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Encontré unos artículos sobre la violencia en el fútbol que eran de mi padre que era periodista deportivo. Lamentablemente él ya no esta y por cuestiones de plata tengo que vender la oficina que solía usar como redacción para escribir sus libros y sus artículos en los distintos diarios. Fue una notable tarea la de mi viejo, escribió más de cinco libros y cubrió de seis mundiales. Fue un gran tipo, lo apreciaban bastante y en este momento tengo ya llevo como siete canastos llenos con sus logros y distinciones. Es una pena que el viejo se haya ido tan joven.

Por esas cosas que tiene la nostalgia, que te atrapa y no te suelta, me quede mirando y leyendo varios artículos que él escribió en la flor de su edad y de su carrera periodística. Mi padre era bastante ordenado en lo que respectaba a su trabajo, por eso puedo leer cronológicamente sus notas sin perderme de nada. La primera de ellas esta fechada en Marzo del 2014, y puntualmente habla de cómo la Asociación del Fútbol Argentino decidió que lo mejor para combatir a los violentos en las canchas era que el publico visitante se quede en su casa. Era una solución fácil que dividía a muchos, pero que se implementó… al fin y al cabo en la Argentina todo es a “error y prueba”. Yo era chico en ese momento, tendría unos dos o tres años. Recuerdo que mi viejo, al trabajar de “ver fútbol”, no podía llevarme a la cancha de niño. Si hasta la adolescencia fui unas diez veces, creo que fue demasiado y estoy exagerando. Muy pocas personas llevan a sus hijos al trabajo. Leyendo sus artículos me encuentro con que en el periodo 2013-2014 la violencia en las canchas había arreciado y la solución de la AFA era la de prohibir el ingreso del publico visitante. Eso no había calmado las aguas ya que fue muy recordada la batalla que llevaron adelante dos facciones diferentes de un equipo de la zona oeste del conurbano bonaerense. Hubo tres muertos y decenas de heridos. Según el titular de la AFA de aquel entonces, fue un “hecho aislado”. Sin embargo en los próximos meses la violencia entre barras del mismo equipo fue subiendo. Para finales del 2014, la cifra de muertos por la internar de barras trepo a 10 personas. La cosa se había desmadrado.

La AFA tuvo otra solución, porque los barras ya no se agarraban dentro de la cancha, sino que lo hacían en los alrededores y minutos antes de los partidos. La solución propuesta fue “reforzar”  con más policías en las zonas aledañas al estadio y “sacar” efectivos de adentro de la cancha, si total adentro de la cancha ya no se agarraban. La situación parecía estabilizarse, hasta que un día la hinchada de un popular equipo estallo con el arbitro cuando cobro un penal dudoso, al haber poco personal uniformado, la gente invadió la cancha y se la agarro con el equipo rival y los colegiados, el saldo fue lamentable: un jugador asesinado a golpes y mas de medio plantel con heridas de gravedad. Los árbitros habían zafado porque lograron esconderse dentro de uno de los armarios del club. Durante semanas se hablo de este lamentable episodio y obviamente el fútbol había sido suspendido hasta no lograr la paz, hecho que estaba a años luz de concretarse. Se juntaron representantes del gobierno con dirigentes de los clubes para buscarle la solución a este conflicto. Después de dos meses de arduas reuniones, se opto por una salida un tanto fácil: todos los partidos de ese campeonato se iban a jugar a puertas cerradas, sin público. Dicha medida se prolongo en el tiempo, se jugaron cuatro torneos de esta forma, la plata de las entradas el gobierno decidió “compensarla” con un suculento aumento en los derechos de televisación. Hasta los más fervorosos hinchas ya se habían acostumbrado a no ir a la cancha. Sin embargo se vio a muchos líderes de las barras disfrutar de muchos partidos (o de su totalidad) en los palcos de los dirigentes, algunos otros se camuflaban como reporteros o fotógrafos vaya a saber uno de qué medio.

Sin embargo, dos hechos escandalosos hicieron rever esta medida. Fue el 12 de marzo del 2017, según me consta en este artículo. Un “fotógrafo” agredió a tiros a un arbitro por un penal no dado al equipo loca. Para suerte del árbitro, el barra camuflado como fotógrafo estaba tan ebrio o drogado que no le atinó en ningún de sus tiros. La sociedad se indigno a niveles incalculables, al otro día hubo un banderazo espontáneo de todos los hinchas comunes en frente del edificio de la AFA. Dos millones de ciudadanos o hinchas fueron a expresar su descontento ¿Cómo puede ser que ellos sí puedan seguir entrando y nosotros no? Mi viejo se había cansado de denunciar esto en cuanto diario pudo, nunca le dieron pelota. La marcha fue pacífica y sólo se llevaban banderas con inscripciones en contra de los violentos. Sin embargo, hubo una muy fuerte represión.  No, no fue la policía, fueron los mismos barras que hicieron acallar a la fuerza el descontento. Por suerte no hubo muertos, si una cantidad enorme de heridos, entre ellos mi viejo que llego a casa con una cortadura terrible en la frente. La cúpula de la AFA voló, se eligieron nuevos miembros y mientras esto pasaba el fútbol estaba suspendido. Había que hacer algo nuevamente.

Nuevamente se juntaron gobierno y directivos de los clubes, esta vez tardaron menos. La solución fue simple: volvían todos a la cancha. Violentos, locales, visitantes. Todos. La mayoría sabíamos que para calmar los ánimos y la billetera del gobierno que ya casi no podía hacerle frente a los tres mil millones de pesos que les pagaba a los clubes en “compensación” de las entradas. Lo cierto es que la cosa se calmó y la situación parecía retrotraerse a los de hace una década atrás. Si bien había hechos de violencia entre barras, como siempre la pelota siguió rodando ante la vista de todos. Con esta decisión obviamente “volvían” los negocios de los barras, las entradas, los estacionamientos, la indumentaria, etc. Si bien con dos años de freezer en los que estuvieron esos negocios, los barras de apoco iban a recuperar el negocio, y una vez levantado iba a aparecer otra facción para disputarle el negocio y así volver a formar el circulo vicioso, tal como lo explico mi querido padre a una revista española. Lo único “bueno” es que teníamos unos años de paz hasta que pase eso.

Esa “paz” que no era total, terminó más de dos años después, cuando en el 2020 se enfrentaron cuatro barras distintas, dos eran de un equipo de la zona sur de Buenos Aires y otras dos del interior del país. La barra del equipo de Buenos Aires tenía dos facciones, cada una de ellas eran “amigas” de las otras y decidieron dirimir sus diferencias un día martes justamente en Buenos Aires. El enfrentamiento fue trágico. Hubo veinte muertos, cientos de heridos y más de un barrio devastado. La curiosidad es que ese día de semana no jugaba ninguno de sus equipos. El hecho volvió a catalogarse de aislado y la pelota siguió rodando. Pero volvió a pasar algo similar con menos cantidad de muertos, seis en este caso. Había que hacer algo y de fondo urgente. El futbol nuevamente se había suspendido.

Y llegó una propuesta algo extraña desde la AFA: “Democratizar a la barra”. Ya como socio no solo había que elegir presidente y Comisión Directiva, ahora había que elegir barra. Algo un tanto raro y que repercutió en la sociedad de una manera abrupta. Durante casi un mes se habló pura y exclusivamente del tema. El gobierno lo tomo para bien y en conjunto redactaron una ley. El Senado y la cámara de Diputados la aprobaron casi en su totalidad y se promulgo la Ley 78.086 que establecía que cada club iba a elegir democráticamente los líderes de su propia barra, que iban a manejar una pequeña porción del presupuesto del club como “gerentes administradores de espectáculo popular dentro de los estadios”. Curiosa forma de redactar el folclore y el cotillón de cada domingo.

Los clubes debieron modificar sus estatutos e incorporar esta decisión. Para algunos era el “blanqueo” de los violentos. Para otros estaba bien porque los barras iban a dejar de matarse unos  a otros para volcarse a la política “partidaria”, aunque eso ya lo venían haciendo desde antaño “apoyando” al presidente de turno que los bancaba económicamente y amedrentando a los potenciales votantes opositores con cantitos del estilo “a los traidores los vamos a matar”. Las elecciones fueron elegantemente llamadas “Elecciones generales de autoridades de aficionados locales”.  La votación fue gradual y se llevaron a cabo cuando cada club tenía que elegir su presidente. Había dos boletas, uno por la de Presidente y comisión directiva y otra por la de los barras, que tenía obviamente un “líder”, un segundo y una pequeña “comisión”, esto remplazo a lo que algunos clubes tenían como subcomisión de socios o hinchas.  Curiosamente, los enfrentamientos internos cesaron al otro día de promulgada la ley. Igualmente los días de partido cercanos a las elecciones de cada uno de los clubes no faltaban los “aprietes” a los hinchas comunes para que se vote por tal o cual lista.

Para el 2023 las barras de todos los clubes fueron elegidos por sus socios, los violentos “disidentes” que perdían las elecciones, no la “pudrían” sino que profundizaban su campaña política de cara a las próximas elecciones y ya no se dedicaban a matarse unos a otros. Es más, algunos barras espantados porque podían quedarse afuera del reparto de plata al perder las elecciones decidieron dejar de lado las diferencias y unificar sus listas. El problema parecía resuelto, solo algunos pocos dirigentes y periodistas se opusieron a la medida, entre ellos mi padre que escribió una furiosa critica en el diario de mayor tirada. Sostenía que era una bomba de tiempo y que, si bien se solucionaba en un corto plazo el tema, se creaba un problema a largo plazo mucho más grande que el original, que era darle el voto, el consenso del pueblo a estos tipos. Sin embargo se comenzaron a vivir insólitos momentos de paz en el fútbol argentino, de a poco las familias iban volviendo a los estadios, parecía que dieron en la tecla con la solución. Sin embargo este país todo es cíclico.

Los primeros conflictos comenzaron a salir a flote durante el 2028, cuando en uno de los clubes más importantes de la Argentina se vivió un hecho confuso. El “gerente” o mejor conocido como el líder de los barras rompió relaciones con el entonces presidente de Boca Juniors, Alfredo Sosa. Durante más de un año “convivieron” a los tirones, hasta que un buen día don Sosa no quiso entregarle un peso más a Juan Ferreyra, conocido como el “negro”. A pesar de que la ley decía que debía hacerlo. La consecuencia fue algo inédito en el futbol mundial: el primer golpe institucional producido por una barra. Los violentos una tarde de viernes coparon las instalaciones del club y tomaron el poder por la fuerza. Primero fue un repudio generalizado de toda la sociedad, luego las críticas fueron apagándose de a poco y todo siguió como si nada. Mi padre había hecho un trabajo de investigación y en él decía que dichos barras están muy vinculados políticamente con el gobierno del momento  y que por eso no se hizo eco con el asunto. Muchos hinchas se indignaron y decidieron no ir más a la cancha, pero como todo en este país quedo en la nada y al mes ya casi nadie hablaba del tema.

A casi seis meses de ese episodio, tomaban el poder en otro club importante, esta vez Racing cayó bajo el yugo de los barras. El presidente de aquel entonces, muy débil políticamente fue baleado en un supuesto asalto el día anterior. Sin embargo Hermes Bedoya presento la renuncia alegando fatiga y cansancio. El poder recayó no en el vicepresidente, sino en el “gerente administrador de espectáculo popular”.  Muchos hinchas racinguistas no protestaron ya que el gobierno de Bedoya fue bastante malo y tibio. Racing andaba más por los puestos de abajo que por los de arriba. Algunos hasta se esperanzaron de este nuevo “gobierno”, si total era un hincha “genuino”. Para el 2030 más de la mitad de los clubes eran gobernados por barras, muchos de ellos subiéndose a la presidencia de forma ilegítima, mediante la fuerza y/o jugarretas políticas.

En la Fiesta por el “primer centenario” del profesionalismo del futbol participaron políticos, y dirigentes de los clubes que a esta altura eran todos barras, el periodismo casi no pudo cubrir dicha celebración ya que muchos de ellos no fueron acreditados por escribir en contra de los mismos barras, entre ellos estaba mi padre. Entre todo el rejunte de “dirigentes” curiosamente el único que no provenía de alguna barra brava era el presidente de la AFA, el Señor Atilio Banderas, quien tenía una cintura política envidiable, claro en lugar de condenar los “minis golpes de estado” en los clubes miraba para otro lado y luego los legitimaba. Todo el mundo conocía actos de corrupción de este sin embargo nunca nadie pudo probar ningún cohecho. Económicamente los clubes estaban destrozados, los equipos grandes lejos de serlo ya, no descendían porque desde la AFA se impuso un coeficiente de descenso en el cual se ponía un numerador basado en la “Cantidad histórica de temporadas en primera”. Los cinco grandes nunca más descendieron. Las elecciones en los clubes pasaron a ser historia, y si algún equipo la hacía, obviamente eran alterados los padrones y siempre ganaba el presidente actual. A todo esto la violencia en las canchas había vuelto con más furia que nunca, las internas entre las barras recrudeció de una forma increíble, eran barras contra barras devenidos en dictadores de sus propios clubes. La gente dejo de ir a la cancha y por ende los socios dejaron de pagar. La situación era crítica, el futbol estaba muerto.

Muchos añoraban las épocas doradas en donde el futbol era para todos, donde había libertad, en donde uno se sentía orgulloso de ser hincha de su equipo. Esta añoranza hizo que se reunieran  periodistas, viejos dirigentes de clubes, políticos e intelectuales. Había que volver a la fuente, a esa raíz que era el futbol para los argentinos. Tras mucho debatir se propuso crear una asociación del futbol paralela. El tema principal era que no había equipos, todos los equipos estaban en manos de los violentos, y proponerle a algún equipo comandado por la barra sumarse a este proyecto era inviable, por culpa de ellos se estaba haciendo esto.  Entonces se barajó la posibilidad de hacer todo paralelo, equipos y asociación. Se refundaba desde cero el futbol argentino.  No era la primera vez que en la argentina pasaba algo similar, paso con la CGT en su momento, paso con el mismo fútbol en sus orígenes del profesionalismo. Otra mancha más al tigre no le hacía nada. La nueva y paralela AFA se llamaría APFA, Asociación Profesional de Futbol Argentino. Y de a poco comenzó a construirse nuevos equipos. Poco a poco esta idea que entusiasmar comenzó a tomar forma, los hinchas de River Plate comenzaron a amoldar al “Club Atlético Rio de La Plata”, los de Boca fueron por el “Club Atlético Republica de La Boca”, Independiente en su nueva versión se llamó “Los Infernales de Avellaneda”, el “nuevo” Racing era “la Academia Futbol Club” y San Lorenzo fue el “FC Santos”. Podría estar toda la tarde leyendo los nuevos nombres.

En apenas tres años empezaron a crecer a pasos agigantados con un amauterismo muy grande, pero todo se hacía a pulmón y con el corazón. Algunos jugadores profesionales de la otra liga se vieron tentados a pasarse, muy pocos lo concretaron. La gran mayoría prefirió quedarse en la el “futbol oficial” por dos cosas: Había más plata ahí y los barras devenidos en presidentes los apretaban para que no se pasen de ninguna manera. Los equipos de la AFA conducido por los barras ya empezaban a mirar de reojo esta nueva liga y no tardaron los atentados a las distintas sedes de los nuevos equipos.  El primero fue en la sede de “los infernales de Avellaneda”, una bomba explotó en la sede del club en la avenida Güemes. Fue por la madrugada y a modo de aviso. Luego de este bochornoso hecho, comenzaron a multiplicarse los hechos de violencia que querían imponerle un límite a este proyecto que tenía como objetivo revivir al futbol tal y como no se lo conocía hacía tiempo. No menos de una docena de nuevos clubes fueron blanco de vandalismo, algunos tuvieron que cerrar, otros se las ingeniaron para sobrevivir. El hecho que colmó la paciencia de todos fue cuando al presidente de “Ferrocarril Banfield Club” le dieron una terrible golpiza que lo dejo casi al borde de la muerte. Horas más tarde, el mandamás del club “Ciudad de Lanús” vio como desconocidos entraron a su negocio de la calle 9 de julio y saquearon todo.

Los integrantes de Asociación Profesional de Futbol Argentino se reunieron de emergencia, la mayoría de sus miembros estaban atemorizados y algunos hablaban de abandonar esta lucha desigual. El presidente de la APFA, dio un discurso realmente conmovedor, en donde hablaba de la libertad, que la única batalla que nunca ganarían los violentos es la lucha pacífica. Todos lo escuchaban con calma, y todos renovaron su fe y esperanza. El presidente y el comité ejecutivo u “asamblea”, como les gustaban llamarlo, de esta asociación se reunía con el gobierno para llegar a un acuerdo y solicitar garantías. La idea era buena y los representantes del estado estaban dispuestos a oírlos. Lamentablemente nunca llegaron a juntarse, ya que a la salida de esta reunión, un grupo de desconocidos, atento contra la vida del presidente de la Asociación paralela y le quito la vida de cinco disparos, dos le dieron en la cabeza, los tres restantes en el pecho. Ese día se murió uno de los tipos más honestos y que siempre busco la paz en las canchas, ese maldito 31 de agosto del 2034 mataron a mi viejo.

T.Schweinheim
Obra publicada, expediente Nº 510614, Dirección Nacional de Derechos de Autor

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