—La verdad, mucho no creo —dijo Fabián tímidamente, mientras
se sentaba frente a Inés, la bruja a la que había acudido buscando ronciliarse
con el amor de su vida, Victoria.
—Todos dicen lo mismo cuando llegan, pero vienen hasta acá
porque creen —masculló la vieja mientras lo miraba de pies a cabeza— dígame a
que viene, seguramente por alguna cuestión de amor.
—Sí, sí y discúlpeme si la ofendí diciendo eso, pasa que
estoy muy nervioso.
—No se haga problema joven y páseme a comentar el problema
con esa chica, así vemos cómo podemos hacer una unión que resulte con ella.
—No tengo mucho que contar. A Vicky, Victoria se llama, la
conocí hace más de un año. Yo trabajó en archivo y ella en Contabilidad.
Empezamos a salir, todo normal. Hace un par de meses nos fuimos a vivir juntos.
Desde hace un par de semanas empezó a estar rara conmigo. Todo lo que le decía
lo tomaba a mal. Comenzamos a pelear y antes de ayer agarro sus ropas y me
dejó….
— ¿Usted considera que esta chica es el amor de su vida?
—inquirió la vieja, sin levantar la vista de un papel.
—Si… creo que si bah… no sé... sí, sí —dudaba Fabián
— ¿Sí o no?
—Sí—dijo firmemente él.
Ambos quedaron en silencio. Inés sabía perfectamente cómo
sacarle provecho al silencio. Ya lo había hecho un centenar de veces. Seguía sin levantar la vista de esa hoja en
blanco, vacía. Fabián en cambio estaba nervioso. Le sudaban las manos y su
pierna derecha temblequeaba.
—Hoy por la noche la va a invitar a cenar —dijo por fin la
bruja.
—Hoy no puedo, los jueves tenemos partidos de campeonatos de
la empre…
—No le estoy preguntando si puede o no —se enojó Inés.
—Si pero…
—Buenas noches caballero
—No, no, no por favor está bien, hoy la invito.
—Porque si no va a hacer lo que yo le digo…
—Tiene usted toda la razón
El silencio volvió a apoderarse de la habitación. A lo lejos
se escuchaba un viejo reloj de péndulo. Fabián sentía un miedo vergonzoso. Inés
estaba como ensimismada en esa hoja en blanco y no decía palabra.
—Hoy la va a invitar a cenar para después de ese partido que
tiene ¿no?—dijo por fin la vieja.
—Esteh... si ¿Cómo lo supo?
—También adivino
pensamientos, no solo hago hechizos de amor —dijo la bruja en un tono que
rozaba lo irónico mientras garabateaba algo en la hoja en blanco — tomá— le
dijo mientras le alcanzaba el papel doblado por la mitad—, va a ver que a
medida que se acerquen las doce, todo va ir mejorando. Eso lo va a leer después de la medianoche.
— ¿Es un hechizo de amor?
—Llámelo como quiera, solo no lo lea cuando esté con ella.
***
—Viniste, pensé que no ibas a venir —lo saludo el mono a
Fabián.
—Vine —respondió Fabián tristemente.
—Las cosas con Victoria siguen mal ¿no? —Le pregunto Omar.
—Creo que la cosa se terminó —dijo Fabián mientras manoteaba
una canillera del bolso con bronca.
— ¿Fuiste a la bruja que te recomendé? —inquirió el gordo
mientras se calzaba los guantes con olor a zorrino muerto.
—Vos solo creés en eso, gordo —terció el mono.
—Sí, fui, pero no me sirvió de mucho —comentó Fabián
mientras con desgano se subía las medias— me dijo que la invitara a cenar y le
lea algo…
— ¿No lo vas a hacer?
—Lo haría con todo gusto pero le mande miles de Whatsapp
pero me clava el visto y nada, la llamo y no me atiende…
—Tranquilo chabón, ya lo vas a solucionar —le dijo Pelusa
con una mano en el hombro.
—No hubieses venido hoy —le dijo el mono.
— ¿Y perderme el partido contra los putos estos? Ni en pedo
—Igual no le ganamos nunca —dijo amargamente el Gordo.
—Me conformo con que este año no salgan campeones —devolvió algo más
animado Fabián.
El sueño de todo archivo era llegar a la final, aunque sea
para saber cómo se siente un ratito, porque desde que arrancaron los torneos,
hace 6 años, Logística gano todos por afano. La final más disputada fue frente
a Recursos Humanos, donde ganaron “solo” por tres goles.
En el partido, Fabián se mostró ido en varios momentos,
sobre todo cuando tenía que volver por su lateral, lo que le valió varias
cagadas a pedos por parte del mono. El equipo era Pelusa metiendo goles y el
Gordo salvando la valla en varias oportunidades. Informática rápidamente se
había puesto en ventaja y llegó a sacarle cuatro goles promediando el partido.
Otra vez lo perdían frente al mismo de siempre. La suerte empezó a cambiar
cuando Federico, el arquero de ellos salió mal y se torció el tobillo tan
fuerte que tuvieron que sacarlo en andas. Informática tenía suplentes, pero no
arquero suplente. Por lo que se decidieron hacer un gol en el arco cada uno. En
informática estaban tan seguros de que iban a volver ganar, que se dejaban
hacer los goles para poder salir del arco. Por tal desidia, Archivo se puso a
uno cuando no faltaba nada. En una volea magistral, Pelusa puso el empate. Tan
solo faltaba un minuto y se venían los penales. Para informática eso era una
vergüenza y salió como tromba a buscar el gol ganador. Rubén, el pibe
desgarbado de los que “suben y bajan PC”, tal como eran llamados por los
rivales, se lanzó con todo por su lateral, por el lateral de Fabián. Este no
dudo un minuto, se tiró abajo a los pies, recuperó y como un tigre se fue al
ataque, al llegar casi al fondo amagó tirar un centro y engancho hacia adentro.
Gómez, el petisito, quedó desparramado en el suelo, y ahí nomás puso un pase
atrás para que llegase el mono y le meta un zapatazo fuerte, lleno de bronca, vengando tantas frustraciones.
El árbitro dio por terminado el partido y el abrazo grupal entre los
compañeros-amigos de la oficina que, por primera vez, accedían a la final
Mientras saltaban y se abrazaban como si fuese que le
ganaron una final del mundo a Brasil, a Fabián un recuerdo le cruzó la mente,
la reciente ruptura con Victoria. Se fue cabizbajo a las duchas, se cruzó con
un par de informática que estaban tan o más amargados que él. Llegó al locker,
saco la mochila y chequeó su celular. Tenía tres llamadas perdidas de ella y
dos notificaciones de Whatsapp de ella. Fabián se llenó de esperanza, la bruja
tenía razón, todo estaba mejorando, por
ahí quería hablar y arreglar las cosas. “Fabián, necesito pasar por tu casa
para buscar ropa que me olvide, te llamé pero no estabas, avisame cuando puedo
pasar”, una patada en el pecho hubiese causado menos daño. Estaba a punto de
llorar, pero se contuvo. Se iba a duchar en la casa, lo mejor iba a ser
cambiarse rápido y salir para la casa.
— ¿Vamos a comer algo con los pibes? Tenemos que celebrar
como le rompimos el culo a los putos de Informática— dijo el Mono mientras le
ponía una mano en el hombro y lo sacaba de sus pensamientos.
—Sí, dale —dijo Fabián con una sonrisa.
—Pero báñate antes, sucio —le grito el gordo mientras se
ponía en bolas para entrar a las duchas.
A Fabián le había cambiado el ánimo. Descargó la mochila en
busca de la jabonera, cuando encontró el papel que había escrito Inés, la
bruja. Lo desdoblo y leyó: “El amor verdadero a veces no se encuentra en una persona”.
Toni Schweinheim
Obra Publicada, expediente Nº 510614. Dirección Nacional del Derecho de Autor
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