—Hace mucho frío, casi no puedo
moverme —dijo Ernst mientras atrapaba una lagrima con la lengua. Siendo lo más
cercano a una cena que tuvo en los últimos dos años. Ernst había escapado del
horror de Treblinka junto a otros cinco compañeros. La helada mañana polaca los
abrazaba como una cruenta armadura. Sus cuerpos tiritaban de frío. Lukas, el
más joven de ellos, lloraba desconsoladamente.
—Deja ya de llorar Lukas, mejores
tiempos vendrán —trato de calmarlo Ernst.
—No puedo, no sé qué es más
cruel, si este frío que me paraliza o saber que lo he perdido todo —dijo
sollozando Lukas.
—A veces pienso que hubiese sido
mejor morir en ese campo de exterminio —sollozo Mathias.
—No mires hacia atrás o te
volverás loco —tercio Grzegorz
—Todos de pie, se me ha ocurrido
algo —ordeno Louis, quien era el más veterano de los seis— despójense de sus
camisas.
— ¿Tan solo tenemos puesta una
camisa para resguardarnos del frio y tu pretendes que nos la quitemos? —se
alarmo Robert.
—Por eso mismo. Conozco una forma
de olvidar el frío y el terror, aunque sea por unos momentos —contesto Louis.
Todos se desabrocharon sus camisas y se las entregaron. Acto seguido, Louis fue
tras unos enormes arbustos que adornaban la estepa polaca.
Al cabo de unos minutos volvió
con una rustica pelota de trapo hecha con todas las camisas. Ante la mirada
atónica de sus compañeros, la dejo en el piso. Fue en busca de unas rocas y las
acomodó simétricamente como para formar dos arcos. Se acercó al grupo que aún
permanecía boquiabierto.
—Ustedes dos vengan aquí, jugaran
conmigo —ordeno Louis señalando a Robert y Lukas — Ustedes tres —les dijo a los
restantes— nos enfrentaran.
—¿Y yo que hago? —Pregunto
Mathias, quien estaba rengo producto de una esquilarla de mortero que se le
había incrustado en la pierna.
—Tú nos alentaras…
Y jugaron un partido de fútbol.
Al cabo de unas horas —algunos sostienen que fueron días, otros en cambio
dijeron que fueron semanas e incluso meses— no sentían frío, no sufrían el
dolor de la perdida y Mathias estaba contento, feliz alentando uno a uno a sus
compañeros, como esa mañana fría en Treblinka, alentando a sus compañeros para escapar
de ese tormento. Por fin eran libres. Libres como el fútbol de antaño.
Toni Schweinheim
Obra Publicada, expediente Nº 510614. Dirección Nacional del Derecho de Autor
Por Toni
Seguilo!
FACEBOOK
No hay comentarios.: