Por Rolando Grana.
Buenas noches, mi nombre es Rolando Grana. Estamos aquí para hacer un informe
sobre un tema que nos afecta a todos los futboleros. Es sabido que en la Argentina
hay seres legendarios, mitos como la llorona, el pombero, el lobizón, la luz
mala o el campeonato económico. Sin embargo estas historias son del folclore
cotidiano. Seres de la mitología rural. Hay sobrados casos donde se han
aparecido, usted puede creer o no en ellos. Sin embargo en la Argentina hay
otro tipo de mitología, una mitología que si bien es urbana tienen apariciones
solo es espectáculo de futbol. Es sabida la condición de futbolera de esta nación,
sin embargo nunca se habla de ciertas criaturas que aparecen en dicho ámbito. Las
autoridades saben del tema, pero callan, quizás son conscientes que hablar de
ellas aterrorizaría a la población y así nadie iría a los partidos de fútbol.
Sin embargo nuestro deber es informarlo y por ello hemos realizado este primer
informe, habrá otro seguramente. Queda en ustedes si creen o no en estos seres
de la mitología futbolera. Buenas noches mi nombre es Rolando Grana.
El hombre sin cuello. Tal
como su nombre lo indica es un hombre que ha nacido sin cuello. Un hombre
aterrador. Su nombre proviene del guaraní: Gaá’bimercaaaá. Suele aparecer en
algunos córners o ataque rivales provocando pánico en sus rivales. Aprovecha su
terrorífica apariencia sin cuello para asustar delanteros y defensores rivales.
Según cuentan algunos testigos su última aparición la hizo en la ciudad de
Mendoza donde dejo un mensaje: “Son cagones, son cagones” le habría dicho a un
lateral y a un delantero, quienes huyeron despavoridos ante la sorpresa de ver
un hombre sin cuello. Algunos sostienen que es producto de una malformación genética
y otros sostienen que antes era un hombre y trabaja de Donatello de las
tortugas ninjas en el tren de la alegría hasta que una sustancia radioactiva
hizo que su traje se convierta en parte de su cuerpo.
La llorona. Para describir a
la llorona original nos remontaremos a lo vertido en la Wikipedia: “es el alma
en pena de una mujer que asesinó o perdió a sus hijos, busca a estos en vano y
asusta con su sobrecogedor llanto a quienes la ven u oyen”. Sin embargo la
llorona en la mitología futbolística no es una mujer, es un hombre y suele
aparecerse a los árbitros, ya sea en sueños, en caminos solitarios o en plena
cancha. A diferencia de la otra llorona, esta no es un “alma en pena” sino que
es un “alma en protesta”. Tampoco busca a sus hijos, sino que busca un
beneficio, como un lateral o algunos minutos más de juego. “Yo me acuerdo bien
como se me apareció la llorona. Era una noche de viernes, estaba nublado. Yo venía
dirigiendo lo más bien hasta que se me apareció. Era una cosa espantosa, tenía
un llorido fantasmal que hizo que me asustara mucho, estuve fuera de mí y adicione
como diez minutos más, desde ese día no dirigí más”, nos confiesa Andrés de la
ciudad de Merlo.
El hombre de la bolsa en la papada. El
mito urbano nos cuenta sobre el hombre de la bolsa. Cuento que generalmente
suele usarse para asustar a los más niños. Sin embargo el hombre de la bolsa en
la mitología futbolera existe y es el “hombre de la bolsa en la papada”. Hasta
hoy no se sabe con exactitud si se trata de un humano o de un espectro o de un
parásito. Lo cierto es que tiene forma humanoide. Tiene una gran masa corporal
y suele tener una bolsa de piel bastante grande en la papada. El mito sostiene
que este ser amorfo suele aparecerse en épocas eleccionarias en los clubes,
para posesionarse en uno de los candidatos a presidente. Si este gana la
elección, el hombre de la bolsa en la papada comenzara a alimentarse de todo el
patrimonio del club hasta vaciarlo, guardara todo en su bolsa/papada. Una vez
que el club se encuentre vaciado patrimonialmente,
el hombre de la bolsa en la papada se comunicara con otro hombre de la bolsa de
papada de mayor rango a fin de que lo coloque a salvo en la un puesto en la
FIFA.
El termo. No se trata de un
ser, sino de varios espectros que suelen ocupar el cuerpo de algunos hinchas. Es
un espíritu que entorpece la escritura y el habla. Se trata de espíritus
malignos que poseen el cuerpo de una persona. Es una especie de luz mala del tablón.
“El turquito era un chico muy educado, hasta que una noche comenzó a escribir ‘RiBer’,
Rasin, indesingente’, también habla de unos trapos robados y que la doce se va
a coger a todos, y que se yo que otras cosas” dice una madre preocupada por su
hijo poseído. Se dice que los termos suelen reunirse por la noche en los
comentarios del olé en busca de nuevas víctimas. A veces suelen confundirse y camuflarse en otras paginas, hasta que por fin adoptan su real forma. Este espiritu maligno suele propagarse con suma rapidez, ante el primer síntoma como una B escrita en lugar de una V, se recomienda ir a la parroquia más cercana a fin de realizar un exorcismo.
El Keko o el Ledesman. Hay
noches calmas que suelen ser interrumpidas por un grito desgarrador al
promediar la medianoche. No tiene explicación científica alguna pero los
lugareños sostienen que este grito de ultratumba proviene del Keko o del Ledesman.
Según cuenta la leyenda, el Keko era un chico feliz como cualquier otro, hasta
que un día le anularon un gol pero en el clamor del festejo el niño nunca se enteró.
Cuando lo hizo fue demasiado tarde, rojo de la vergüenza decidió desaparecer. No
se lo vio más, sin embargo cada medianoche cuando escuchamos un grito
desgarrador es él gritando terroríficamente su gol. Su grito suele confundirse con el del lobizón o con el silbido del pombero. Espeluznante.
El comehombre. Una leyenda
inglesa asegura que Aaron Ramsey cada vez que convierte un gol, un famoso
muere. Sin embargo una leyenda urbana argentina afirma algo similar: Cada vez
que Andrés Chávez convierte un gol, luego se come un hombre. No se sabe a
ciencia cierta si se trata realmente de un mito o una leyenda urbana con tintes
caníbales. Lo cierto es que cada vez que este delantero realiza un gol, los
murmullos y habladurías se triplican en cuanto a su persona y un halito oscuro
envuelve a su persona, a quien acusan de comerse un hombre en un extraño ritual
caníbal o vaya a saber de qué.
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