Los clubes debieron modificar sus estatutos e incorporar
esta decisión. Para algunos era el “blanqueo” de los violentos. Para otros
estaba bien porque los barras iban a dejar de matarse unos a otros para volcarse a la política “partidaria”,
aunque eso ya lo venían haciendo desde antaño “apoyando” al presidente de turno
que los bancaba económicamente y amedrentando a los potenciales votantes
opositores con cantitos del estilo “a los traidores los vamos a matar”. Las
elecciones fueron elegantemente llamadas “Elecciones generales de autoridades
de aficionados locales”. La votación fue
gradual y se llevaron a cabo cuando cada club tenía que elegir su presidente. Había
dos boletas, uno por la de Presidente y comisión directiva y otra por la de los
barras, que tenía obviamente un “líder”, un segundo y una pequeña “comisión”,
esto remplazo a lo que algunos clubes tenían como subcomisión de socios o
hinchas. Curiosamente, los
enfrentamientos internos cesaron al otro día de promulgada la ley. Igualmente
los días de partido cercanos a las elecciones de cada uno de los clubes no
faltaban los “aprietes” a los hinchas comunes para que se vote por tal o cual
lista.
Para el 2023 las barras de todos los clubes fueron elegidos
por sus socios, los violentos “disidentes” que perdían las elecciones, no la
“pudrían” sino que profundizaban su campaña política de cara a las próximas
elecciones y ya no se dedicaban a matarse unos a otros. Es más, algunos barras
espantados porque podían quedarse afuera del reparto de plata al perder las
elecciones decidieron dejar de lado las diferencias y unificar sus listas. El
problema parecía resuelto, solo algunos pocos dirigentes y periodistas se
opusieron a la medida, entre ellos mi padre que escribió una furiosa critica en
el diario de mayor tirada. Sostenía que era una bomba de tiempo y que, si bien
se solucionaba en un corto plazo el tema, se creaba un problema a largo plazo
mucho más grande que el original, que era darle el voto, el consenso del pueblo
a estos tipos. Sin embargo se comenzaron a vivir insólitos momentos de paz en
el fútbol argentino, de a poco las familias iban volviendo a los estadios,
parecía que dieron en la tecla con la solución. Sin embargo este país todo es
cíclico.
Los primeros conflictos comenzaron a salir a flote durante
el 2028, cuando en uno de los clubes más importantes de la Argentina se vivió
un hecho confuso. El “gerente” o mejor conocido como el líder de los barras
rompió relaciones con el entonces presidente de Boca Juniors, Alfredo Sosa.
Durante más de un año “convivieron” a los tirones, hasta que un buen día don
Sosa no quiso entregarle un peso más a Juan Ferreyra, conocido como el “negro”.
A pesar de que la ley decía que debía hacerlo. La consecuencia fue algo inédito
en el futbol mundial: el primer golpe institucional producido por una barra.
Los violentos una tarde de viernes coparon las instalaciones del club y tomaron
el poder por la fuerza. Primero fue un repudio generalizado de toda la
sociedad, luego las críticas fueron apagándose de a poco y todo siguió como si
nada. Mi padre había hecho un trabajo de investigación y en él decía que dichos
barras están muy vinculados políticamente con el gobierno del momento y que por eso no se hizo eco con el asunto.
Muchos hinchas se indignaron y decidieron no ir más a la cancha, pero como todo
en este país quedo en la nada y al mes ya casi nadie hablaba del tema.
A casi seis meses de ese episodio, tomaban el poder en otro
club importante, esta vez Racing cayó bajo el yugo de los barras. El presidente
de aquel entonces, muy débil políticamente fue baleado en un supuesto asalto el
día anterior. Sin embargo Hermes Bedoya presento la renuncia alegando fatiga y
cansancio. El poder recayó no en el vicepresidente, sino en el “gerente
administrador de espectáculo popular”.
Muchos hinchas racinguistas no protestaron ya que el gobierno de Bedoya
fue bastante malo y tibio. Racing andaba más por los puestos de abajo que por
los de arriba. Algunos hasta se esperanzaron de este nuevo “gobierno”, si total
era un hincha “genuino”. Para el 2030 más de la mitad de los clubes eran
gobernados por barras, muchos de ellos subiéndose a la presidencia de forma
ilegítima, mediante la fuerza y/o jugarretas políticas.
(Continuará...)
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