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Las mejores frases de la segunda quincena de Marzo.
Americo Ruben Gallego, conformista.
“Firmo el empate”
Ricardo Caruso Lombardi, conformista.
"Si no me llega la pelota me vuelvo loco"
Cristian “pochi” Chavez, loco.
“Que gane San Lorenzo”
Papa Francisco, tribunero.
“Si fue mano”
Carlos Luna, sincero.
“Lo único que vi es que el arbitro no vio la mano y dio el gol, después
todos vieron lo que pasó”
Ramón Díaz, haciéndose el boludo.
“Me saque los tiradores y lo fui a buscar”
Elio Rossi, Stripper.
“Lanús siempre gana con Pompei y hoy nos perjudicó durante todo el
partido”
Nicolas Sanchez, a ver si algún operativo de la AFIP entra al baño de Pompei.
“Antes, los insultos iban primero al DT y después a los jugadores.
Ahora van directo a los jugadores. Carlos es el ídolo máximo”
Juan Román Riquelme, histérico.
“Tenemos que sacar al equipo para adelante”
Diego Cagna, si con los pies para adelante.
“Tenia la ilusión de que Sabella me convoque”
Ignacio Scocco, pasa por Estudiantes antes.
“Quiero conseguir el numero de Erbes para llmarlo y pedirles
disculpas”
Dario Carpintero, de paso pedile que te devuelva los tapones de los botines que
le quedaron en la pierna.
“Nuestro objetivo no es la plata”
“Rolfi” Montenegro. Si siguen jugando así el objetivo es el Nacional B.
“♫ Que de la
mano de Lio Messi todos la vuelta vamos a dar…”
Cantico en el Monumental de muchos veletas.
“Me dio vergüenza perder contra un equipo que juega en el
Argentino A”
Nestor Gorosito, vergonzoso.
"No soy lento, soy nueve"
Jose Sand, nueve lento
“Nos gusta la punta”
Miguel Angel Russo, gay friendly,
“¿Quién es más grande, Messi o Maradona? "Es como si me
preguntás: '¿querés más a tu mamá o a tu papá'"
Alessandro Del Piero, indeciso.
“Hasta mi nieto de tres años me dice 'Messi, Messi, Messi'. Pero
yo no tengo una foto con él. Me da vergüenza pedirle”
Carlos Bilardo, vergüenza es robar y… nada, déjalo ahí narigon.
"Conozco el peligro del rival. Está lleno de argentinos”
Xabier Azkargorta, doble del Coronel Cañones.
”Trato de copiar a Clemente Rodriguez”
Nahuel Zárate, futuro partuzero.
“Scocco es peligroso”
Pablo Migliore, peligroso.
Poncho por su casa.
Titular del olé cuando Evo Morales le entrego un pocho a Messi.Dejénme soñar, no me despierten nunca. [Completo]
— ¿Seguro vas a
estar bien, viejo? Mira que verlo por tele es lo mismo, de última sí salimos
campeones te paso a buscar y te llevo con los muchachos a dar la vuelta
olímpica.
—No seas pavote
Nicolás, ¡fui durante toda mi vida y justo ahora no voy a ir!
—Sí, pero, viejo,
vos no estás bien, hace cuatro años que te agarró un infarto y...
—Decís bien, hace cuatro años, ahora estoy
lo más bien —lo frené a mi pibe—. Ya bastante me tengo que aguantar que tú
madre y vos me traten como a un nene. Tuve un infarto, no es que me quedé
boludo. El único gustito que tengo es ir a la cancha. Ni laburar me dejaron ya
ustedes. Espere 83 años para ver campeón a este equipo de matungos, para no
decir toda la vida… ni loco me lo pierdo.
La verdad es que
uno cuando se pone viejo lo tratan como a un boludo, y más si tenés alguna
enfermedad del corazón. Ojo, yo sé que está bien, mi familia me quiere y se
preocupa, pero a veces te sentís como un completo pelotudo.
Toda mi vida fui
a la cancha y hay una cosa que aún no pude hacer: ver campeón al equipo del que
soy hincha. Desde muy pibe el viejo me llevaba a ver al equipo, yo habré tenido
seis o siete años cuando empezó a llevarme a la platea. Desde ahí no paré más
de ir a la cancha. El viejo se murió sin poder ver al equipo campeón, su sueño
era ver campeón al club conmigo en la tribuna. Lo llegamos a ver sub campeón en
la década del 60, pero festejar un subcampeonato me parece muy frustrante.
Ojito que ya hemos salido campeones, pero de torneos de ascenso, nunca de
primera… pero los que valen son los porotos de la A, así que seguimos como al
principio.
Lamentablemente
no pudo verlo campeón y mi padre se fue, y con mis 83 añitos no sé si voy a
verlo campeón eh. Todo depende de lo que pase el domingo. Por segunda vez en
nuestra historia llegamos primeros en la tabla. Una vez ya perdimos y nos
quedamos en la puerta de la gloria, espero que esta vez no pase, es complicado
pero no imposible. Estamos un puntos por sobre el segundo.
Ganando salimos
campeones. Empatando y que el otro pierda también, si perdemos ambos también.
La cagada es que si ellos ganan y nosotros no, salen ellos y confirmaremos el
mote popular que nos han puesto de cagones y pecho frio. Si quedamos empatados
en puntos, obviamente habrá un partido “final”. Ni loco me iba a perder este
partido hermano, que me agarre un infarto ahí mismo, viejo. Pero que me agarre
si perdemos así no aguanto las cargadas de los otros. Por suerte había llegado
al acuerdo con mi pibe: íbamos a ir a platea. Tan pibe no es, tiene 38 pirulos,
pero para mí siempre va a ser mi nene.
Uno nunca sabe
cuándo va a estirar la pata y disfruté mucho de este campeonato. Traté de ir la
mayor cantidad de veces posible a ver al equipo… de local fui siempre pues soy
socio vitalicio y de visitante he ido cuando juegan por acá cerca porque no me
dejan viajar lejos por mi afección cardiaca.
En mi vida fui
de todo menos puto: laburé en barcos, hice de mecánico, comerciante,
despachante, etc. Me jubile a los 70 años pero seguí haciendo changuitas de
taxista porque la jubilación no es la gran cosa y había que estirarla como sea.
Hace cuatro años que sufrí un infarto. Entre el pucho, los múltiples quilombos
que uno tiene en la vida y que me gusta comer bien las arterias se me taparon y
se jodió el bobo nomas.
Estaba en casa
hablando por teléfono con mi hermano cuando me empezó a doler el pecho. Pensé
que se me iba a pasar al rato pero no se me paso y me terminaron internando.
Estuve como diez días internado comiendo una comida horrorosa y casi rogándoles
a los médicos que me den el alta. Me mandaron a casa, me dieron una dieta de
mierda sin sal, sin grasas y sin sabor. Estuve trabajando un año más arriba del
tacho, hasta que mi pibe y mi señora me dijeron que no trabaje más y bla bla
bla. Me quedó como único refugio ir a la cancha.
Debo reconocerte,
hermano, que cuando uno llega a viejo es como que va siendo chico de nuevo. Te
tratan como a un boludito, como si no te pudieras valer por vos mismo. Te tengo
que reconocer que a veces me siento como un nene por los caprichos, porque
nosotros los viejos somos tan o más caprichosos que los pendejos, eh. También
me mando mis rabietas y a veces me hago el sota y faseo escondido o le cambio
esa sal de mierda que no tiene sodio y que tampoco tiene gusto por la sal común
para que no me caguen a pedos tal como haría un pibe.
El día del
partido mi señora hizo ravioles como todos los domingos, Nicolás vino con su
mujer y mi nieto Rodrigo. Terminábamos de comer y nos volábamos a la cancha. El
partido empezaba a las cuatro de la tarde, así que había tiempo. Terminamos de
comer, mi hijo me mira un rato, después de hacerme un cuestionario sobre mi
estado actual de salud, agarro las llaves del auto y salimos. Me despedí de mi
mujer, como me aguantó siempre la bruja, eh, la verdad que es una mina de
fierro. Ojo yo nunca la engañe ni nada porque no me parece correcto eso, soy
enchapado a la antigua. No me tuvo que aguantar infidelidades pero tuvo que
soportar cada estupidez mía que ni te cuento. Desde que nos conocimos, hace
unos 45 años, que ella odia la cancha. Según ella era peligroso, me podía matar
la barra, la policía o mi corazón. Todo era improbable pero ella se preocupaba
igual. En el instante en que me despedí de ella con un beso en la frente me
prometí a mi mismo que iba a ser la última vez que vaya a la cancha. Total si
ganábamos yo ya iba a estar hecho de por vida y si perdíamos que el club se
vaya a la puta que lo parió.
Salíamos por el
caminito del jardín de casa, me fui a abrir el portón de reja donde mi hijo
tenía el auto guardado y como un boludo me golpee en el brazo izquierdo cuando
lo abría. Casi termino sentado de culo
en el suelo, pero por suerte mi pibe no se avivó porque, si no, me iba a
empezar a hinchar las bolas para que no vaya. Me subí al auto.
— ¿Trajiste el Isordil?
—me dijo Nicolás mientras con la mirada me examinaba.
—Sin nene,
quédate tranquilo — le respondí mientras le mostraba el blíster de pequeñas
pastillitas que me ponía debajo de la lengua cuando me dolía el pecho.
Llegamos a la
cancha, había un aroma extraño en el aire. Antes había lloviznado y el olorcito
a lluvia se mezcló con el olor de los choripanes. Ese debía ser el perfume del
paraíso. Pero había algo más en el aire, algo indescriptible, sentía algo en el
corazón, no, no era dolor era emoción. Tenía la marcada sensación que hoy iba a
salir todo bien.
El partido empezó
trabadísimo, el rival que no jugaba por nada nos salió a jugar con todo. A los cinco
minutos ya tuvo una buena cantidad de llegadas a nuestra área. Y, como sucede en
este tipo de partidos, el murmullo ya no se hizo esperar. El comentario de la
incentivación empezó a correr más que nuestro lateral. Los minutos pasaban y
pasaban lentamente, como en un reloj de arena en cámara lenta. Pero en esta
clase de partidos uno esta más atento al resultado del rival que al propio y
las noticias de la otra cancha no eran las mejores, habían pasado apenas veinte
minutos y ya ganaba dos a cero, nuestro rival se estaba consagrando campeón.
Una mierda, mi viejo, esperé toda una vida para ver esta decepción de nuevo,
qué cagada. Y a los jugadores parecería que el resultado les chupaba bien un
huevo.
La radio de un
hombre mayor de al lado mío se desgarraba en un grito de gol. Era el tres cero
en la otra cancha. Había que ganar y estos putos estaban ganando y goleando.
Nosotros empatábamos y, por segunda vez en nuestra historia, se nos iba a
escapar el título. Se fue el primer tiempo y todos estábamos muy nerviosos, mi
hijo cada tanto me preguntaba si me sentía bien, me intentaba tranquilizar en
vano con que era un simple partido de futbol, cosa que me reventaba más, porque
era un simple partido de futbol y estos muertos estaban empatando.
Necesitábamos solo un gol. Un miserable gol. A mí, sinceramente, los nervios no
me hacían mal… es más, me descargaba cuando puteaba en la cancha al árbitro o a
un rival, porque yo no soy de putear a los propios, porque ellos están para
defender nuestros colores y creo que, si los insultás, los pones de peor ánimo…
es mi humilde opinión.
Empezó el
segundo tiempo, el viejo que estaba al lado mío apago la radio, total el
resultado en la otra cancha estaba sellado. Ese sí que esta viejo, eh, o
estropeado, porque hasta yo que tengo 83 y mal del corazón estoy mejor que el
carcamán este. Con estos pensamientos me distraje un poco de lo mal que estábamos
jugando, realmente estábamos jugando horrible.
Ellos pegaron un
tiro en el palo, nuestro arquero saco dos mano a mano terribles. Nosotros solo
llegamos con un tiro de media distancia del número cinco. Nada más. Ya iban
casi 35 minutos y estábamos condenados a ver como el campeonato nos iba a hacer
pito catalán. Sin embargo el nueve nuestro entro al área, enganchó y, cuando
iba a rematar el central rival, le pego un terrible planchazo… era un Penal,
así con mayúscula. Pero el árbitro no lo vio. ¡Para qué! Estallamos en una
catarata de puteadas.
—¡¡¡Hijo de
puta!!! ¡¡¡Ladrón, ladrón!!!! —me reventó la puteada en la garganta y me
retumbo en toda la cabeza. Mientras agitaba el brazo enérgicamente.
—Tranquilo papá
—me agarro del brazo mi hijo e intentaba llevarme de nuevo a que me siente— te
va a hacer mal. Cálmate por favor.
—Pero no ves Nicolás
lo que nos robó este hijo de puta, nos cago, nos afano la ilusión —conteste yo
casi llorando con toda mi cara roja. Estaba completamente fuera de mí. — ¡Hijo
de puta! ¡Toda una vida esperando esto para que este sinvergüenza nos robe!
¡Hijo de puta!
A todo esto,
nuestro delantero había quedado medio drogui del dolor y lo tenían que
sustituir. Yo pensé que iba a entrar el cabezón Estrada, era un pibe de
inferiores que ya había hecho varios goles este torneo. Pero no, entro un joven
de barba y pelo largo, la verdad que nunca lo había visto. Era flaquito como un
piolín y tenía dos piernitas que más que correr se ondulaban en el viento. Tenía
medio pinta de hippie. Se parecía a esas estampitas de Jesús en la cruz. La
verdad que no sabía quién era ese muchacho y me daba vergüenza preguntar quién
era. Por ahí era conocido y yo no me acordaba y si sos viejo y preguntás algo
que es obvio quedás como un viejo esclerótico y boludo. Yo había venido a la
mayoría de los partidos este torneo y la verdad que no me acordaba de este
pibe. Por estar perdidos en estos pensamientos me perdí el nombre cuando lo
dijeron en los altoparlantes. Me iba a quedar con la duda.
El recién ingresado
se movía bastante bien. En la primera que toco hizo algo exquisito, la puso
bajo la suela, tiro un caño y se mandó al ataque. Era él solo contra todo el equipo
rival, si uno se detenía a verlo parecía un pequeño Via Crucis, un era un
Cristo con pelota esquivando los latigazos de los rivales. Le costaba seguir
con la pelota, se caía una y otra vez pero no perdía la pelota, la defendía con
la vida y se la seguía llevando, el dos de ellos, que antes había sacado de la
cancha a nuestro nueve titular, ahora le tiró una guadañazo terrible. El pobre
Cristo cayó como fulminado pero todavía tenía la pelota ¡Cómo se la aguantaba
el desgraciado! Llego al área, de un lado lo tenía al dos agarrándolo
bruscamente del pelo y del otro al seis tironeándole la camiseta, el arquero salió
con las dos piernas para adelante como para matarlo, sin embargo el pibe de
barba se la pico por arriba…
¡Gooooool! La
puta que lo parió, ¡era gol! La pelota entró, ¡éramos campeones, carajo! ¡Cuánta
alegría! De tanta emoción junta me apretaba las sienes y el brazo que me había
golpeado antes con el portón de casa me dolía más, pero qué joder, no me
importa nada. Por primera vez en la historia estábamos saliendo campeones, para
todos esos tarados que nos llamaban “vírgenes” métanse esa palabra en el culo
ahora, viejo. Un grande el pibe de barba al que no le tenía fe. No sé de donde salió
tanta gente pero nos abrazamos entre todos, era el abrazo grupal más hermoso
del mundo, del quilombo que hubo lo perdí de vista hasta a mi pibe, pero que
lindo fue. Creo que nunca estuve tan feliz, miraba para todos lados y veía solo
sonrisas, todos éramos felices.
Cuando miro a mi
izquierda, veo algo realmente increíble de ver ¡Es mi viejo! La puta que lo
parió enloquecí de la emoción. Me pego el Alzheimer de golpe. Sacudo la cabeza
como para que algo se acomode adentro. Pero no, es mi viejo o es un doble o
estoy loquísimo. Me acerco a él.
— ¿Vi-viejo?
—Tartamudeé del cagazo o no sé de qué— ¿Sos vos o estoy loco?
— ¡Carlitos
querido! — me respondió él y si ¡era mi viejo! — ¿Cómo estas tanto tiempo,
nene? No te la puedo creer mira como venimos a campeonar ahora, te dije que no
me la iba a perder ¿Te acordás?
Sinceramente por
mi mente pasaron miles y miles de cosas: que el vino que me tome con los
ravioles me había pegado mal o que en esos momentos me había atacado con todo
la arteriosclerosis o que el humo de los cigarros de marihuana que siempre solían
fumarse en la popular había venido para acá. La mente es extraña y en los
momentos más increíbles se va por las ramas. Estaba contentísimo, lo busque a
mi hijo pero justo se había ido al baño, la figura de mi viejo ahí era muy real
como para que sea una visión o algo creado por el poder de mi mente. Entonces
lo abrace y si, era él ¡era el viejo! Esto es maravilloso, se me caían las
lágrimas de la emoción, mi querido viejo, se me había ido hace 40 años por un
cáncer de próstata ¡Y ahora estaba acá como si nada! Me puse a llorar como un
nene y sentía que el pecho se me salía de la emoción. Era un sueño hermoso, sí,
no había otra, estaba soñando, pero déjenme soñar, no me despierten nunca.
—Siempre el
mismo mantequita vos eh —me dijo mi viejo mientras me daba palmaditas como
tratando de calmarme —, llorás como un perejil, ponete contento Carlitos que
vamos a salir campeones y estamos juntos para verlo, arriba nene, dale.
Yo seguía
incrédulo, no podía creerlo, pero lo tocaba al viejo y era real, muy real, con
su misma sonrisa campechana, con sus parpados arrugados, sus ojitos verdes alumbrando
desde ahí adentro ¡la puta que hermoso sueño! ¡Que hermosa locura! Entonces lo
veo venir a mi hijo, viene corriendo ¡Seguro vio al abuelo! Me abrazó y me dio
un beso en la frente me miró y lloró, se había emocionado también, ¡qué lindo!
Pero lo que veo ahora es increíble, es mi vieja ¡la vieja! A ella no le gustaba
el futbol, seguro vino a hacerle la gamba a mi viejo, pero que hermoso,
realmente esto es un sueño, campeones por primera vez, está mi viejo, está mi
vieja, está mi hijo que no da más de la emoción y está llorando como desquiciado.
No te lo puedo creer hermano, esto es una locura. Que hermoso sueño, por favor
no me despierten, quiero que este sueño dure para siempre…
_______________________†_______________________
El Club El Faro
comunica su profundo dolor y pesar por el fallecimiento del socio vitalicio,
don Carlos Burr, en el día de ayer mientras se llevaba a cabo el cotejo contra Progresista
que finalizó empatado en cero. Lamentamos mucho su perdida, acompañamos en su
dolor a todos sus familiares e informamos que sus restos serán velados en la
sede social del club de 10 a 16 hs.
A.D.F.Schweinheim
El patadon de Cambiasso
Perdía el Football Club Internazionale Milano, mejor conocido como el Inter de Milán, contra el puntero del Calcio, la Juventus, que ahora estira la diferencia a 12 puntos respecto del segundo que es el Napoli. Todo se desarrollaba mas o menos bien hasta que Esteban "el cuchu" Cambiasso le tiro una patada terrible a Sebastian Giovinco, el 12 de la Juve. Increíble, porque el "cuchu" siempre fue mas bueno que Ned Flanders con sobredosis de antidepresivos. Sin embargo Cambiasso luego de pegar la patada y antes de que Giovinco caiga ya estaba estaba pidiendo disculpas a todo el mundo por la acción. El Cuchu fue expulsado y suma así su segunda expulsión en toda su carrera. La primera en el Calcio. Sin embargo esa patada fue un gran homenaje al nombre de esta pagina.
Dejénme soñar, no me despierten nunca. [Parte 1 de 2]
— ¿Seguro vas a
estar bien, viejo? Mira que verlo por tele es lo mismo, de última sí salimos
campeones te paso a buscar y te llevo con los muchachos a dar la vuelta
olímpica.
—No seas pavote
Nicolás, ¡fui durante toda mi vida y justo ahora no voy a ir!
—Sí, pero, viejo,
vos no estás bien, hace cuatro años que te agarró un infarto y...
—Decís bien, hace cuatro años, ahora estoy
lo más bien —lo frené a mi pibe—. Ya bastante me tengo que aguantar que tú
madre y vos me traten como a un nene. Tuve un infarto, no es que me quedé
boludo. El único gustito que tengo es ir a la cancha. Ni laburar me dejaron ya
ustedes. Espere 83 años para ver campeón a este equipo de matungos, para no
decir toda la vida… ni loco me lo pierdo.
La verdad es que
uno cuando se pone viejo lo tratan como a un boludo, y más si tenés alguna
enfermedad del corazón. Ojo, yo sé que está bien, mi familia me quiere y se
preocupa, pero a veces te sentís como un completo pelotudo.
Toda mi vida fui
a la cancha y hay una cosa que aún no pude hacer: ver campeón al equipo del que
soy hincha. Desde muy pibe el viejo me llevaba a ver al equipo, yo habré tenido
seis o siete años cuando empezó a llevarme a la platea. Desde ahí no paré más
de ir a la cancha. El viejo se murió sin poder ver al equipo campeón, su sueño
era ver campeón al club conmigo en la tribuna. Lo llegamos a ver sub campeón en
la década del 60, pero festejar un subcampeonato me parece muy frustrante.
Ojito que ya hemos salido campeones, pero de torneos de ascenso, nunca de
primera… pero los que valen son los porotos de la A, así que seguimos como al
principio.
Lamentablemente
no pudo verlo campeón y mi padre se fue, y con mis 83 añitos no sé si voy a
verlo campeón eh. Todo depende de lo que pase el domingo. Por segunda vez en
nuestra historia llegamos primeros en la tabla. Una vez ya perdimos y nos
quedamos en la puerta de la gloria, espero que esta vez no pase, es complicado
pero no imposible. Estamos un puntos por sobre el segundo.
Ganando salimos
campeones. Empatando y que el otro pierda también, si perdemos ambos también.
La cagada es que si ellos ganan y nosotros no, salen ellos y confirmaremos el
mote popular que nos han puesto de cagones y pecho frio. Si quedamos empatados
en puntos, obviamente habrá un partido “final”. Ni loco me iba a perder este
partido hermano, que me agarre un infarto ahí mismo, viejo. Pero que me agarre
si perdemos así no aguanto las cargadas de los otros. Por suerte había llegado
al acuerdo con mi pibe: íbamos a ir a platea. Tan pibe no es, tiene 38 pirulos,
pero para mí siempre va a ser mi nene.
Uno nunca sabe
cuándo va a estirar la pata y disfruté mucho de este campeonato. Traté de ir la
mayor cantidad de veces posible a ver al equipo… de local fui siempre pues soy
socio vitalicio y de visitante he ido cuando juegan por acá cerca porque no me
dejan viajar lejos por mi afección cardiaca.
En mi vida fui
de todo menos puto: laburé en barcos, hice de mecánico, comerciante,
despachante, etc. Me jubile a los 70 años pero seguí haciendo changuitas de
taxista porque la jubilación no es la gran cosa y había que estirarla como sea.
Hace cuatro años que sufrí un infarto. Entre el pucho, los múltiples quilombos
que uno tiene en la vida y que me gusta comer bien las arterias se me taparon y
se jodió el bobo nomas.
Estaba en casa
hablando por teléfono con mi hermano cuando me empezó a doler el pecho. Pensé
que se me iba a pasar al rato pero no se me paso y me terminaron internando.
Estuve como diez días internado comiendo una comida horrorosa y casi rogándoles
a los médicos que me den el alta. Me mandaron a casa, me dieron una dieta de
mierda sin sal, sin grasas y sin sabor. Estuve trabajando un año más arriba del
tacho, hasta que mi pibe y mi señora me dijeron que no trabaje más y bla bla
bla. Me quedó como único refugio ir a la cancha.
Debo reconocerte,
hermano, que cuando uno llega a viejo es como que va siendo chico de nuevo. Te
tratan como a un boludito, como si no te pudieras valer por vos mismo. Te tengo
que reconocer que a veces me siento como un nene por los caprichos, porque
nosotros los viejos somos tan o más caprichosos que los pendejos, eh. También
me mando mis rabietas y a veces me hago el sota y faseo escondido o le cambio
esa sal de mierda que no tiene sodio y que tampoco tiene gusto por la sal común
para que no me caguen a pedos tal como haría un pibe.
El día del
partido mi señora hizo ravioles como todos los domingos, Nicolás vino con su
mujer y mi nieto Rodrigo. Terminábamos de comer y nos volábamos a la cancha. El
partido empezaba a las cuatro de la tarde, así que había tiempo. Terminamos de
comer, mi hijo me mira un rato, después de hacerme un cuestionario sobre mi
estado actual de salud, agarro las llaves del auto y salimos. Me despedí de mi
mujer, como me aguantó siempre la bruja, eh, la verdad que es una mina de
fierro. Ojo yo nunca la engañe ni nada porque no me parece correcto eso, soy
enchapado a la antigua. No me tuvo que aguantar infidelidades pero tuvo que
soportar cada estupidez mía que ni te cuento. Desde que nos conocimos, hace
unos 45 años, que ella odia la cancha. Según ella era peligroso, me podía matar
la barra, la policía o mi corazón. Todo era improbable pero ella se preocupaba
igual. En el instante en que me despedí de ella con un beso en la frente me
prometí a mi mismo que iba a ser la última vez que vaya a la cancha. Total si
ganábamos yo ya iba a estar hecho de por vida y si perdíamos que el club se
vaya a la puta que lo parió.
Salíamos por el
caminito del jardín de casa, me fui a abrir el portón de reja donde mi hijo
tenía el auto guardado y como un boludo me golpee en el brazo izquierdo cuando
lo abría. Casi termino sentado de culo
en el suelo, pero por suerte mi pibe no se avivó porque, si no, me iba a
empezar a hinchar las bolas para que no vaya. Me subí al auto.
— ¿Trajiste el Isordil?
—me dijo Nicolás mientras con la mirada me examinaba.
—Sin nene,
quédate tranquilo — le respondí mientras le mostraba el blíster de pequeñas
pastillitas que me ponía debajo de la lengua cuando me dolía el pecho.
Llegamos a la
cancha, había un aroma extraño en el aire. Antes había lloviznado y el olorcito
a lluvia se mezcló con el olor de los choripanes. Ese debía ser el perfume del
paraíso. Pero había algo más en el aire, algo indescriptible, sentía algo en el
corazón, no, no era dolor era emoción. Tenía la marcada sensación que hoy iba a
salir todo bien.
Continuara...
Dejénme soñar, no me despierten nunca. [Parte 2 de 2]
El partido empezó
trabadísimo, el rival que no jugaba por nada nos salió a jugar con todo. A los cinco
minutos ya tuvo una buena cantidad de llegadas a nuestra área. Y, como sucede en
este tipo de partidos, el murmullo ya no se hizo esperar. El comentario de la
incentivación empezó a correr más que nuestro lateral. Los minutos pasaban y
pasaban lentamente, como en un reloj de arena en cámara lenta. Pero en esta
clase de partidos uno esta más atento al resultado del rival que al propio y
las noticias de la otra cancha no eran las mejores, habían pasado apenas veinte
minutos y ya ganaba dos a cero, nuestro rival se estaba consagrando campeón.
Una mierda, mi viejo, esperé toda una vida para ver esta decepción de nuevo,
qué cagada. Y a los jugadores parecería que el resultado les chupaba bien un
huevo.
La radio de un
hombre mayor de al lado mío se desgarraba en un grito de gol. Era el tres cero
en la otra cancha. Había que ganar y estos putos estaban ganando y goleando.
Nosotros empatábamos y, por segunda vez en nuestra historia, se nos iba a
escapar el título. Se fue el primer tiempo y todos estábamos muy nerviosos, mi
hijo cada tanto me preguntaba si me sentía bien, me intentaba tranquilizar en
vano con que era un simple partido de futbol, cosa que me reventaba más, porque
era un simple partido de futbol y estos muertos estaban empatando.
Necesitábamos solo un gol. Un miserable gol. A mí, sinceramente, los nervios no
me hacían mal… es más, me descargaba cuando puteaba en la cancha al árbitro o a
un rival, porque yo no soy de putear a los propios, porque ellos están para
defender nuestros colores y creo que, si los insultás, los pones de peor ánimo…
es mi humilde opinión.
Empezó el
segundo tiempo, el viejo que estaba al lado mío apago la radio, total el
resultado en la otra cancha estaba sellado. Ese sí que esta viejo, eh, o
estropeado, porque hasta yo que tengo 83 y mal del corazón estoy mejor que el
carcamán este. Con estos pensamientos me distraje un poco de lo mal que estábamos
jugando, realmente estábamos jugando horrible.
Ellos pegaron un
tiro en el palo, nuestro arquero saco dos mano a mano terribles. Nosotros solo
llegamos con un tiro de media distancia del número cinco. Nada más. Ya iban
casi 35 minutos y estábamos condenados a ver como el campeonato nos iba a hacer
pito catalán. Sin embargo el nueve nuestro entro al área, enganchó y, cuando
iba a rematar el central rival, le pego un terrible planchazo… era un Penal,
así con mayúscula. Pero el árbitro no lo vio. ¡Para qué! Estallamos en una
catarata de puteadas.
—¡¡¡Hijo de
puta!!! ¡¡¡Ladrón, ladrón!!!! —me reventó la puteada en la garganta y me
retumbo en toda la cabeza. Mientras agitaba el brazo enérgicamente.
—Tranquilo papá
—me agarro del brazo mi hijo e intentaba llevarme de nuevo a que me siente— te
va a hacer mal. Cálmate por favor.
—Pero no ves Nicolás
lo que nos robó este hijo de puta, nos cago, nos afano la ilusión —conteste yo
casi llorando con toda mi cara roja. Estaba completamente fuera de mí. — ¡Hijo
de puta! ¡Toda una vida esperando esto para que este sinvergüenza nos robe!
¡Hijo de puta!
A todo esto,
nuestro delantero había quedado medio drogui del dolor y lo tenían que
sustituir. Yo pensé que iba a entrar el cabezón Estrada, era un pibe de
inferiores que ya había hecho varios goles este torneo. Pero no, entro un joven
de barba y pelo largo, la verdad que nunca lo había visto. Era flaquito como un
piolín y tenía dos piernitas que más que correr se ondulaban en el viento. Tenía
medio pinta de hippie. Se parecía a esas estampitas de Jesús en la cruz. La
verdad que no sabía quién era ese muchacho y me daba vergüenza preguntar quién
era. Por ahí era conocido y yo no me acordaba y si sos viejo y preguntás algo
que es obvio quedás como un viejo esclerótico y boludo. Yo había venido a la
mayoría de los partidos este torneo y la verdad que no me acordaba de este
pibe. Por estar perdidos en estos pensamientos me perdí el nombre cuando lo
dijeron en los altoparlantes. Me iba a quedar con la duda.
El recién ingresado
se movía bastante bien. En la primera que toco hizo algo exquisito, la puso
bajo la suela, tiro un caño y se mandó al ataque. Era él solo contra todo el equipo
rival, si uno se detenía a verlo parecía un pequeño Via Crucis, un era un
Cristo con pelota esquivando los latigazos de los rivales. Le costaba seguir
con la pelota, se caía una y otra vez pero no perdía la pelota, la defendía con
la vida y se la seguía llevando, el dos de ellos, que antes había sacado de la
cancha a nuestro nueve titular, ahora le tiró una guadañazo terrible. El pobre
Cristo cayó como fulminado pero todavía tenía la pelota ¡Cómo se la aguantaba
el desgraciado! Llego al área, de un lado lo tenía al dos agarrándolo
bruscamente del pelo y del otro al seis tironeándole la camiseta, el arquero salió
con las dos piernas para adelante como para matarlo, sin embargo el pibe de
barba se la pico por arriba…
¡Gooooool! La
puta que lo parió, ¡era gol! La pelota entró, ¡éramos campeones, carajo! ¡Cuánta
alegría! De tanta emoción junta me apretaba las sienes y el brazo que me había
golpeado antes con el portón de casa me dolía más, pero qué joder, no me
importa nada. Por primera vez en la historia estábamos saliendo campeones, para
todos esos tarados que nos llamaban “vírgenes” métanse esa palabra en el culo
ahora, viejo. Un grande el pibe de barba al que no le tenía fe. No sé de donde salió
tanta gente pero nos abrazamos entre todos, era el abrazo grupal más hermoso
del mundo, del quilombo que hubo lo perdí de vista hasta a mi pibe, pero que
lindo fue. Creo que nunca estuve tan feliz, miraba para todos lados y veía solo
sonrisas, todos éramos felices.
Cuando miro a mi
izquierda, veo algo realmente increíble de ver ¡Es mi viejo! La puta que lo
parió enloquecí de la emoción. Me pego el Alzheimer de golpe. Sacudo la cabeza
como para que algo se acomode adentro. Pero no, es mi viejo o es un doble o
estoy loquísimo. Me acerco a él.
— ¿Vi-viejo?
—Tartamudeé del cagazo o no sé de qué— ¿Sos vos o estoy loco?
— ¡Carlitos
querido! — me respondió él y si ¡era mi viejo! — ¿Cómo estas tanto tiempo,
nene? No te la puedo creer mira como venimos a campeonar ahora, te dije que no
me la iba a perder ¿Te acordás?
Sinceramente por
mi mente pasaron miles y miles de cosas: que el vino que me tome con los
ravioles me había pegado mal o que en esos momentos me había atacado con todo
la arteriosclerosis o que el humo de los cigarros de marihuana que siempre solían
fumarse en la popular había venido para acá. La mente es extraña y en los
momentos más increíbles se va por las ramas. Estaba contentísimo, lo busque a
mi hijo pero justo se había ido al baño, la figura de mi viejo ahí era muy real
como para que sea una visión o algo creado por el poder de mi mente. Entonces
lo abrace y si, era él ¡era el viejo! Esto es maravilloso, se me caían las
lágrimas de la emoción, mi querido viejo, se me había ido hace 40 años por un
cáncer de próstata ¡Y ahora estaba acá como si nada! Me puse a llorar como un
nene y sentía que el pecho se me salía de la emoción. Era un sueño hermoso, sí,
no había otra, estaba soñando, pero déjenme soñar, no me despierten nunca.
—Siempre el
mismo mantequita vos eh —me dijo mi viejo mientras me daba palmaditas como
tratando de calmarme —, llorás como un perejil, ponete contento Carlitos que
vamos a salir campeones y estamos juntos para verlo, arriba nene, dale.
Yo seguía
incrédulo, no podía creerlo, pero lo tocaba al viejo y era real, muy real, con
su misma sonrisa campechana, con sus parpados arrugados, sus ojitos verdes alumbrando
desde ahí adentro ¡la puta que hermoso sueño! ¡Que hermosa locura! Entonces lo
veo venir a mi hijo, viene corriendo ¡Seguro vio al abuelo! Me abrazó y me dio
un beso en la frente me miró y lloró, se había emocionado también, ¡qué lindo!
Pero lo que veo ahora es increíble, es mi vieja ¡la vieja! A ella no le gustaba
el futbol, seguro vino a hacerle la gamba a mi viejo, pero que hermoso,
realmente esto es un sueño, campeones por primera vez, está mi viejo, está mi
vieja, está mi hijo que no da más de la emoción y está llorando como desquiciado.
No te lo puedo creer hermano, esto es una locura. Que hermoso sueño, por favor
no me despierten, quiero que este sueño dure para siempre…
_______________________†_______________________
El Club El Faro
comunica su profundo dolor y pesar por el fallecimiento del socio vitalicio,
don Carlos Burr, en el día de ayer mientras se llevaba a cabo el cotejo contra Progresista
que finalizó empatado en cero. Lamentamos mucho su perdida, acompañamos en su
dolor a todos sus familiares e informamos que sus restos serán velados en la
sede social del club de 10 a 16 hs.
Antonio Schweinheim
Caso Lunati: el Inspector de la AFIP revela más datos, “entramos al baño de Grondona y parecía que entramos a la AFA por todas las cagadas que había adentro”
![]() |
Cagadas. Es lo que hace Grondona en su baño y en la aFA |
Sin embargo, Pablo Lunati dirigió al conjunto millonario en
28 partidos. Resultado de 8 triunfos, 11
empates y 9 derrotas. En “Con Lunati River perdió más de lo que gano, y eso que
es hincha, aunque si te pones a pensar José María Aguilar decía que era hincha
y sin embargo River también perdió con él mucho más de lo que gano, casi pierde
todo el patrimonio, así que todo es medio relativo, igual si van a investigar a
los evasores que investiguen a todos eh, si investigan a fondo no queda limpio ni Echegaray” confirma una
fuente que prefiere el anonimato por temor a que la semana que viene le caiga
la AFIP por hablar de más.
Los datos que vienen a colación por la investigación de
evasión fiscal son más cercanos a la revista “paparazzi” que a un expediente de
un juzgado en lo penal tributario. A pesar de ello, todos estos detalles revelados
que no tienen afinidad con la causa han abierto una polémica en torno a la
continuidad de Lunati en el arbitraje, por lo pronto no fue designado para ningún
partido de la fecha 7. Sin embargo el
inspector de la AFIP revelo mas datos, como los de Julio Grondona, quien a
pesar de no estar investigado en ninguna causa de evasión (por ahora) ha sidoa
quien todos señalan como el que “le solto” la mano a Lunati. “Fuimos a la casa
de Don Julio a socavar información referida de cómo íbamos a cag… a encarar el
caso de Lunati, como tomamos muchos mates me agarro ganas de ir al baño y le
pedi ir al baño, cuando entre no sabes boludo lo que era eso, parecía que uno
estaba entrando a la AFA, lleno de cagadas estaba eso” declara en mismo
inspector, quien al ser consultado sobre si esta investigación fue un pase de
factura a Lunati desmiente diciendo que “no es ningún pase de factura, no hay
que ser malpensado, ya por eso esta el quilombo, porque Lunati no tiene ninguna
factura para demostrar sus ingresos”.
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