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Ayer "maravilla" Martinez se peleó con el ingles, hoy Ruggeri con el español.
Ayer "Maravilla" Martinez se peleó con el ingles Murray, hoy como todos los domingos, Oscar Ruggeri va a apelar al español... al idioma español. En la Foto Miguel de Cervantes, máximo exponente de la literatura española por ende de la lengua..
#ElPibeQueHaceLaPublicidadDelDni dentro de 15 años
Si, el de la foto es Barovero. Cuestión que vimos la publicidad del "voto a los 16 años del gobierno" hace como una semana, uno de los integrantes de esta pagina dijo "che es igual a Barovero, vos que sabes photoshop hace algo". La cosa es que no le dimos bola y hoy durante los partidos del Fútbol para Todos decidieron mandar la publicidad en los entretiempo de los distintos encuentros y en seguida "#ElPibeQueHaceLaPublicidadDelDni" se convirtió en trending topic. Con el arco vacío decidimos pegarle de volea al angulo pero nos encontramos que en Twitter que ya hicieron varias imágenes alusivas, y si, se dieron cuenta del parecido del pibe con Barovero, fueron imagenes como esta. Sin embargo decidimos publicarla igual, total como diría Homero Simpson: "todavía sirve".
La terna arbitral de la pelea entre "Maravilla" Martinez y Murray
Árbitros, Boxeo, Polideportivo
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Trucco, Laverni y Lunati. Todos del SADRA |
Larguirucho es bostero
Navegando por los mares de la Internet encontramos este viejo video de Larguirucho entonando un cántico de Boca. Sumado a que en su baño se ve un banderín de Boca, podemos asegurar que Larguirucho es bostero. Y bueno, no era tan complicado, porque su creador don Garcia Ferre era hincha de Boca. Tambien podemos asegurar que Neurus como Grondona es hincha del poder y la guita. Les dejamos el video a continuación.
Piernas chuecas
"Tiene un presentimiento;
allá se lanza más rápido que el propio pensamiento,
la bola danza feliz entre sus pies,
los pies del viento"
(Vinicius de Moraes)
Manuel Francisco Dos Santos no entiende lo que pasa. Tanta gente triste, llorando inconsolable. No sonriendo y celebrando, ni expectante y a los gritos, como aquella tarde del ´62 en la que tuvo que preguntarle al técnico qué pasaba. "Es la final" le había contestado Aymore Ferreira. "Con razón hay tanta gente..." dijo Manuel.
Nació predestinado al fracaso, en la casa más pobre de un pueblo muy pobre. Feo y con los pies torcidos, su infancia estuvo plagada de juegos, miseria y poliomelitis. Si allá, en la favela de Pau Grande, lo único que había aprendido era a coser y a jugar al fútbol. Esas dos cosas apenas. Sus hermanos lo habían bautizado con el apodo de un párajo torpe y feo, pero también rápido. Y Mané voló mucho, alto y por donde quiso. Primero en Pau Grande, en potreros de tribunas vacías. Después en Río, Colombia, Europa y en cualquier parte. A esas alturas, hacía rato que había encontrado su lugar en el mundo: la banda derecha, de mitad de cancha hacia adelante. Ahí se divertía: con sus piernas chuecas, enredaba rivales amagando hacia adentro, escapando por afuera, frenando en seco y enganchando hacia otro lado. Siempre indescifrable, siempre despertando aplausos y admiración, Mané se divertía de lo lindo, divirtiendo a los de afuera como ningún otro supo hacerlo, ni antes ni después. Y pensar que algún iluminado, de esos que abundan cada vez más en el reino del fútbol, lo había definido como "un débil mental no apto para desenvolverse en un juego colectivo". ¿No apto? ¿Seguro?
Fuera de las canchas, Mané también la pasaba de primera. Enfrascado en noches repletas de alcohol, mujeres y fiestas, supo encadenar amores, tres matrimonios, y la increíble cifra de 36 hijos. Siempre le gustaron los excesos. De hecho, comenzó a fumar a la joven edad de diez años. Y, lógico, esos excesos le pasaron factura. ¿Había que arrepentirse? "Yo vivo la vida, la vida no me vive a mí" decía Mané.
Pero hoy nada de eso importa. Ni su legendario humor, ni los 17 goles en la selección, ni la increíble estadística de haber perdido uno sólo de 60 partidos jugados con la camiseta de Brasil, ni la magia desparramada en Botafogo y en tantos otros clubes. Hoy, 20 de enero de 1983, las favelas de todo el país desparraman tristeza: a los 49 años, pobre, borracho y en absoluta soledad, acaba de morir Garrincha. Lo están velando en el Maracaná. Escuelas, estadios y bares llevarán su nombre. Llora el pueblo, llora el fútbol. Mané se aleja volando, quien sabe adonde.
allá se lanza más rápido que el propio pensamiento,
la bola danza feliz entre sus pies,
los pies del viento"
(Vinicius de Moraes)
Manuel Francisco Dos Santos no entiende lo que pasa. Tanta gente triste, llorando inconsolable. No sonriendo y celebrando, ni expectante y a los gritos, como aquella tarde del ´62 en la que tuvo que preguntarle al técnico qué pasaba. "Es la final" le había contestado Aymore Ferreira. "Con razón hay tanta gente..." dijo Manuel.
Nació predestinado al fracaso, en la casa más pobre de un pueblo muy pobre. Feo y con los pies torcidos, su infancia estuvo plagada de juegos, miseria y poliomelitis. Si allá, en la favela de Pau Grande, lo único que había aprendido era a coser y a jugar al fútbol. Esas dos cosas apenas. Sus hermanos lo habían bautizado con el apodo de un párajo torpe y feo, pero también rápido. Y Mané voló mucho, alto y por donde quiso. Primero en Pau Grande, en potreros de tribunas vacías. Después en Río, Colombia, Europa y en cualquier parte. A esas alturas, hacía rato que había encontrado su lugar en el mundo: la banda derecha, de mitad de cancha hacia adelante. Ahí se divertía: con sus piernas chuecas, enredaba rivales amagando hacia adentro, escapando por afuera, frenando en seco y enganchando hacia otro lado. Siempre indescifrable, siempre despertando aplausos y admiración, Mané se divertía de lo lindo, divirtiendo a los de afuera como ningún otro supo hacerlo, ni antes ni después. Y pensar que algún iluminado, de esos que abundan cada vez más en el reino del fútbol, lo había definido como "un débil mental no apto para desenvolverse en un juego colectivo". ¿No apto? ¿Seguro?
Fuera de las canchas, Mané también la pasaba de primera. Enfrascado en noches repletas de alcohol, mujeres y fiestas, supo encadenar amores, tres matrimonios, y la increíble cifra de 36 hijos. Siempre le gustaron los excesos. De hecho, comenzó a fumar a la joven edad de diez años. Y, lógico, esos excesos le pasaron factura. ¿Había que arrepentirse? "Yo vivo la vida, la vida no me vive a mí" decía Mané.
Pero hoy nada de eso importa. Ni su legendario humor, ni los 17 goles en la selección, ni la increíble estadística de haber perdido uno sólo de 60 partidos jugados con la camiseta de Brasil, ni la magia desparramada en Botafogo y en tantos otros clubes. Hoy, 20 de enero de 1983, las favelas de todo el país desparraman tristeza: a los 49 años, pobre, borracho y en absoluta soledad, acaba de morir Garrincha. Lo están velando en el Maracaná. Escuelas, estadios y bares llevarán su nombre. Llora el pueblo, llora el fútbol. Mané se aleja volando, quien sabe adonde.
Nicolás Monja
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