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Las mejores frases futboleras de Abril. Parte II

 “El ciclo de Alfaro sufrió un desgaste”
Julo Grondona jr, hijo de…

"No quiero sufrir más, ya dije que no lo puedo solucionar. Le dije que me quería ir, le dejé la renuncia arriba de la mesa y me fui"
Ricardo Caruso Lombardi, sufrido.

"Quiero agradecerle a la gente. Principalmente a los Borrachos del Tablón porque motivaron a todo el mundo"
Ramón Díaz, termo.

"¿Si fue un partido diferente? Seguramente fue un lindo partido. Para mí fue lindo volver a esta cancha, sacando los silbidos y lo que hizo la gente. Acá inicié mi carrera y no me lo olvido"
Mauro Icardi, cruzapuente.

"Sigo al frente de Quilmes. Si me voy sería un traidor"
Ricardo Caruso Lombardi, arrepentido.

"Es un quilombo ¡Qué carajo estamos esperando para juntarnos y mejorar! Pero esto es lo que hay, lo tenemos que mejorar. No es fácil para nosotros. ¿Les voy a pegar a los jugadores? No, con estos jugadores voy a pelear el ascenso. Pero no es fácil. Se va a complicar mucho si no nos ponemos los pantalones largos. Yo entiendo a la gente que putea"
Omar de Felippe, hinchado los huevos.

"Yo quise decir la popular y me salió los Borrachos del Tablón"
Ramón Díaz, termo arrepentido.
"Cuando terminó el partido lo agarré a Meiszner y me puse a llorar. Me fui con mucha bronca, y le dije a los dirigentes que me iba"
Ricardo Caruso Lombardi, llorón.

"Cuando terminó el partido, el vicepresidente de Vélez me pegó. Fue llamativa su actitud"
Lorena, mujer de Caruso Lombardi.

Los arbitrajes me tienen enfermo. La semana pasada me dirigieron muy bien. En esta muy mal. Al árbitro le dije que se pusiera los ojos. No lo insulté. Cuando pasan estas cosas, pobre tipo. No está capacitado para dirigir. En un encuentro tan importante, traer a uno que no está capacitado, es complicado. No le estoy echando la culpa igual. No jugamos bien"
Claudio Borghi, enfermo

"Racing es San Saja, es un equipo difícil de analizar"
Mauro Camoranesi, camarillero.

"Yo quiero atajar, tengo edad para hacerlo. No quiero estar más sentado en el banco"
Leandro Chichizola, no quiere ser el próximo Irigoytía.

“No nos cobraron dos penales. No nos caguen más, muchachos. Si nos vamos a la B, que sea por el destino, pero que sean justos. No hay justicia, siento que no hay justicia con nosotros”
Ricardo Caruso Lombardi, showman.

“Olimpo no pateó al arco. Tienen que ir caminando a San Nicolás para agradecerle a la virgen”
Ricardo Caruso Lombardi, creyente.

“Quilmes no sirve para la Primera división, por eso nos cagan como nos caga”
Ricardo Caruso Lombardi, descartable.

“A esta altura estábamos jugando en canchas del ascenso hace un año”
Miguel Angel Russ, realista.

"Ni pienso en un partido desempate final con Estudiantes, porque se tendría que jugar en la Luna. Hay mucho morbo"
Pedro Troglio, astronauta.

“Voy a seguir estando en Don Torcuato ¿vos?”
Juan Roman Riquelme, familiero.

"Estoy mal, estoy fastidioso, enojado por un montón de cosas que nos pasan. Yo no duermo, me paso toda la noche transpirando. Tengo 52 años, me tengo que cuidar un poco"
Ricardo Caruso Lombardi, sonámbulo.


Frases tomadas desde el 11/04 al 20/04

Las mejores frases futboleras de Abril. Parte I.

"Los árbitros son vergonzosos. Me falta putearlos, no me sale hacerlo”
Claudio Borghi, respetuoso.

"Me puedo equivocar porque no soy tan bueno en matemáticas, pero creo que con un gol alcanza, ¿no? (Luego del empate en uno con el Atlético Madrid por la Champions)".
Gerardo Martino, matemático.

“(Los de River) Encontraron el gol rápido y armaron una línea de nueve. Agruparon mucha gente y nos costó encontrarle la vuelta al dibujo de ellos”.
Alfredo Berti, desocupado

“Al final del torneo me retiro”
Juan Sebastián Verón, repetitivo.

"Si hay un cacho así de agua no se puede jugar al fútbol. Y para colmo hay unas cuantas bolsas de papel y el barro... ¡¿Te imaginás al Cata Díaz?! Suerte que tenemos a Grana, jua jua"
Juan Carlos Crespi, humorista.

“Parece que tuviéramos miedo a ganar. Los partidos se van dando, conseguimos algo difícil que es ponerse en ventaja y perdemos ese protagonismo, hay que defenderse con la pelota, no tirarse tan atrás”
Emmanuel Gigliotti, miedoso.

"90 minutos son 90 horas. Esto es un sufrimiento"
Diego Osella, sufrido.

“—Tu conmigo siempre te cagas

—¿Pero qué decís? ¡Si siempre te marco goles y salís en todas las fotos!”
Conversación entre Pepe y Messi.

"Nunca hablé mal de un jugador y nunca lo haría. Ni en Boca, ni en la Selección, ni en ningún lado. Pero si Grana y el Cata Díaz llegaran a sentirse ofendidos por esto, les pido disculpas"
Juan Carlos Crespi, humorista arrepentido.

“El punto es valioso”
Omar de Felippe, conformista.

"Venimos jugando muchos partidos entre Copa y torneo, y para colmo hace cuatro que jugamos con cancha mojada”
Guillermo Barros Schelotto, llorón.

"Toda la gente quiere una final con Uruguay. Es la oportunidad de la revancha del 50"
Pelé, resentido.

“El rival de Boca es Boca”
Emmanuel Gigliotti, psicólogo.

"En esta cancha Rafaela te marca el ritmo del partido. Sabíamos que iba a ser así, pero no sabíamos que íbamos a estar 2 a 0 abajo. En el 2-0 que nos hicieron de manera tan tonta quería irme a mi casa”
Ricardo Caruso Lombardi, hogareño

“A mi me insultan, me denigran como persona todas las veces que juego de visitante, pero esta vez me desbordó lo que me dijeron. El único reconocimiento que tengo que hacer es limpiar a la gente de Newell's, aplaudirlos por su comportamiento y disfrutar desde otro lado. Me hicieron mucho daño pero ya pasó. Es una persona que no vale la pena”
Mauricio Caranta, caballero.

"Si el sexo es normal, sí… Normal es normal, no es allá arriba, en el techo. Por lo general, el sexo normal se hace de una manera equilibrada, pero tiene cierto modo. Algunos juegos de malabares, esto no existe"
Luiz Felipe Scolari, sexólogo.

"Riquelme va a tener el trato de ídolo, lo único que no vamos a hacer es mentirle"
Daniel Angelici, mentiroso.

"Lo que tenía que hablar, lo hablé. Se arregló con la persona y con las personas que tenía que hablar. Lo arreglé de la manera que tenía que arreglarlo, con las personas que tenía que arreglarlo y de la manera que tenía que arreglarlo"
Agustin Orión, boxeador.

“Vamos a utilizar la TV para que pueda decir si es gol o no. Usémoslo para siempre. Así no tendríamos problemas. Los que estaban en la TV y el cuarto árbitro preguntaban si había sido gol. Difícil para el árbitro. El lineman estaba en una mejor posición”
Ramón Díaz, tecnócrata.

El Fantasma de la B.
Titular termo del Olé por el gol de Belgrano que no había cruzado la línea.

“Boca ni tiene que pensar en la B, no somos gallinas. Tiene que pensar siempre en salir campeón, no hay que pensar en negativo. Somos un club grande, no se piensa en el descenso. Le tengo fe a Boca, el que sueña que se muere, se muere. Así otros se fueron a la B. Tenemos que volver a recorrer el mundo y ser la envidia de los mejores”
Juan Carlos Crespi, termo.

"Tanto Cristina como Cantero se parecen en la soberbia y en la incapacidad porque no reconocen los errores. Reconocer los errores es tomar envión para empezar."
Hugo Moyano, anti Kantero.

"Hay muchas razones por las que este partido (Inter – Sampdoria) será particular, con muchas emociones desde el punto de vista personal, pero al final de todo no será más que un partido de fútbol"
Maxi López, corneta.

"Tengo decidido cerrar este ciclo a mitad de año"
Gustavo Alfaro, desocupado.

"Martino es una víctima de la nostalgia, le tocó conducir un Ferrari con los neumáticos lisos"
Jorge Valdano, haciendo aforismos.

"En el fútbol argentino son ladrones los que pierden. Me molesta que me digan ladrón"
German Lerche, ladrón.

"Cada vez me putean menos. El tiempo pone las cosas en su lugar. Yo tengo el culo limpio y el pecho bien ancho”
German Lerche, deforme.

“Messi estuvo apagado”
Angel Cappa, opinador profesional.


Frases tomadas desde el 01/04 al 10/04

Conociendo a los equipos del Mundial. Grupo D: Uruguay


Falta poco para el mundial, por eso arrancamos con un análisis detallado de todos los equipos que van a participar en la gran cita mundialista. En este caso tenemos a Uruguay, equipo que busca dar otro maracanazo o por lo menos repetir el gran nivel del último mundial.

Sábados de Fontanarrosa, hoy: Inodoro Pereyra

La semana pasada habíamos puesto al primer Inodoro Pereyra y varias de sus primeras tiras. Ademas de su evolución y en las tiras donde aparecieron el Mendieta, la Eulogia y los loros apátridas. En esta ocasión ponemos algunas tiras del gran renegau. 






"Fútbol a sol y a sombra" de Eduardo Galeano

La historia del fútbol es un triste viaje del placer al deber. A medida que el deporte se ha hecho industria, ha ido desterrando la belleza que nace de la alegría de jugar porque sí. En este mundo del fin de siglo, el fútbol profesional condena lo que es inútil, y es inútil lo que no es rentable. A nadie da de ganar esa locura que hace que el hombre sea niño por un rato, jugando como juega el niño con el globo y como juega el gato con el ovillo de lana: bailarín que danza con una pelota leve como el globo que se va al aire y el ovillo que rueda, jugando sin saber que juega, sin motivo y sin reloj y sin juez.

El juego se ha convertido en espectáculo, con pocos protagonistas y muchos espectadores, fútbol para mirar, y el espectáculo se ha convertido en uno de los negocios más lucrativos del mundo, que no se organiza para jugar sino para impedir que se juegue. La tecnocracia del deporte profesional ha ido imponiendo un fútbol de pura velocidad y mucha fuerza, que renuncia a la alegría, atrofia la fantasía y prohíbe la osadía. Por suerte todavía aparece en las canchas, aunque sea muy de vez en cuando, algún descarado carasucia que se sale del libreto y comete el disparate de gambetear a todo el equipo rival, y al juez, y al público de las tribunas, por el puro goce del cuerpo que se lanza a la prohibida aventura de la libertad.

El jugador

Corre, jadeando, por la orilla. A un lado lo esperan los cielos de la gloria; al otro, los abismos de la ruina. El barrio lo envidia: el jugador profesional se ha salvado de la fábrica o de la oficina, le pagan por divertirse, se sacó la lotería. Y aunque tenga que sudar como una regadera, sin derecho a cansarse ni a equivocarse, él sale en los diarios y en la tele, las radios dicen su nombre, las mujeres suspiran por él y los niños quieren imitarlo. Pero él, que había empezado jugando por el placer de jugar, en las calles de tierra de los suburbios, ahora juega en los estadios por el deber de trabajar y tiene la obligación de ganar o ganar. Los empresarios lo compran, lo venden, los prestan; y él se deja llevar a cambio de la promesa de más fama y dinero. Cuanto más éxito tiene, y más dinero gana, más preso está. Sometido a disciplina militar, sufre cada día el castigo de los entrenamientos feroces y se somete a los bombardeos de analgésicos y las infiltraciones de cortisona que olvidan el dolor y mienten la salud. Y en las vísperas de los partidos importantes, lo encierran en un campo de concentración donde cumple trabajos forzados, come comidas bobas, se emborracha con agua y duerme solo. En los otros oficios humanos, el ocaso llega con la vejez, pero el jugador de fútbol puede ser viejo a los treinta años. Los músculos se cansan temprano:- Éste no hace un gol ni con la cancha en bajada.- ¿Éste? Ni aunque le aten las manos al arquero. O antes de los treinta, si un pelotazo lo desmaya de mala manera, o la mala suerte le revienta un músculo, o una patada le rompe un hueso de esos que no tienen arreglo. Y algún mal día el jugador descubre que se ha jugado la vida a una sola baraja y que el dinero se ha volado y la fama también. La fama, señora fugaz, no le ha dejado ni una cartita de consuelo.

El arquero

También lo llaman portero, guardameta, golero, cancerbero o guardavallas, pero bien podría ser llamado mártir, paganini, penitente o payaso de las bofetadas. Dicen que donde él pisa, nunca más crece el césped. Es uno solo. Está condenado a mirar el partido de lejos. Sin moverse de la meta aguarda a solas, entre los tres palos, su fusilamiento. Antes vestía de negro, como el árbitro. Ahora el árbitro ya no está disfrazado de cuervo y el arquero consuela su soledad con fantasías de colores. Él no hace goles. Está allí para impedir que se hagan. El gol, fiesta del fútbol: el goleador hace alegrías y el guardameta, el aguafiestas, las deshace. Lleva a la espalda el número uno. ¿Primero en cobrar? Primero en pagar. El portero siempre tiene la culpa. Y si no la tiene, paga lo mismo. Cuando un jugador cualquiera comete un penal, el castigado es él: allí lo dejan, abandonado ante su verdugo, en la inmensidad de la valla vacía. Y cuando el equipo tiene una mala tarde, es él quien paga el pato, bajo una lluvia de pelotazos, expiando los pecados ajenos. Los demás jugadores pueden equivocarse feo una vez o muchas veces, pero se redimen mediante una finta espectacular, un pase magistral, un disparo certero: él no. La multitud no perdona al arquero. ¿Salió en falso? ¿Hizo el sapo? ¿Se le resbaló la pelota? ¿Fueron de seda los dedos de acero? Con una sola pifia, el guardameta arruina un partido o pierde un campeonato, y entonces el público olvida súbitamente todas sus hazañas y lo condena a la desgracia eterna. Hasta el fin de sus días lo perseguirá la maldición.

El ídolo

Y un buen día la diosa del viento besa el pie del hombre, el maltratado, el despreciado pie, y de ese beso nace el ídolo del fútbol. Nace en una cuna de paja y choza de lata y viene al mundo abrazado a una pelota. Desde que aprende a caminar, sabe jugar. En sus años tempranos alegra los potreros, juega que te juega en los andurriales de los suburbios hasta que cae la noche y ya no se ve la pelota, y en sus años mozos vuela y hace volar en los estadios. Sus artes malabares convocan multitudes, domingo tras domingo, de victoria en victoria, de ovación en ovación. La pelota lo busca, lo reconoce, lo necesita. En el pecho de su pie, ella descansa y se hamaca. Él le saca lustre y la hace hablar, y en esa charla de dos conversan millones de mudos. Los nadies, los condenados a ser por siempre nadies, pueden sentirse álguienes por un rato, por obra y gracia de esos pases devueltos al toque, esas gambetas que dibujan zetas en el césped, esos golazos de taquito o de chilena: cuando juega él, el cuadro tiene doce jugadores.- ¿Doce? ¡Quince tiene! ¡Veinte! La pelota ríe, radiante, en el aire. Él baja, la duerme, la piropea, la baila, y viendo esas cosas jamás vistas sus adoradores sienten piedad por sus nietos aún no nacidos, que no las verán. Pero el ídolo es ídolo por un rato nomás, humana eternidad, cosa de nada; y cuando al pie de oro le llega la hora de la mala pata, la estrella ha concluido su viaje desde el fulgor hasta el apagón. Está ese cuerpo con más remiendos que traje de payaso, y ya el acróbata es un paralítico, el artista una bestia:-¡Con la herradura no! La fuente de la felicidad pública se convierte en el pararrayos del público rencor:- ¡Momia! A veces el ídolo no cae entero. Y a veces, cuando se rompe, la gente le devora los pedazos.

El Hincha

Una vez por semana, el hincha huye de su casa y asiste al estadio. Flamean las banderas, suenan las matracas, los cohetes, los tambores, llueven las serpientes y el papel picado; la ciudad desaparece, la rutina se olvida, sólo existe el templo. En este espacio sagrado, la única religión que no tiene ateos exhibe a sus divinidades. Aunque el hincha puede contemplar el milagro, más cómodamente, en la pantalla de la tele, prefiere emprender la peregrinación hacia este lugar donde puede ver en carne y hueso a sus ángeles, batiéndose a duelo contra los demonios de turno. Aquí, el hincha agita el pañuelo, traga saliva, glup, traga veneno, se come la gorra, susurra plegarias y maldiciones y de pronto se rompe la garganta en una ovación y salta como pulga abrazando al desconocido que grita el gol a su lado. Mientras dura la misa pagana, el hincha es muchos. Con miles de devotos comparte la certeza de que somos los mejores, todos los árbitros están vendidos, todos los rivales son tramposos. Rara vez el hincha dice: «hoy juega mi club». Más bien dice: «Hoy jugamos nosotros». Bien sabe este jugador número doce que es él quien sopla los vientos de fervor que empujan la pelota cuando ella se duerme, como bien saben los otros once jugadores que jugar sin hinchada es como bailar sin música. Cuando el partido concluye, el hincha, que no se ha movido de la tribuna, celebra su victoria; qué goleada les hicimos, qué paliza les dimos, o llora su derrota; otra vez nos estafaron, juez ladrón. Y entonces el sol se va y el hincha se va. Caen las sombras sobre el estadio que se vacía. En las gradas de cemento arden, aquí y allá, algunas hogueras de fuego fugaz, mientras se van apagando las luces y las voces. El estadio se queda solo y también el hincha regresa a su soledad, yo que ha sido nosotros: el hincha se aleja, se dispersa, se pierde, y el domingo es melancólico como un miércoles de cenizas después de la muerte del carnaval.

El fanático

El fanático es el hincha en el manicomio. La manía de negar la evidencia ha terminado por echar a pique a la razón y a cuanta cosa se le parezca, y a la deriva navegan los restos del naufragio en estas aguas hirvientes, siempre alborotadas por la furia sin tregua. El fanático llega al estadio envuelto en la bandera del club, la cara pintada con los colores de la adorada camiseta, erizado de objetos estridentes y contundentes, y ya por el camino viene armando mucho ruido y mucho lío. Nunca viene solo. Metido en la barra brava, peligroso ciempiés, el humillado se hace humillante y da miedo el miedoso. La omnipotencia del domingo conjura la vida obediente del resto de la semana, la cama sin deseo, el empleo sin vocación o el ningún empleo: liberado por un día, el fanático tiene mucho que vengar. En estado de epilepsia mira el partido, pero no lo ve. Lo suyo es la tribuna. Ahí está su campo de batalla. La sola existencia del hincha del otro club constituye una provocación inadmisible. El Bien no es violento, pero el Mal lo obliga. El enemigo, siempre culpable, merece que le retuerzan el pescuezo. El fanático no puede distraerse, porque el enemigo acecha por todas partes. También está dentro del espectador callado, que en cualquier momento puede llegar a opinar que el rival está jugando correctamente, y entonces tendrá su merecido.

El gol

El gol es el orgasmo del fútbol. Como el orgasmo, el gol es cada vez menos frecuente en la vida moderna. Hace medio siglo, era raro que un partido terminara sin goles: 0 a 0, dos bocas abiertas, dos bostezos. Ahora, los once jugadores se pasan todo el partido colgados del travesaño, dedicados a evitar los goles y sin tiempo para hacerlos. El entusiasmo que se desata cada vez que la bala blanca sacude la red puede parecer misterio o locura, pero hay que tener en cuenta que el milagro se da poco. El gol, aunque sea un golecito, resulta siempre gooooooooooooooooooooooool en la garganta de los relatores de radio, un do de pecho capaz de dejar a Caruso mudo para siempre, y la multitud delira y el estadio se olvida de que es de cemento y se desprende de la tierra y se va al aire.

El director técnico

Antes existía el entrenador, y nadie le prestaba mayor atención. El entrenador murió, calladito la boca, cuando el juego dejó de ser juego y el fútbol profesional necesitó una tecnocracia del orden. Entonces nació el director técnico, con la misión de evitar la improvisación, controlar la libertad y elevar al máximo el rendimiento de los jugadores, obligados a convertirse en disciplinados atletas. El entrenador decía: Vamos a jugar. El técnico dice: Vamos a trabajar. Ahora se habla en números. El viaje desde la osadía hacia el miedo, historia del fútbol en el siglo veinte, es un tránsito desde el 2-3-5 hacia el 5-4-1. pasando por el 4-3-3 y el 4-4-2. Cualquier profano es capaz de traducir eso, con un poco de ayuda, pero después, no hay quien pueda. A partir de allí, el director técnico desarrolla fórmulas misteriosas como la sagrada concepción de Jesús, y con ellas elabora esquemas tácticos más indescifrables que la Santísima Trinidad. Del viejo pizarrón a las pantallas electrónicas; ahora las jugadas magistrales se dibujan en una computadora y se enseñan en video. Esas perfecciones rara vez se ven, después, en los partidos que la televisión transmite. Más bien la televisión se complace exhibiendo la crispación en el rostro del técnico, y lo muestra mordiéndose los puños o gritando orientaciones que darían vuelta al partido si alguien pudiera entenderlas. Los periodistas lo acribillan en la conferencia de prensa, cuando el encuentro termina. El técnico jamás cuenta el secreto de sus victorias, aunque formula admirables explicaciones de sus derrotas: Las instrucciones eran claras, pero no fueron escuchadas, dice, cuando el equipo pierde por goleada ante un cuadrito de morondanga. O ratifica la confianza en sí mismo, hablando en tercera persona más o menos así: «Los reveses sufridos no empañan la conquista de una claridad conceptual que el técnico ha caracterizado como una síntesis de muchos sacrificios necesarios para llegar a la eficacia». La maquinaria del espectáculo tritura todo, todo dura poco, y el director técnico es tan desechable como cualquier otro producto de la sociedad de consumo. Hoy el público le grita:¡No te mueras nunca! Y el Domingo que viene lo invita a morirse. El cree que el fútbol es una ciencia y la cancha un laboratorio, pero los dirigentes y la hinchada no sólo le exigen la genialidad de Einstein y la sutileza de Freud, sino también la capacidad milagrera de la Virgen de Lourdes y el aguante de Gandhi.

El lenguaje de los doctores del Fútbol

Vamos a sintetizar nuestro punto de vista, formulando una primera aproximación a la problemática táctica, técnica y física del cotejo que se ha disputado esta tarde en el campo del Unidos Venceremos Fútbol Club, sin caer en simplificaciones incompatibles con un tema que sin duda nos está exigiendo análisis más profundo y detallado y sin incurrir en ambigüedades que han sido, son y serán ajenas a nuestra prédica de toda una vida al servicio de la afición deportiva. Nos resultaría cómodo eludir nuestra responsabilidad atribuyendo el revés del once locatario a la discreta performance de sus jugadores, pero la excesiva lentitud que indudablemente mostraron en la jornada de hoy a la hora de devolucionar cada esférico recepcionado no justifica de ninguna manera, entiéndase bien, señoras y señores, de ninguna manera, semejante descalificación generalizada y por lo tanto injusta. No, no y no. El conformismo no es nuestro estilo, como bien saben quienes nos han seguido a lo largo de nuestra trayectoria de tantos años, aquí en nuestro querido país y en los escenarios del deporte internacional e incluso mundial, donde hemos sido convocados a cumplir nuestra modesta función. Así que vamos a decirlo con todas las letras, como es nuestra costumbre: el éxito no ha coronado la potencialidad orgánica del esquema de juego de este esforzado equipo porque lisa y llanamente sigue siendo incapaz de canalizar adecuadamente sus expectativas de una mayor proyección ofensiva hacia el ámbito de la valla rival. Ya lo decíamos el Domingo próximo pasado y así lo afirmamos hoy, con la frente alta y sin pelos en la lengua, porque siempre hemos llamado al pan pan y al vino vino y continuaremos denunciando la verdad, aunque a muchos les duela, caiga quien caiga y cueste lo que cueste. 

Obdulio


Yo era chiquilín y futbolero, y como todos los uruguayos estaba prendido a la radio, escuchando la final de la Copa del Mundo. Cuando la voz de Carlos Solé me transmitió la triste noticia del gol brasileño, se me cayó el alma al piso. Entonces recurrí al más poderoso de mis amigos. Prometí a Dios una cantidad de sacrificios a cambió de que Él se apareciera en Maracaná y diera vuelta el partido. Nunca conseguí recordar las muchas cosas que había prometido, y por eso nunca pude cumplirlas. Además, la victoria de Uruguay ante la mayor multitud jamás reunida en un partido de fútbol había sido sin duda un milagro, pero el milagro había sido más bien obra de un mortal de carne y hueso llamado Obdulio Varela. Obdulio había enfriado el partido, cuando se nos venía encima la avalancha, y después se había echado el cuadro entero al hombro y a puro coraje había empujado contra viento y marea. Al fin de aquella jornada, los periodistas acosaron al héroe. Y él no se golpeó el pecho proclamando que somos los mejores y no hay quien pueda con la garra charrúa: -Fue casualidad- murmuró Obdulio, meneando la cabeza. Y cuando quisieron fotografiarlo, se puso de espaldas. Pasó esa noche bebiendo cerveza, de bar en bar, abrazado a los vencidos, en los mostradores de Río de Janeiro. Los brasileños lloraban. Nadie lo reconoció. Al día siguiente, huyó del gentío que lo esperaba en el aeropuerto de Montevideo, donde su nombre brillaba en un enorme letrero luminoso. En medio de la euforia, se escabulló disfrazado de Humphrey Bogart, con un sombrero metido hasta la nariz y un impermeable de solapas levantadas. En recompensa por la hazaña, los dirigentes del fútbol uruguayo se otorgaron a sí mismos medallas de oro. A los jugadores les dieron medallas de plata y algún dinero. El premio que recibió Obdulio le alcanzó para comprar un Ford del año 31, que fue robado a la semana.

Eduardo Galeano

El antiequipo de la semana (25/04 al 02/05)

Arriba: Mauro Zarate (Jugador de Vélez Sarsfield, flogger, egoísta, puteador, buen compañero); Lucas Pratto (Jugador de Vélez, egoísta, puteador, buen compañero); José “Turu” Flores (Entrenador de Vélez Sarsfield, gordo, irregular); Ricardo La Volpe (Ex Arquero, Entrenador, ex entrenador del Chivas,  demostrativo, le entra a la venus de jalea); Alma Belén Coronado (Podóloga, Masajista sin final feliz del Chivas); Pep Guardiola (Entrenador del Bayern Münich, goleado, sin suerte, criticado)

Abajo: José Mourinho (Caruso Lombardi portugués, entrenador del Chelsea, afuera de la Champions, verborrágico); Hernán Barcos (Delantero de Gremio, burro, insultado, apretado); Banana (Fruto del banano, Musa paradisiaca, símbolo de la discriminación, símbolo de la no discriminación); Luis Segura (Presidente de Argentinos Juniors, garca, amigo de Don Julio); Julio Grondona (Emperador de la AFA, demente, garca, mafioso, puteado).

Selección
Fue una semana en la que se terminó de dirimir los octavos de final de la Copa Libertadores, o sea, se definieron los cuartos de final. Vélez, mejor equipo de la primera rueda, perdió contra el peor segundo de la primera rueda y quedó afuera. Mucho tuvieron que ver sus delanteros: Mauro Zarate y Lucas Pratto, quienes buscaban hacer “el gol de sus vidas”. Hasta que Zarate volvió a pecar de morfón, Pratto se lo recrimino y Maurito lo mando de vuelta al cálido y suave útero materno de una puteada. Pratto no se quedó callado y le respondió con otra puteada. Tenían que ser ofensivos y lo fueron, pero ofendiéndose entre ellos. Últimamente el conjunto dirigido por el “Turu” Flores  está más ciclotímico que el Emo que personificaba Capusotto. Un día gana, gusta y golea para luego perder tres o cuatro partidos al hilo. El Turu Flores, que ya debe andar por el mismo talle de pantalón que el “mono” Burgos, no le está encontrando la vuelta a este equipo que tiene más irregularidad que las minas de la publicidad de Activia.

Volvió Ricardo La Volpe en forma de polémica. Esta vez al entrenador, que había vuelto a dirigir luego de una afección coronaria que lo tuvo a maltraer, fue rajado del Chivas por “conducta inapropiada” para con la podóloga del club: Alma Belén Coronado. La chica en cuestión hizo una denuncia penal por delitos y el bigotón voló. Según el dueño del Chivas; La Volpe le habría mostrado a la señorita al amigo, paquete, monstruito, pajarito, chota, choto, verga, pelado con polera, chino tuerto, hongo rosado, manija de carne, pitulín, dedo sin uña, casco de carne, hueso de goma, pichu, trozo zodape, bombilla de cuero, etc. La cosa es que La Volpe sostiene que no pasó nada y que solo fue a ver a la chica porque hacia masajes y su función solo es la de ser podóloga. El casi campeón con Boca en el 2006, dio una conferencia de prensa donde termino quebrado y afirmo hasta el hartazgo que esto es una cama por parte del presidente (y dueño) del Chivas. Por lo pronto la “Conducta inapropiada” de La Volpe fue en Boca, cuando Estudiantes en el 2006 le hizo lo que quiso.

Semana caótica para Pep Guardiola. El Bayern München quedo eliminado con baile y paliza en su propia casa. Tuvo más errores de defensa que Scioli boxeando y le llovieron las críticas. Franz Beckenbauer, que ya lo criticaba cuando Pep era una máquina de ganar,  ahora aprovecho la caída y volvió a darle. No fue duro, pero parece que el teutón de la cara de ojete mucho no lo banca al español. Los medios también le dieron para que tengan y muchos catalogaron la caída como que se terminó la mentira de Guardiola. Recordemos que el Bayern gano la Bundesliga siete fechas antes y cayo ahora en semifinales. Si eso es una mentira, pedimos por favor que nos vengan a mentir en nuestros equipos.

Otro que se quedó afuera de la Champions en condición de local fue José Mourinho. El portugués se enfrentó a un entrenador parecido en su estilo: el Cholo Simeone. Y así como a “pep” le llovieron críticas, a “Mou” también le dieron. Qué sus equipos son mezquinos, qué se la pasa vendiendo humo y que se terminó la mentira de Mourinho. Recordemos que el Chelsea está peleando la Premier League y que cayó en semifinales de la Champions. Si eso es una mentira, pedimos por favor que nos vengan a mentir en nuestros equipos.

San Lorenzo pasó a cuartos de final de la copa al ganarle por penales a Gremio. Hernán Barcos no solo erro un penal, sino que estaba más perdido que Robertito Funes Ugarte en un recital de Slayer. Se lo vio dubitativo y la pelota tampoco le llegaba. La cosa es que algunos miembros de la torcida de Gremio, increpo duramente a Barcos; cuando este salía de la cancha. Le patearon la camioneta, sin embargo lo peor de todo es que Hernán Barcos estaba con su hija. Como diría un filósofo contemporáneo argentino: “Boludos y hormigas hay en todos lados”.

Un hincha del Villareal le arrojo una banana a Dani Alves, para “tratarlo” de macaco. El resto es historia conocida: Alves se comió el plátano, muchos jugadores para apoyarlo se sacaron una foto comiéndose ese fruto y luego el submarino amarillo iba a rajar a patadas y de por vida a ese hincha. Sin embargo el tema de la “banana” se desvirtuó tanto que hasta Larissa Riquelme “apoyo” la iniciativa, mandándose una banana por la boca en forma erótica… Menos mal que a Alves no le tiraron una lluvia de dildos como le sucedió a Navarro M.

Se fue al descenso Argentinos Juniors. Crónica de un descenso anunciado por una dirigencia encabezada por Luis Segura. Si en Warnes se la pasan desguazando autos, Segura se la paso desguazando planteles. Salió campeón en el clausura del 2010 y en lugar de buscar el salto de calidad, desarmo el plantel, contrato entrenadores descartables y luego trato de salvarse con Caruso y con Borghi. Tuvo más amagues de renuncia que aciertos. A por seguro se lo llevaron preso y a Segura nada... aún.

Y aparece don Julio Grondona ¿Tenemos que aclarar por qué? Se viene un torneo de 30 equipos, en las últimas horas se corrió el rumor de que podrían ser 36 equipo... ¿Y si hacemos una única liga con todos los equipos desde la A hasta la D?

Infografía del nuevo torneo de 30 equipos.

Click sobre la imagen para visualizar correctamente.

¿De qué te ponés contento?

 Yo la verdad es que no te entiendo Cacho, la verdad que no te entiendo. Ni a vos, ni a todos aquellos que van a una cancha. O a esos hincha...


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