -vociferó un muchachón, a quemarropa, sobre el micrófono.

-¡Hice todo lo que pude! -terminó 'Cachín'-. ¡Hice todo lo que pude! ¡Más no podía hacer!

Los diarios americanos brindaron abundante información sobre la pelea. Pero lo que más llamó mi atención fue una notita corta, dentro de una de las secciones que habitualmente suelen dedicarse a diálogos previos o posteriores al evento, anécdotas, apostillas y detalles jugosos. Parece ser que, en la mañana siguiente a la noche del combate, uno de los encargados de la limpieza del "La Brea Stadium Center" encontró, en las graderías de la tribuna popular, entre hojas de diarios, vasos descartables de gaseosas y latas de cerveza, la cabeza de 'Cachín' Medina. Cuando la levantó, sostenida por el pelo, la cabeza aún insistía en un hilo de enronquecida voz: "¡Vaaamos, 'Cachín'!".

Roberto Fontanarrosa


Mes homenaje a Roberto Fontanarrosa.

Como ya sabrán muchos, en la página somos Fontanarrosistas, una especie de “Fontarrosiers” tal como se dice actualmente. Pero el ídolo ya no está, se fue un 19 de julio del 2007. Algunos dicen que se fue de gira, otros en cambio sostienen que se fue a jugar un picadito eterno, tal como solía hacer. En cambio otros afirman que está en una mesa de algún café del cielo. Sin embargo si uno agarra los trabajos del Negro, notara que no se fue muy lejos, su humor irónico sigue entre nosotros y cada día que pasa sigue estando más vigente que nunca. Su humor fue el que nos daba un empujoncito para reconciliarnos con la realidad, con esos problemas que uno tiene en la cotidianeidad. Que mejor que seguir recordándolo por intermedio de sus trabajos.
Por tal motivo, decidimos hacerle un “mes homenaje”, durante todo este mes de noviembre iremos publicando laburos de su pluma, ya sea dibujos —relacionados al fútbol—, cuentos —relacionados y no relacionados con el fútbol—, etc. También pondremos alguna que otra entrevista o nota que dio Fontanarrosa en vida ¿Por qué en noviembre? Simple: el Negro nació un 26 de noviembre de 1944. Era domingo y el parto había sido normal, salvo por un detalle el bebé resultó negro y canalla, tal como él mismo lo afirmaba. Hoy por hoy estaría próximo a cumplir los 70 años. Por ello, le hacemos un mimo al ídolo que ya no está.
Todos los sábados de noviembre pondremos sus cuentos, dejando de lado los cuentos propios de la página y de otros conocidos autores, tal como lo venimos haciendo. En cambio los chistes gráficos —al igual que las entrevistas—  los publicaremos los días de semana, ya sean sus viñetas sueltas o las tiras de Inodoro Pereyra. En un rato arrancamos con un cuento de box: Edmundo Cachín Medina.

Porque el negro no gano un premio nobel de literatura, pero nos hizo cagar de risa con sus libros.


El antiequipo de la semana

Arriba: German Lerche (¿ex? Presidente de Colón, garca); Roberto Bugallo (Presidente de All Boys, boludo, deudor de sueldos); Ricardo Gareca (Entrenador de Vélez, pelilargo, perdió la mística); Pablo Calvari (Periodista de River, hincha de Chacarita, hincha de River, Passarelladependiente, enemigo de Distasio, errador compulsivo de primicias); Daniel Passarella (Casi ex presidente de River, inútil, puteado); Ramón Díaz (Entrenador de River, inútil, vendehumo); Teo Gutiérrez (Delantero de River, conflictivo, quilombero, violento, dethmetalero).

Abajo: Wanda Nara (Casi ex mujer de Maxi López, petera, ex virgen, botinera); Maxi López (Tronco, corneta, tipo con suerte); Departamento Medico de Boca (Lugar muy concurrido por los jugadores); Julio Grondona (Presidente de la AFA, garca, octogenario, multimillonario); Juan Carlos “Toti” Pasman (Periodista, abogado, puteable)

Selección
Por primera vez hoy hay 12 jugadores, el primero de ellos es Germán Lerche, el hoy presidente de Colón con pedido de licencia indeterminada. Al cierre del antiequipo de la semana pasada a Colón de Santa Fe aun no lo habían notificado de la perdida de los seis puntos por la deuda con el atlante de México, a todo esto se le suma el quilombo que hay con el pago del pase de Rubén Ramírez (hoy colgado) a Godoy Cruz, la gestión de Lerche deja a un Colón sumido en una crisis deportiva e institucional de un terrible calibre.
Otro presidente que no paso una buena semana fue Roberto Bugallo, el mandamás de All Boys sufrió un paro por parte de los jugadores (luego el cuerpo técnico se sumó en solidaridad con ellos), el plantel de All Boys aduce una deuda atrasada de tres meses, lo cual Bugallo reconoció y sostuvo que no era para hacer un paro, si no que era para “hablarlo”.

No son días de gloria para Ricardo Gareca, el tigre que se encuentra muy lejos de la cima de este torneo inicial ahora se quedó afuera de la Copa Sudamericana. Teniendo en cuenta que en el semestre anterior Vélez gano la Superfinal contra Newell’s, este semestre el equipo de Gareca no jugara ya por nada, encima hay una merma en el juego. Además parece indicar que don Ricardo se marcharía al final de este torneo.
Son turbulentos los días que vive River Plate en cuanto a lo deportivo y a lo político. En la semana, el Kaiser, Daniel Alberto Passarella se bajó de la candidatura, las encuestas lo mostraban más abajo que River en este torneo inicial. Esta “renuncia” a ser candidato fue tomada como  un alivio para muchos hinchas de River, salvo por uno: Pablo Calvari. El periodista partidario que habría fajado una vez a Distasio, se mostró muy entristecido con esta decisión y no tuvo descaro en hacer su descargo de lágrimas por twitter, además Calvari se la pasa errando en cuanto a primicias. La cosa es que primero tiro que Passarella se presentaría a elecciones, ya casi cuando el rumor de la no presentación era casi un hecho, el periodista salió a “marcar el camino” y a tirar como primicia que el Kaiser no se presentaría a elecciones.

El riojano caudillo y con huevos de Ramón Díaz, volvió a caer estrepitosamente frente al Lanús de Guillermo Barros Schelotto. Ramón se la paso hablando de esta Copa y su equipo frente a Lanús desapareció como su humildad frente a una cámara. Sin embargo el técnico más ganador de River ya está pensando en el River del próximo campeonato, ya habla de la vuelta de D’Alessandro y Cavenaghi. Recordemos que Ramón fue el que se desgarro las vestiduras para que le traigan a Fabbro y a Teo Gutiérrez, este último hizo un gol contra Lanús por la copa, pero sirvió menos que el arma de juguete que pelo contra Saja allá lejos y hace tiempo en Racing. El tema es que la paciencia del hincha de River se empezó a agotar y los rumores en contra del colombiano empiezan a caer.

Todo parece indicar que Wanda Nara y Maxi López van camino al divorcio. Los “Caniggia-Nannis” de esta década se distanciaron, son muchos los rumores, los más fueres indican que Mauro Icardi cruzo el puente con las medias de lana y lo hizo corneta a Maxi. Ella por su parte se vino para la Argentina a ventilar su divorcio. Dicen que el representante ahora le está buscando novia a Maxi López, ya tendría arreglada una cita con Scarlett Johansson.

El lugar más concurrido por los jugadores de Boca en estos momentos, no es ningún conocido boliche, sino que es la Enfermería del club. Si no pasaste por la enfermería del club, no sos jugador de Boca. El tema de las lesiones ya levanto polvareda el preparador físico, Juan Manuel Alfano,  y el presidente, Daniel Angelici. El “tano” sostuvo que: "Estamos ocupándonos junto al cuerpo médico. Sabemos que estamos arriba del promedio de lesiones", el tema es que Alfano había dicho que las lesiones estaban en el promedio. Con la lesión de Sánchez Miño, Boca llega al extraño record de 45 lesiones desde que volvió Bianchi.

Un titular indiscutido en esta sección, Julio Grondona volvió a anunciar su retiro para el 2015, además sostuvo que los hinchas visitantes volverán a las canchas… en el 2014, si es que se logra implementar el sistema de AFA Plus en la totalidad de los estadios. También se sortearon las entradas para el mundial del año que viene, si bien fue un sorteo en el que políticamente no se podía influir, cualquier ocasión es propicia para putear a este garca.

Luego del párate por las elecciones volvió el Show del Fútbol, el tema es que no estuvo el conductor titular, Alejandro Fantino, por ello lo tuvo que suplantar el siempre querible Juan Carlos “Toti” Pasman, quien no lo reemplazo del todo bien al blondo santafesino, como si lo hizo en ocasiones anteriores. Se lo vio muy sobreactuado, acelerado y el programa se lo tuvo que salvar un novato, el “pipi” Novello, quien improviso un Stand Up de imitaciones.

Banco de Suplentes.

Mauro Icardi (Cruzapuente, pata e’ lana)
Fernando Niembro (Comerciante compulsivo)
Justin Bieber (No lo agregamos porque las “Beliebers” son más peligrosas que una horda de barras de Chacarita y Nueva Chicago)
Gerard Piqué (Burro, dominado)
Sorteo de entradas para el Mundial (mezquinos, pijoteros)

¿De qué te ponés contento?

 Yo la verdad es que no te entiendo Cacho, la verdad que no te entiendo. Ni a vos, ni a todos aquellos que van a una cancha. O a esos hincha...


Top