Por Alejandro Apo
Allá se va el “Coco”, ese guerrero de mil batallas a cuestas, caballero de gruesa armadura medieval que se va hacia el ocaso. Pero mas que caballero medieval, el es el dragón, por su grandeza y por su aliento de fuego, aliento caliente como el fuego, encendido quizás por el contenido etílico de la bebida obtenida por la destilación de un mosto fermentado de cereales como cebada, cebada malteada, centeno y maíz, y posterior envejecimiento en barriles de madera; mas comúnmente llamada Whisky El término whisky o whiskey deriva del gaélico escocés "uisge beatha" y del gaélico irlandés "uisce beathadh", que significa, en ambos casos, "agua de vida". Y el Coco es eso, es vida, mas alla de que para el la conducción técnica se ha muerto, el vuelve a la vida, a la vida nocturnal como aquella lechuza que vuelve a encumbrarse en un árbol a la medianoche a entonar su triste canto, Basile volverá a “Cocodrilo” a olvidar sus penas xeneizes de este ultimo torneo en mujercitas de moral dispersa y de fácil repimporotear sexual. Es la vuelta del coco a la vida, volverá a estar en su ámbito, rodeado de malevos que estuvieron en la gayola como el.
Con la cabeza en alta vuelve el niño prodigo a su antro, vuelve el “Coco” a “Cocodrilo” quien a ha recuperado su verdadero espíritu nuevamente, lo han de recibir como el héroe que es, porque en realidad es un héroe, no ha ganado nada con la selección ni con Boca en el ultimo año, pero el sigue vigente, tan vigente como un Whisky cosecha 1962, el coco es un pez que ha de nadar como quien conoce el mar de alcohol y señoritas de moralidad algo derruida, es el coco, nuestro queridísimo coco. El va, va y va, ahí en el Bar no es uno mas, no esta la prensa para criticarlo, esta en su ámbito, porque entre borrachos no se vomitan, entre aventureros del amor fácil, del amor por monedas se entienden, y el coco ha pasado de ser odiado a tener algo de amor VIP por un puñado de billetes. Ahí esta el coco, nuestro Dragón de aliento ardoroso, con voz de trueno anunciando el gran chaparrón de alcohol que ha de azotar fervientemente la garganta de don Alfio.
Allá se va el “Coco”, ese guerrero de mil batallas a cuestas, caballero de gruesa armadura medieval que se va hacia el ocaso. Pero mas que caballero medieval, el es el dragón, por su grandeza y por su aliento de fuego, aliento caliente como el fuego, encendido quizás por el contenido etílico de la bebida obtenida por la destilación de un mosto fermentado de cereales como cebada, cebada malteada, centeno y maíz, y posterior envejecimiento en barriles de madera; mas comúnmente llamada Whisky El término whisky o whiskey deriva del gaélico escocés "uisge beatha" y del gaélico irlandés "uisce beathadh", que significa, en ambos casos, "agua de vida". Y el Coco es eso, es vida, mas alla de que para el la conducción técnica se ha muerto, el vuelve a la vida, a la vida nocturnal como aquella lechuza que vuelve a encumbrarse en un árbol a la medianoche a entonar su triste canto, Basile volverá a “Cocodrilo” a olvidar sus penas xeneizes de este ultimo torneo en mujercitas de moral dispersa y de fácil repimporotear sexual. Es la vuelta del coco a la vida, volverá a estar en su ámbito, rodeado de malevos que estuvieron en la gayola como el.
Con la cabeza en alta vuelve el niño prodigo a su antro, vuelve el “Coco” a “Cocodrilo” quien a ha recuperado su verdadero espíritu nuevamente, lo han de recibir como el héroe que es, porque en realidad es un héroe, no ha ganado nada con la selección ni con Boca en el ultimo año, pero el sigue vigente, tan vigente como un Whisky cosecha 1962, el coco es un pez que ha de nadar como quien conoce el mar de alcohol y señoritas de moralidad algo derruida, es el coco, nuestro queridísimo coco. El va, va y va, ahí en el Bar no es uno mas, no esta la prensa para criticarlo, esta en su ámbito, porque entre borrachos no se vomitan, entre aventureros del amor fácil, del amor por monedas se entienden, y el coco ha pasado de ser odiado a tener algo de amor VIP por un puñado de billetes. Ahí esta el coco, nuestro Dragón de aliento ardoroso, con voz de trueno anunciando el gran chaparrón de alcohol que ha de azotar fervientemente la garganta de don Alfio.
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