En la Fiesta por el “primer centenario” del profesionalismo
del fútbol participaron políticos, y dirigentes de los clubes que a esta altura
eran todos barras, el periodismo casi no pudo cubrir dicha celebración ya que
muchos de ellos no fueron acreditados por escribir en contra de los mismos
barras, entre ellos estaba mi padre. Entre todo el rejunte de “dirigentes”
curiosamente el único que no provenía de alguna barra brava era el presidente
de la AFA, el Señor Atilio Banderas, quien tenía una cintura política
envidiable, claro en lugar de condenar los “minis golpes de estado” en los
clubes miraba para otro lado y luego los legitimaba. Todo el mundo conocía
actos de corrupción de este sin embargo nunca nadie pudo probar ningún cohecho.
Económicamente los clubes estaban destrozados, los equipos grandes lejos de
serlo ya, no descendían porque desde la AFA se impuso un coeficiente de
descenso en el cual se ponía un numerador basado en la “Cantidad histórica de
temporadas en primera”. Los cinco grandes nunca más descendieron. Las
elecciones en los clubes pasaron a ser historia, y si algún equipo la hacía,
obviamente eran alterados los padrones y siempre ganaba el presidente actual. A
todo esto la violencia en las canchas había vuelto con más furia que nunca, las
internas entre las barras recrudeció de una forma increíble, eran barras contra
barras devenidos en dictadores de sus propios clubes. La gente dejo de ir a la
cancha y por ende los socios dejaron de pagar. La situación era crítica, el
futbol estaba muerto.
Muchos añoraban las épocas doradas en donde el futbol era
para todos, donde había libertad, en donde uno se sentía orgulloso de ser
hincha de su equipo. Esta añoranza hizo que se reunieran periodistas, viejos dirigentes de clubes,
políticos e intelectuales. Había que volver a la fuente, a esa raíz que era el
futbol para los argentinos. Tras mucho debatir se propuso crear una asociación
del futbol paralela. El tema principal era que no había equipos, todos los
equipos estaban en manos de los violentos, y proponerle a algún equipo
comandado por la barra sumarse a este proyecto era inviable, por culpa de ellos
se estaba haciendo esto. Entonces se barajó
la posibilidad de hacer todo paralelo, equipos y asociación. Se refundaba desde
cero el futbol argentino. No era la
primera vez que en la argentina pasaba algo similar, paso con la CGT en su
momento, paso con el mismo fútbol en sus orígenes del profesionalismo. Otra
mancha más al tigre no le hacía nada. La nueva y paralela AFA se llamaría APFA,
Asociación Profesional de Futbol Argentino. Y de a poco comenzó a construirse
nuevos equipos. Poco a poco esta idea que entusiasmar comenzó a tomar forma,
los hinchas de River Plate comenzaron a amoldar al “Club Atlético Rio de La
Plata”, los de Boca fueron por el “Club Atlético Republica de La Boca”,
Independiente en su nueva versión se llamó “Los Infernales de Avellaneda”, el
“nuevo” Racing era “la Academia Futbol Club” y San Lorenzo fue el “FC Santos”.
Podría estar toda la tarde leyendo los nuevos nombres.
En apenas tres años empezaron a crecer a pasos agigantados
con un amauterismo muy grande, pero todo se hacía a pulmón y con el corazón. Algunos
jugadores profesionales de la otra liga se vieron tentados a pasarse, muy pocos
lo concretaron. La gran mayoría prefirió quedarse en la el “futbol oficial” por
dos cosas: Había más plata ahí y los barras devenidos en presidentes los
apretaban para que no se pasen de ninguna manera. Los equipos de la AFA conducido
por los barras ya empezaban a mirar de reojo esta nueva liga y no tardaron los
atentados a las distintas sedes de los nuevos equipos. El primero fue en la sede de “los infernales
de Avellaneda”, una bomba explotó en la sede del club en la avenida Güemes. Fue
por la madrugada y a modo de aviso. Luego de este bochornoso hecho, comenzaron
a multiplicarse los hechos de violencia que querían imponerle un límite a este
proyecto que tenía como objetivo revivir al futbol tal y como no se lo conocía
hacía tiempo. No menos de una docena de nuevos clubes fueron blanco de
vandalismo, algunos tuvieron que cerrar, otros se las ingeniaron para
sobrevivir. El hecho que colmó la paciencia de todos fue cuando al presidente
de “Ferrocarril Banfield Club” le dieron una terrible golpiza que lo dejo casi
al borde de la muerte. Horas más tarde, el mandamás del club “Ciudad de Lanús”
vio como desconocidos entraron a su negocio de la calle 9 de julio y saquearon
todo.
Los integrantes de Asociación Profesional de Futbol
Argentino se reunieron de emergencia, la mayoría de sus miembros estaban
atemorizados y algunos hablaban de abandonar esta lucha desigual. El presidente
de la APFA, dio un discurso realmente conmovedor, en donde hablaba de la
libertad, que la única batalla que nunca ganarían los violentos es la lucha
pacífica. Todos lo escuchaban con calma, y todos renovaron su fe y esperanza.
El presidente y el comité ejecutivo u “asamblea”, como les gustaban llamarlo,
de esta asociación se reunía con el gobierno para llegar a un acuerdo y
solicitar garantías. La idea era buena y los representantes del estado estaban
dispuestos a oírlos. Lamentablemente nunca llegaron a juntarse, ya que a la
salida de esta reunión, un grupo de desconocidos, atento contra la vida del
presidente de la Asociación paralela y le quito la vida de cinco disparos, dos
le dieron en la cabeza, los tres restantes en el pecho. Ese día se murió uno de
los tipos más honestos y que siempre busco la paz en las canchas, ese maldito
31 de agosto del 2034 mataron a mi viejo.
Antonio Schweinheim
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