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Hoy les traemos una extensa entrevista que le hicieron de manera brillante al negro. La copiamos tan cual está para que no se pierda nada. La entrevista fue en el 2005 y se publicó en forma póstuma. al final de la nota encontraran un link al articulo original.



FONTANARROSA, EL BUSCADOR DE HISTORIAS
Por Federico Lisica | Fotos Ricardo Ceppi
Cada periodista que pudo charlar con R. Fontanarrosa (como firmaba sus libros) guarda alguna anécdota simpática sobre el rosarino. “Una vez le hice una entrevista y como me quedé sin pilas para el grabador me acompañó al quiosco a comprarlas”, dijo uno. “Cuando nos encontramos para la nota, le pregunté si había venido desde Rosario, me dijo que sí, que le metió dos horas por la Ruta 9; creo que pisaba el acelerador”, rememoró otro. “Tuve que usar un cuaderno para anotar sus respuestas porque me había olvidado la grabadora, así que tardaba muchísimo; no sé si se habrá cabreado, había partido de Central o qué, pero empezó a responderme con monosílabos”, apuntó alguien más. En este caso, la excusa era la edición de El Rey de la Milonga (2005), su último libro de cuentos en vida. La nota iba a salir en una revista cultural joven que nunca terminó de arrancar. “Hacela y después vemos”, dijo un no muy convencido editor. Y, tal como podría haber dicho el aforista Ernesto Esteban Echenique (una de las máximas creaciones suyas), si se mantuvo inédita, fue por el motivo usual que corren los artículos de este género: no suelen ser publicados.
Fontanarrosa era generoso en esto de dar de entrevistas. Más allá de su agenda apretada, daba decenas al año. Bastaba con llamar a Ediciones de la Flor y solicitar turno. Fuese un entrevistador reconocido o periodistas haciendo sus primeras armas en el medio, se terminaba dando la chance. Guillermo Saccomanno narró con gracia la espera para dar con él, ya que antes había pautado un ping pong de preguntas y respuestas con una nena de diez para una revista escolar. “En este bar en la orilla del Paraná, somos dos los que esperamos que el Negro termine su clase de inglés para entrevistarlo. Primero está la nena”, escribió en el Suplemento Radar de Página/12. Pueden sumarse las cientos de conferencias, agasajos, sus firmas en la Feria del Libro, y participación en los heterogéneos eventos a los que se lo invitaba, antes y (sobre todo) después de su participación en el Congreso de la Lengua (2004). Dentro de sus grandes éxitos, no podrá faltar su exposición, y pedido de amnistía con las malas palabras, que le valió reconocimiento en círculos que lo tenían negado por su condición de escritor popular. Así que son miles los que pueden evocar algún recuerdo agridulce cuando supieron primero de su enfermedad y luego de su fallecimiento en 2007 producto de la esclerosis lateral amiotrófica. Sin embargo, de la entrevista que brindó el 8 de diciembre de 2005 en un hotel del centro porteño, no hubo un hecho puntual a rasquetear de la memoria. Ni siquiera el dato de que era el último feriado del año y estaba nublado y muy fresco. Quizá, y es un quizá muy potencial, haya sido una de las últimas en las que no se hiciera foco justamente en la enfermedad neurodegenerativa. Se pudo ser elegante y zonzo (de ambas partes) para no hacer hincapié, pero sin negar la cuestión, más que visible para entonces.
Allá fuimos con Sebastián Meschengieser (juntos para darnos confianza), a ese hotel sobre la calle Maipú. Cruzamos una puerta dorada in extremis para dar con un lobby oscuro. “Ahí está”, nos dijimos en silencio y con un leve movimiento de pera hacia arriba. Fontanarrosa nos esperaba sentado en el bar situado en un semipiso, dándole vueltas a su taza de café. Subimos, su mujer –Gabriela Mahy- ofició de intermediaria, nos dejó solos, le dimos REC al grabador con cassette y empezamos.

PLAYBOY: -Siempre trabajaste el tópico de “la argentinidad”, pero en tu último libro directamente aparecen mitos fundacionales con proyectos sarmientinos o esa parodia al Che Guevara, ¿de dónde vienen esas obsesiones, esas voces?
FONTANARROSA:-De cosas personales. A mí me marcó mucho en la escuela primaria eso de tener que despertarte a la madrugada. Yo digo que todos los esfuerzos de mi vida conducen a no tener que despertarme temprano. Me resultan graciosos los mitos o ideas populares, hace algún tiempo escribí sobre el complot antiargentino (N. del R.: “Mi amigo Mickey” de Usted no me la va a creer). ¿Cuántas veces lo escuchaste eso? Pero después tenés que encontrarle la vuelta. Yo giro un poco las cosas que son tan difíciles de ver porque están adelante nuestro. Siempre la tuviste por delante y no les prestaste atención. Siempre digo, “nunca supe si los muebles de la casa de mi vieja eran lindos o feos: eran muebles”. Por eso me gusta Woody Allen, que ve cosas que no todos vemos pero te identificás. Como en Zelig. Uno ha conocido a gente que dependiendo a quien tenga al lado es peronista o comunista. Pero la idea se le ocurrió a Woody Allen. Lo de la argentinidad es algo que nos ha venido rodeando por mucho tiempo y, francamente, me da gracia.
PLAYBOY: -¿Cuál es la mayor de tus fuentes? ¿La conversación o el diario?
FONTANARROSA:-Yo creo que es todo. Es muy dispar de donde vienen los cuentos. En el caso del “Rey de la Milonga”, me acuerdo de un amigo, Fernando, que vive en Barcelona, y que admiraba a Vadinho de Doña Flor y sus dos maridos. Mirá la cantidad de años atrás a los que estamos yendo… “¡Qué bárbaro ser como Vadinho!”, decía Fernando. Vadinho llegaba al cabaret y era un ídolo, las putas lo querían pero lo querían bien, era un tipo amado. Era el rey del cabaret por sus propios derechos. No era por guita, era buen tipo, simpático. Y esa idea de un tipo con lustre me quedó picando. Pienso que ser arquero de River es un puesto mucho más importante que el de un canciller. Y ni hablar de Juampi Sorín. El otro día fui a la presentación de un libro suyo. Yo le decía: “Mirá, he publicado varias cosas, pero cómo me hubiera gustado ser capitán de la Selección argentina, viejo”. ¡Y Juampi! Es lindo, inteligente, buen pibe, falta que cante bien y nos recontra caga a todos. Se lo debería haber dedicado a Fernando, ahora que lo pienso.
PLAYBOY: -Solés dedicar muchos cuentos, como “Bahía de Desesperación”…
FONTANARROSA:-Ese caso surge de que por primera vez pude cumplir con  el sueño del escritor importante, o al menos de lo que uno ve en las películas, que es el de escribir frente al mar (Risas). Yo venía con tantos quilombos de laburo, sumado a esta enfermedad, y no me podía poner a escribir. Y una pareja amiga tiene un muy lindo departamento en Mar del Plata frente a la base de submarinos. Estuve una semana con Gabi y me salieron seis cuentos de los que ya tenía la idea. Ahí los pude desarrollar. Tranquilo pude escribir mucho. Y el que está dedicado a Daniel Samper (N. del R.: “Retiro de Afganistán, ya”) es porque él me contó la historia de un político colombiano que exigía la retirada de los militares norteamericanos de Vietnam, pero ya. Pero ya, eh. ¿Quién carajo le va a dar pelota? (Risas). Otra cosa que me sucede con los cuentos es que con algunos dudo mucho. No sé dónde colocarlos, pasan tres o cuatro libros porque me parecen flojos, después los incluyo y tienen buen comentario. También pasa lo contrario. “Con este la rompo”, me digo. Pasan diez años y nadie me dice nada.
PLAYBOY: -Y son de distinto tipo, fútbol, viajes, hasta leyendas nórdicas, charlas. ¿Tenés alguna estructura para organizar cada libro?
FONTANARROSA:-Son gustos. A mí me gustan los libros de viajes, me gustan los animales, el fútbol –obviamente-, y la crónica periodística. Desde hace un tiempo que no leo ficción, leo reportajes, crónicas, informes, y eso se trasluce después en la escritura mía. Me resulta cómodo contarlo así, como si fuera una nota periodística. También es cierto que arranqué como lector y me sedujo la forma periodística de gente como Hemingway, Capote, Mailer…
PLAYBOY: -¿No es una gimnasia que se determina de la relación con el lector?
FONTANARROSA:-No. Lo fundamental es encontrar el tema. Y después desde dónde contarlo. Primera persona o tercera. Desde afuera. Desde qué época. No quiero ser redundante con un género. Casi siempre la forma más sencilla es la primera persona. Cuando mi hijo tenía que hacer alguna composición para la escuela y me pedía ayuda, yo le decía: “¿Cómo se lo contarías vos a un amigo?”. Planteátelo así. Pero si veintitrés de mis veinticinco cuentos son en primera persona… no va. Lo principal es otra cosa: qué voy a contar.
PLAYBOY: -Algunos de tus cuentos, y no solamente los de charlas en una bar, parecen que formaran parte de un mismo barrio, como si charlaran entre ellos. ¿Creés que es así? ¿Releés tus cuentos?
FONTANARROSA:-Releo muy poco. Una vez, quizá. Después me da cansancio. En este libro hay menos relatos desde el exterior. Transcurren más en Rosario que es el mundo que más cerca tengo. Y es cierto eso. Si yo juntara todos mis cuentos de café, los de fútbol…tal vez podría hacer una novela, pero ya transité por esa ruta con poco éxito. Bueno, Best Seller y Área 18 se vendieron bien pero me resulta muy trabajoso. Se ve que no es lo mío. En el cuento vos tenés un punto de atención y atracción, lo desarrollás y se terminó el cuento. En la novela tenía un punto de atracción acá y otro acá, y en el medio se me caía todo (Risas). El cuento me divierte más porque es más variado con los tonos, el ritmo, las voces, la novela implica un largo aliento.
PLAYBOY: -¿Y te sirve imaginarte físicamente a los personajes? Al aforista Echenique, por ejemplo, ¿cómo lo ves?
FONTANARROSA:-Esta vez no apareció. Yo pensé que iba a tener mucha facilidad de hacer aforismos y no es tan así. Llega un momento que ya no sabés qué carajo poner. A Echenique me lo imagino como a uno de esos tipos que de tan sensibles son unos boludos insoportables. Lo vi alto, flaco, de bigotes, medio pelado, alrededor de setenta años. De esos que hablan de un pájaro y se le llenan los ojos de lágrimas, y a uno le rompen las pelotas esos tipos, ¿no? No es que me hago una composición previa para empezar a desarrollarlo, pero un pequeño modelo ayuda. Yo era un lector muy entusiasta de la colección Robin Hood -Salgari y todos esos-, te hacías la historia en tu cabeza y de repente aparecían algunas láminas que te cagaban todo porque no tenían nada que ver con lo que te habías imaginado vos.
PLAYBOY: -¿Concordás con que tus cuentos se han vuelto más virulentos? O al menos hay algo más descarnado desde “Palabras Inciales” (Usted no me lo va a creer).
FONTANARROSA:-Tenés que descargar la violencia por algún lado. Yo la descargué en Boogie, después no lo hice más. No quiero entrar en psicologismos, pero siempre he sido un tipo con muchos inconvenientes para manifestar enojos, broncas, me los he morfado. Todos los médicos te dicen, o me dicen, que gran parte de los problemas neurológicos vienen de ahí. Por algún lado, el enojo revienta. Lo que yo tengo es autoinmune, o sea, es producto de quilombos del organismo, que uno mismo se agrede. No te voy a decir que mis cuentos vienen de ahí, pero como terapia me vino bárbaro. Una de las más grandes satisfacciones de este libro, aunque no sea tan distinto a los anteriores, es que lo he hecho en un lapso complicado y preocupado mío. Pero a la vez me subyugan esos tipos que son tremendamente combativos y polémicos. Con “Palabras Iniciales” pasó que adquirió otro matiz por un  motivo. Yo estructuro los cuentos como para que no se peguen tanto: dos de fútbol juntos o tres en primera persona. Este que se llamaba “Palabras Iniciales”, me parecía lógico que fuese al comienzo. Y mucha gente lo tomó como un prólogo. Como un mensaje del autor. Y hay algo de mensaje del autor, ¿no es cierto? Como lector yo busco que algo me atrape, a ver qué carajo pasa con la historia, vengo de las lecturas románticas o de aventuras en las que querías saber cómo terminaban, ¿se casa el muchachito?, ¿se muere? Una buena palabra inicial te da el impulso para seguir. Es como cuando te tirás al agua y zambullís bien, esa es la sensación. Y convengamos con que “Puto el que lee esto” es una frase maravillosa. ¿Por qué no se me ocurrió a mí? (Risas)

 
_La entrevista fue realizada en 2005, dos años antes de su muerte. Las fotos fueron tomadas por Ricardo Ceppi en 1997, en el estudio de Fontanarrosa del barrio Alberdi, Rosario.

PLAYBOY: -Ahora te ponen publicidad frente a los mingitorios, una persona hace poco me dijo: “yo, cuando meo, quiero leer ‘Puto el que lee esto’”.
FONTANARROSA:-Ese es un nostálgico...Viste que hay tipos que mandan boludeces en los mails. El otro día me mandaron uno con una foto de un baño muy moderno con mucho aluminio y en el vidrio habían reproducido fotos de minas que terminaban mirando al tipo que meaba. Algunas sonriendo otras muy sonrojadas. Es un momento especial, tenés un público cautivo ahí.
PLAYBOY: -¿Cómo te pega que tu apellido sea casi un adjetivo calificativo para diversas situaciones? Que se diga “esta situación es de Fontanarrosa”.
FONTANARROSA:-Es como cuando hablan de la Tinellización. Yo lo puedo ver desde afuera, mis preocupaciones son otras. Me preocupo por la formación de Central el domingo, estoy rodeado por un grupo de gente que no te hace sentir eso. Por otro lado, ha sido todo muy paulatino. He sido un tipo paulatino. Nunca he sido de decir “chau, se van todos a la mierda, cambié de vida, me voy a hacer surfista a Hawái y a la concha de la lora con todo el mundo”. Se ha ido dando así, lento. Empezando cuando publiqué en Hortensia en el 72. Hay una persistencia, una insistencia, todos los días publicando un chiste en un diario de difusión masiva. Como dice Woody Allen, la mayor aspiración que tiene un hombre es que su nombre sea el de un sándwich. Yo no he llegado a eso. En Rosario está el Menditeguy. Todavía no hay un Fontanarrosa. O un trago largo que lleve mi apellido. Es como llegar a ser Jorge Newbery, un dandy. Ese es otro motivo para un cuento: el dandy. La figura del dandy es maravillosa. No es la del mujeriego que tiene guita y es como más degradado. El dandy es más culto, ha viajado, es bueno haciendo deportes. Como Jorge Newbery. En fin, es muy gratificante la repercusión que he tenido desde el humor. No es lo mismo que ser un célebre abogado. Los que mandaste en cana te van putear, otros te van a venerar, y ni hablar del árbitro de fútbol. Al humorista, como máximo, lo pueden ignorar. Y cuando se te acercan es con mucho cariño, eh. Que es el mismo cariño que tengo por Les Luthiers –por cuestiones de trabajo-, Olmedo o Woody Allen. Descreo de quien se siente alejado del público.
PLAYBOY: -Por otro lado, elegiste mantenerte alejado de los circuitos intelectuales, del “ambiente”, ¿fue adrede?
FONTANARROSA:-Ese es un tema. Hay un costado geográfico. El otro día, alguien me dijo “vos te vas a hacer famoso no por tu trabajo sino por haberte quedado en Rosario”. Cuando vengo a Buenos Aires todos me reciben con mucha alegría. Si llegara a aparecer al otro día, no me van a dar ni cinco de pelota, iba a ser una figurita conocida. Y también podés entrar en los quilombos propios de donde se cocina todo. Yo me llevo bien con varios, Sasturain, Feinmann, lo mismo pasaba con Soriano. La ligazón con muchos era por el fútbol. Y no es que he estado, pero lo percibo, cuando leo estas polémicas literarias, la verdad es que yo no conozco de los escritores de los cuales hablan. Entonces me quedo afuera. No me dan ganas de insertarme ahí. Si a mí me invitan a un encuentro para hablar de fútbol, voy porque me divierte, mucho más que la cosa literaria. En Rosario casi que no nos vemos con Angélica Gorodischer, con (Jorge) Riestra, están pero no es que nos juntamos a hablar de literatura.
PLAYBOY: -Pero el reconocimiento está…
FONTANARROSA:-Es la insistencia, reconozcamos un  poco a este muchacho que ha roto tanto los huevos.
PLAYBOY: -Fue llamativo que con su libro anterior muchos suplementos culturales te presentaban casi como un autor nuevo.
FONTANARROSA:-Sí. De algún modo gratifica. Hay escritores que tienen una erudición que yo no poseo. Tampoco me la quiero tirar del escritor salvaje que no ha leído nada. Digo esto y no lo levanto como bandera: no he leído los clásicos y esa es una falencia. Quise entrarle al Quijote y no pude. Tampoco leí a Joyce. O me han resultado muy aburridos. 
PLAYBOY: -¿Y a Góngora, que lo citás en “Palabras Iniciales”, lo leíste?
FONTANARROSA:-¡Al pelotudo de Góngora! Nunca lo leí. Pero tiene un gran apellido para ser citado y puteado. Si hubiese puesto Tennessee Williams, no era lo mismo. Pobre Góngora. El humor tiene esos permisos. 
PLAYBOY: -¿Eso tiene que ver con el manejo del lenguaje o con los remates? Porque te tomás en sorna los términos almibarados. Ahí hay una apuesta determinada sobre el lenguaje a usar.
FONTANARROSA:- Vos leés las cartas de lectores en los diarios de Capital dedicadas a los lectores y hay muchos abonados. Es obvio. Es gente que quiere trascender como escritor y no quejarse porque se rompió un caño en la calle Ceballos. Como dije antes, nunca reparé en el idioma castellano porque es el que uso desde chiquito. Pero de repente pensás y decís “puta, vas de Tierra del Fuego a Monterrey en México y todos hablamos el mismo idioma”. Tal vez en vez de “loco” dirán “güero”, pero te entendés. No sé si hay otra parte del mundo tan extensa que comparta la misma lengua. Y además es un idioma del carajo. No es que tenés trescientos términos, es muy rico, diverso y expresivo. Reparé en eso bastante tarde. Y después se dan esas polémicas sobre si la lengua está amenazada o no. Yo creo que, como en todos los rubros, lo importante es encontrar un equilibrio. Sí, está bien, hay que preservar el castellano, no corromperlo tanto, pero tampoco podés prohibir que se usen términos en inglés. Si entran lo mismo. Entran lo mismo. Con la dinámica de los viajes, que Internet, que las pelotas, es imposible.   
PLAYBOY: -El problema será si lleva ñ o no.
FONTANARROSA:-¡Mirá el problema técnico que apareció! Es una polémica muy linda. También sucede que te pasa con algunos escritores que usan un lenguaje coloquial y no les creés. Como en las películas argentinas de los años 50: nadie hablaba así.
En ese momento de la charla, aparece Gabriela, la última pareja de Fontanarrosa. “Discupen… Negro, yo salgo y vuelvo en un rato, mirá que Mordillo avisó que llega un poco antes”,  dirá la mujer. Ahí abajo, en ese lobby espantoso, aguardará su colega del gremio de los historietistas con el que tenía pautado un almuerzo. Guillermo Mordillo, el sujeto reconocido y publicado en todo el mundo por sus chistes mudos, que participó de las animaciones de Popeye y La Pequeña Lulú, colaborador de Paris Match, también tendrá que esperar por su turno. Todavía quedan algunas preguntas por hacer y que Fontanarrosa le ponga su firma a una remera de Central que está en un bolso bajo la mesa. “Es gracioso porque Mordillo vive en Mónaco, que para nosotros es como un barrio, a él le gusta el golf y para jugarlo se tiene que ir a Bélgica. ¿De qué carajo les venía hablando? Era taaan importante”, intentará retomar el hilo el entrevistado.   
PLAYBOY: -Del lenguaje.
FONTANARROSA:-Claro. Lo cierto es que la gente agradece y se identifica mucho cuando encuentra cuentos o novelas que hablan como hablan ellos. De adolescente leía Sandokan, Bomba, El príncipe valiente, y de repente apareció (David) Viñas que escribía como hablaba mi viejo. Para mí fue un descubrimiento.
PLAYBOY: -Para el público sos un escritor hallable, al menos siempre estás en La Feria del Libro…
FONTANARROSA:-Creo que estuve en todas las ediciones. También le pasa a Dolina, es un fenómeno, llevó más gente que Bradbury. Es lindo por el contacto. No somos actores de teatro que lo tenés ahí al público. Yo me reservo las fechas. A mí me gusta. De paso veo a algunos amigos que no veo siempre.
PLAYBOY:-¿Te hizo caer de culo conocer a alguien en particular?
FONTANARROSA:-Alguna mina. Pero son temas que mejor no tocar en un reportaje. Lo fui a escuchar a Woody Allen tocar en Nueva York. Como turista. ¡Qué le iba a decir en mi inglés! Es un tipo con el que me interesaría mucho charlar. La fama te cohíbe. Una vez un amigo venía caminando con Borges. Y preferí no abrir la boca. A ver si digo una pelotudez.
PLAYBOY:-¿Y qué te sucede cuando notás que alguien se te acerca porque te ha reconocido?
FONTANARROSA:-Uno lo percibe y es incómodo para mí. Porque te aleja de la persona. Al principio, cuando lo conocí a Serrat, me pasó un poco eso. Pero Joan intenta inmediatamente romper eso. Cuando lo conocí a Quino también, me dio el teléfono, yo lo llamé y pensé que me iba a atender la secretaria. No, llamabas y te atendía él. Hay que romper esa reverencia ante todo.
PLAYBOY: -Hablemos sobre las historietas, han aparecido nuevos dibujantes, ¿cuáles seguís?
FONTANARROSA:- Rep, bueno no es tan joven ya (Risas). Langer, Liniers me encanta. No tengo un seguimiento total del movimiento. Langer es un feísta, por ahí nos gusta más a los dibujantes que a la gente. Nos pasaba con Limura porque afean el dibujo a propósito. Acá siempre ha habido buenos dibujantes: Quino, Caloi, Sendra, Carlitos Garaycochea, con todos nos llevamos bien.
PLAYBOY: -Tus dos personajes más reconocidos son Inodoro y Boogie, que claramente son hijos de los 70, ¿qué tendría que tener algún personaje del nuevo siglo?
FONTANARROSA:-Bueno, creo que Boogie sigue teniendo actualidad. Incluso tendría más trabajo con tantas guerras dando vueltas en Medio Oriente. Pero yo me cansé de hacerlo. Inodoro es más raro, hoy no se me podría ocurrir hacer un gaucho. Porque no tengo relación con el campo. Si bien en aquella época tampoco la tenía, el folclore era muy fuerte. Empezó como una parodia a Tejada Gómez, Argentino Luna, Zitarrosa, y después lo fui aprendiendo. Ya está. Ya los hice. A veces aparecen casualmente. De las veces que seguía a la Selección apareció la Hermana Rosa con sus relatos, y yo no tenía ninguna expectativa con ella. Con un personaje asumís un compromiso porque después lo tenés que seguir. Ya hice dos y durante mucho tiempo. No sé cuántos casos hay así.
PLAYBOY:-La política también es parte de tus dibujos…
FONTANARROSA:-Sí, pero yo no tengo formación política. No terminé la secundaria que es el caldo para alguna ideología. Sucede por otra cuestión técnica. En Clarín llevaron algunos de mis chistes a la página 2 por lo que adquieren carácter editorial. Eso sí, soy curioso.
PLAYBOY:-A vos se te ubica en un polo progresista, lo mismo a Rosario.
FONTANARROSA:-Pasa que los socialistas han ganado la intendencia durante más de una década. Han hecho algunas cosas bien, yo los he votado en estos años. El cambio en la ciudad es notable. Ayudado porque es el puerto exportador de soja y hay mucha guita. Hay también mucha construcción. Ojo, siempre que hablemos de la ciudad, el gran Rosario…mamita. Lo del Congreso de la Lengua fue muy importante para la autoestima de la ciudad. Fue como si nos dijéramos, “bueno vamos a ser polo cultural, agarremos eso porque otra cosa no podemos, no somos la capital del esquí, ni Las Vegas”. La ciudad está bien, mejor diría. Es parte del autoconvencimiento, “somos cultos”.   
PLAYBOY:-¿Hay algún artista sub 30 o sub 40 en la ciudad digno de mención? Porque siempre se la asocia con Fito Páez, el Che, Olmedo, bueno, Fontanarrosa…
FONTANARROSA:-Debe haber, uno está metido en un círculo y se le escapan otros. Pero lo creativo es fuerte. ¿Por qué mi hijo es músico? Es imprevisible. Pero algo tienen que haber influenciado tipos como Fito, Litto, Baglietto que vienen de ahí. No genera sorpresa, la sociedad lo acepta naturalmente. Raro hubiese sido que quisiera ser astronauta. Como dice Menotti: “difícil que un Maradona salga de Mónaco”. Es también parte de la historia de la humanidad que los jóvenes quieran imponerse. Difícil que te vayan haciendo un espacio de amables nomás. Tenés que hacértelo por capacidad.
PLAYBOY:-Tus cuentos suelen ser usados como base para obras de teatro y, en los últimos tiempos, para cortos de estudiantes de cine, ¿cómo se vincula tu obra con el cine en sí?
FONTANARROSA:-La historieta es como un cine pobre. Por lo del storyboard. Así que todos nos hemos formado con el cine. Es la gran mitología moderna, barata y masiva. Al menos cuando era chico, podías  ver tres películas por unas monedas en un cine que tenías cerca. Digo que es la gran mitología moderna porque de repente te sentás a hablar de una película y te olvidás de que es una ficción. Fue la gran formación para mi generación. Con el teatro se me hace más difícil porque, como dije, me formé con el cine. Entonces lo veo más artificial. Hasta que alguien de teatro me dijo “nadie te pide que creas que eso es cierto”. Me estaba diciendo “pelotudo, es otro el código”. Por eso me llama tanto la atención que monten mis cuentos porque estoy muy lejos de ese mundo.
PLAYBOY:-Tu obra se parece un poco a la del director italiano Nanni Moretti, que plasma en pantalla sus obsesiones, como Woody Allen…
FONTANARROSA:-Mirá, no lo conozco. Pero eso me sucede mucho. Antes iba a ver tres películas y siempre las veía lindas. Fui desarrollando cierta capacidad crítica. Me molestan mucho las películas que vienen con el halo de cómicas y son una cagada. Hace poco fui a ver una pésima, también yo…. La Gran Estafa, esa con Brad Pitt, y le hace mucho honor al nombre. Terribles hijos de puta. No podés juntar ese elenco y despliegue y hacer eso. ¿Brad Pitt no leyó el guion y se dio cuenta de que era una cagada? Unos mercenarios absolutos. Películas como Entre Copas, o el último cine argentino, lo veo más interesante e inteligente, quizá porque están hechos desde la carencia.
PLAYBOY: -Antes hablaste del sueño del escritor trabajando frente al mar, pero viste que en las películas suelen estar en una fase de bloqueo creativo. ¿Te pasó alguna vez?
FONTANARROSA:-Pasa que yo no vivo solo de la escritura. Como dice (Luis) Puenzo, “hay que buscar una historia digna de ser contada”. Eso me gusta mucho. Y este libro se hizo muy rápido. A mí me da la impresión de que lo entregué hace siglos porque sigo con mi rutina, los chistes, Inodoro, quiero hacer un dibujo animado con el Martín Fierro. Si yo viviera solamente de la literatura, pasara mucho tiempo y no se me ocurriese nada, estaría preocupado. Tengo una excusa que es bárbara: siempre estoy trabajo en otra cosa.
FUENTE: http://www.playboyrevista.com/fontanarrosa-el-buscador-de-historias

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