Muchos de ustedes trabajan, algunos lo harán en una oficina, otros en un comercio, etc. Siempre tenemos un ámbito laboral con compañeros con los que nos llevamos mas o menos bien, algunos serán simpaticos otros unos rompebolas, otros medios garcas, etc. Mezclamos eso con el fútbol y te traemos esto que titulamos "Dinos como eres trabajando y te diremos que personaje fútbolero eres".
El empleado Bielsa
Llega a las siete de la mañana cuando su horario
habitual es el de las nueve. Se pone a repasar la agenda del día, generalmente
nunca tiene trabajo atrasado. Estudia meticulosamente todas las tareas del día,
se cronometra en algunas tareas, es meticuloso en todos los detalles. Suele
participar de todos los simulacros que haga la empresa, desde un simulacro de
incendio hasta un simulacro de resucitación de potus de helecho de oficina, en
todos los casos se lleva material y los lee en el colectivo mientras va para su
casa. Al momento de tomarse la hora de almuerzo ya conoce todos los tiempos,
cuando tardará en bajar por ascensor y el promedio de gente que hay en le fila
de la pizzería de la vuelta. Usa 15 minutos exactos para comer, unos 10 minutos
para lavarse meticulosamente los dientes. Es capaz de realizar múltiples
informes a la vez, desde un informe detallado de gastos, pasando por un informe
de gestión técnico-administrativa del área hasta un informe de consumo eléctrico
de la cafetera. Los “viernes casuales”
siempre viene con joggings.
El empleado Caruso Lombardi
Llega siempre con media hora de retraso, a
veces de una hora o más, suele quedarse dormido, ni bien llega a la oficina lo
primero que en la computadora es abrir Facebook, Twitter y cualquier red social
para hacer tiempo. Con su retraso suele
dar las excusas más espectaculares, siempre le echa la culpa al tránsito, a
piquetes inexistentes o que el bondi no le paro. Por más que viva a tres
cuadras del trabajo. Tiene en su escritorio una pila de trabajo acumulado que
no hace porque suele echarle la culpa a otras áreas o gerencias de la empresa. “Todavía
no pude hacer el informe porque me falta un memo de Contabilidad”, ese memorándum
nunca lo pidió y es poco factible que lo haga. En las reuniones con los jefes
suele vender humo a lo pavote proponiendo nuevos procedimientos inverosímiles del
tipo de “como mejorar la productividad laboral cambiando la presión de agua de
los dispensers de agua, ya que si sale poca agua la gente demora mas en llenar
sus vasitos descartables”. En muchas oportunidades los jefes intentaron
echarlo, pero este personaje ante dicha situación suele ponerse a llorar aduciendo
que tiene que mantener a sus ocho hijos, cuando en realidad lo mas cercano a
tener un hijo fue cuando tuvo un tamagochi allá lejos por 1996 cuando estaba en
la primaria.. A la hora de la comida no suele salir porque nunca tiene un
mango, además espera a que otro empelado baje la guardia para zarparle
galletitas. Suele buscar empleos públicos.
El empleado Fantino
Suele ser telemarketer y se toma muy a pecho
eso de la venta, no porque vaya a comisión, sino porque en sus venas corre el
mercantilismo más recalcitrante. La mayoría de las personas que lo atienden
suelen cortar y putearlos. Aquellos que tienen la mala suerte de prestales atención
son sepultados por una catarata de palabras pomposas acerca de las bondades de
un servicio pedorrisimo de llamadas de larga distancia o de una tarjeta de crédito
que te rompe el culo con intereses. Esta persona es capaz de venderte cualquier
cosa, desde un apoya vaso siliconado con motivos navideños hasta un pisapapeles. Suelen ser vendedores de
salón también, generalmente en alguna concesionaria de autos usados, se
caracterizan por léxico de tono épico. No te vende un auto, te vende un móvil para superficies adoquinadas o asfaltadas cuyo
objetivo es finalizar con la lucha cotidiana de viajar en bondi. Este sujeto
suele ir a trabajar como si fuese a ir a un boliche, usa ropa de marca de
mediana gama, tipo “Siamo Fouri” (¿Cuál otra sino?) usa unos anteojos negros
del tipo “ray ban” que fueron comprados en alguna feria tipo “la saladita”, los
usa a pesar de que sea invierno y haya menos luz que en una caverna. Se peina
con gel, a veces se hace un rodete. Él intenta peinarse a la moda aunque su
cabeza este más cercana a parecerse a un nido de caranchos que a una cabeza
humana. Siempre intenta levantarse compañeras de trabajo, generalmente nunca lo
logra y siempre lo tildan de “homosexual reprimido” ya que siempre anda en compañía
de otro empleado, rubiecito.
El empleado Campestrini
Para él, trabajar es una pérdida de tiempo y
por ende busca que el tiempo transcurra lo más rápido posible. Llega al trabajo
puntualmente, primero que nada ficha si tiene que fichar. Después comienza a
saludar a todos los integrantes de la oficina, uno por uno. Les da un beso y le
pregunta el lacónico: “¿Cómo estás?” esperando que alguno le dé charla, generalmente
saludar a todos le lleva alrededor de 20 minutos. Luego comienza a “acomodarse”,
se saca lentamente el saco o campera que lleva puesto (en invierno el tiempo se
triplica), acomoda su mochila o portafolios lentamente, saca de adentro papeles
que jamás utilizara. Acomoda la silla, abre los cajones sacando más papeles, acomoda
el teclado y luego si prende la máquina.
Cuando realmente arranca a trabajar ya gano como una hora. Luego ante
cada tarea encomendada va a preguntar en reiteradas oportunidades al jefe como
tiene que encarar la tarea, no porque no lo sepa, sino porque de esta forma
logra ganar más tiempo. A la hora del almuerzo suele pedirse la comida por teléfono
con media hora de anticipación, y la deglute muy lentamente, el horario de
almuerzo de una hora pasa a ser de casi una hora y media. También va al baño en
muchas ocasiones, estas excursiones al “toillete” duran en promedio unos 15
minutos.
El empleado Barrientos
Se lleva mal con el resto de sus compañeros,
de los cuales ya se fue a las manos con varios de ellos. Suele putearse con los
otros miembros de la oficina porque según él tiene que trabajar más por culpa
de los otros. Es violento y cada vez que la computadora se le tilda o se pone
lenta comienza a pegarle desenfrenadamente. Ante cada error de tipeo putea o
golpea el escritorio. Frecuenta el baño para ir a fumarse un “pucho” humeando
casi todo el edificio. Algunos también son motoqueros taxistas o colectiveros.
Estos últimos suelen no parar en las paradas por más que tengan lugar adentro
del bondi, tampoco suele arrimar el colectivo al cordón de la vereda para que
suban las personas mayores y es más suele acelerar y frenar de golpe para que
las viejas se zamarreen dentro del colectivo.
El empleado Grondona
Es el típico empleado que te roba algo. A él
le viene bien todo, desde ganchitos, clips, abrochadoras, taquitos de papel,
agujereadoras, mousepad todo lo inimaginable. Al primer descuido ¡Zas! Ya se robó
algo. Siempre manguea algo, yerba, azúcar, café, té… cualquier cosa y no porque
no tenga, él tiene pero para no usar lo propio comienza a mendigar. No suele ser muy adepto al trabajo, es más
nunca trabajo pero su personalidad servil para con los jefes lo hacen como un
imprescindible. Generalmente este tipo de empleados suele ascender rápidamente llegando
prontamente a ser jefe o director dejando así el choreo de ganchitos, clips,
abrochadoras, taquitos de papel, agujereadoras, mousepad, etc. Para pasar a
robar con presupuestos, licitaciones, contabilidad maquillada, etc.
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