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Una lección de Fútbol.
Muchas veces se alinean los planetas y es ahí cuando suceden cosas
inimaginables. Pueden ser para bien o para mal. En nuestro caso fue para mal.
Había una contra dos millones de chances que algo así así pudiese pasar pero
paso y es ahí cuando esos planetas de mierda te cagan la vida, te la cagan. A
nosotros nos mataron y ni hablar a nuestro rival. A ellos sí que lo hicieron
mierda. Por suerte nadie le dio mucha
pelota a este caso porque paso en Irlanda. El fútbol irlandés al mundo le importa tres pelotas. Encima allá lo
que manda es el rugby y está bien, los irlandeses son grandotes y con tipos así
en una cancha o te dedicas al Rugby o haces lucha grecorromana. No quiero
adelantarle nada, porque cada vez que me acuerdo de ese partido las palabras me
brotan todas juntas y termino haciendo un mejunje de esa historia.
Yo siempre fui un audaz en esto del
fútbol. Un busca vida. El fútbol me llevó por todas partes del mundo. Estuve en
más países que la ONU prácticamente. Salí de El Porvenir, tuve un fugaz paso
por Banfield, Laferrere y Dalmine en la Argentina. Después pase a Uruguay, de
ahí a Suiza, haciendo una pequeña escala en Polonia. Tuve un breve paso por un
club de la tercera de Alemania, a decir verdad no recuerdo el nombre, bah si lo
recuerdo pero era tan complicado que si tuviera que escribirlo ahora me
olvidaría la mayor parte de las consonantes. Era algo como Brawschield o algo
por el estilo. Hasta para googlearlo es complicado. Los equipos del ascenso
alemán son así, tienen más letras que espectadores. En fin, luego pase al
Montpellier —todavía estaba en la segunda división—, no porque fuese un
fenómeno sino porque mi representante —un empresario noruego dueño de una
cadena de carritos de helado— nos había vendido a mí, a un senegalés, a un
croata y un jamaiquino en un mismo lote. No jugué mucho y cuando se abrió el
mercado de pases de invierno —verano para los argentinos— me compraron desde
Irlanda, el Shipwrecked FC se había hecho de mis servicios. Un equipo modesto,
modestísimo cuyo único logro fue haber clasificado a la etapa pre clasificatorio
de la vieja Copa UEFA, donde perdió 6 a 0 y 5 a 1 con un equipo de Dinamarca. La
verdad no me puedo quejarme de los irlandeses, en cuanto a la camarería y al
trato son muy parecidos a los argentinos pero se calientan más rápido que pava e’
lata. En el equipo los únicos extranjeros —a parte de mi— eran dos ingleses y
mi inseparable compañero el senegalés Pappuss N’Sync, un fenómeno el negro. En realidad su apellido era N’Dkrono pero lo
había cambiado por una cuestión de marketing y
porque era fanático de la banda del mismo nombre, cuando a los 12 años
escucho por primera vez un disco de ellos que era de su hermana.
Me habían dado la diez por ser argentino. Obviamente si sos de la tierra de
Maradona te identifican enseguida con él y a pesar de que soy lateral derecho
me dieron la 10. De por sí el torneo irlandés es medio complicado: una liga de
12 equipos y se juega a tres vueltas. Arrancamos el torneo mal, perdiendo tres
partidos al hilo. La verdad es que en la mayoría de los equipos donde estuve,
si pasábamos mitad de tabla ya era para ponerse en pelotas y festejar hasta
pasada la madrugada. Lo más cerca que estuve de pelear un campeonato fue en
Polonia cuando nuestro equipo estaba a solo dos puntos del primero, pero
después se jugó la segunda fecha y nuestras ilusiones se hicieron pedazos. Acá
en Irlanda mi carrera no iba a ser la excepción. Por cada partido ganado perdíamos
tres y empatábamos cuatro. Así se acercaba el final de temporada sin mucho por
la que luchar. Ya desde la tercer o cuarta fecha nuestro equipo no peleaba por nada, por suerte tampoco
peleábamos el descenso. Uno podía esperar que un final así de campeonato iba a
ser tranquilo, sin emociones pero no lo fue, créame. El Rambler United, clásico
nuestro, había ganado ocho partidos al hilo. Incluido un clásico contra
nosotros por 3-0. Ese envión anímico lo había propulsado al primer puesto de la
liga. En la última fecha —la 33— llegaba con la misma cantidad de puntos que el
Bohemians, equipo contra el cual jugábamos en esa fatídica ultima fecha. Hasta
acá cualquiera con dos dedos de frente pensaría que nos dejaríamos perder y a
otra cosa. Era lo más lógico, pero el único problema es que nuestro rival de
toda la vida jugaba contra el Kickers Laspad, eterno rival del Bohemians.
Obviamente, todos arribamos a la misma conclusión: Ellos también se iban a
dejar golear.
Repasemos en limpio:
Shipwrecked FC
(nosotros) vs Bohemians (clásico del Kickers Laspad)
Rambler United (clásico nuestro) vs Kickers Laspad (clásico del Bohemians)
Rambler United (clásico nuestro) vs Kickers Laspad (clásico del Bohemians)
Espero haber sido claro porque la verdad es un verdadero lio. Es más
enredado que un culebrón mexicano donde la cieguita embarazada está enamorada
del galán que a su vez es el primo de la familia rival pero termina siendo su
hermano. Un detalle no menor: Ambos punteros tenían la misma cantidad de
diferencia de gol. Los tres partidos que disputaron entre sí, empataron. ¿Por
qué digo esto? Porque acá en Europa los equipos que finalizan empatados en
putos, definen por diferencia de gol, si aún persiste esa igualdad, entonces se
ven los partidos que jugaron entre sí. Si hasta en eso no se sacaron
diferencias no sé lo que harán. Calculo que lo más normal es que se juegue una
final en estos casos, un desempate. Nunca paso, que yo sepa. Por ahí se miden
el amigo y el que tenga el promedio peneano más largo sale campeón o hacen un
partido de truco o vaya a saber uno que hacen. La verdad que no lo sé. Pero así
como lo escucha, empataban en puntos, en goles, en partido entre sí. Todos los
planetas alienados, así en fila india los muy hijos de puta.
Si nosotros salíamos a perderlo por cuatro a cero, los otros iban a salir a
perderlo por seis a cero, si lo perdíamos por diez a cero, ellos seguro que se
dejarían meter veinte. Para colmo de males los hinchas de nuestro equipo
estaban bastante enojados por nuestra campaña —como si no estuviesen
acostumbrados—, los ánimos habían empezado a caldearse cuando perdimos ese
clásico. Vino la barra —o hooligans— a visitarnos, o algo similar a lo que
puede ser un barra brava en Irlanda. Tres rubiones tirando a pelirrojos grandes
como una heladera de carnicería a decirnos que si los del Rambler salían
campeones, se iba a pudrir la cosa. En realidad eso me lo conto Pappuss porque
yo de inglés poco y nada. Él había aprendido escuchando los discos de N’Sync,
creo haber dicho ya, que él era fanático de la banda. Esta visita nos cambió radicalmente
la forma de pensar. Obviamente ya había pasado por nuestras cabezas el hecho de
dejarnos golear, pero ahora la cosa era distinta. No hay nada más terco y
testarudo que un irlandés. Con la llegada de estos muchachos violentos ya nadie
quería perder el partido, todo lo contrario, se había despertado algo en
nosotros que era el orgullo, pero tampoco queríamos que los otros se alzaran
con el primer puesto.
No sabíamos que hacer, entonces decidimos hacer una reunión en el bar de
nuestro entrenador, el viejo Brian O’Brian, quien no era viejo pero tenía un
aspecto consumido que daba la sensación de ser un octogenario. En realidad tenía
apenas 40 años pero hacia 33 que se había vuelto adicto a la bebida y eso lo
había destrozado físicamente.
La reunión no arrojó nada alentador hasta que tuvimos un golpe de suerte.
El golpe en realidad lo tuvo Kielly, nuestro zaguero, cuando quiso propasarse
con la novia de un parroquiano y este le rompió una botella en medio de la
cabeza. Entre las escaramuzas y los primeros auxilios, O’Brian se dio cuenta
que el agresor era nada más y nada menos que William Kirkpatrick, el capitán del
Kickers Laspad, el rival de nuestro clásico. Tuvimos que frenar entre seis a
Clancy —nuestro cinco— que clamaba venganza por haberle roto la cabeza a uno de
los nuestros. Pero el viejo O’Brian que era muy astuto, decidió apartarlo y
conversar unas palabras con esa mole de cabello rojizo. Al cabo de un rato la
situación se calmó y O’Brian conversaba animadamente con Kirkpatrick detrás de
la barra sin que nadie reparase en aquella charla. A lo mejor eran viejos
conocidos, pensé al cabo de un rato y seguí dándole vuelta a mi pinta de
cerveza la cual que tenía tanta graduación alcohólica como para tumbar a un
mamut en celo. Kielly ya se había repuesto del golpe en su cabeza y seguía
chupando como una sanguijuela. Cuando nadie ya se acordaba de lo que había
pasado hasta hace un rato, entraron por la puerta seis tipos inmensos con
camperas del Kickers y cara de pocos
amigos. El silencio se apodero del bar y fue roto cuando el boludazo de Kielly
quiso romper una botella para usarla de arma y termino con la mano
ensangrentada. Cuando parecía que el lugar estaba a punto de hacer erupción el
viejo O’Brian dijo entre eructos: “Tranquilos muchachos, yo los llame”. Todo
volvió inmediatamente a la calma, salvo Kielly que se desmayó por la gran
cantidad de sangre perdida y que desistió de vendarse la mano porque le parecía
de “maricón”.
La idea del viejo era bastante simple y buena a la vez. Reunir a los
referentes de ambos equipos para ver qué hacer con semejante dilema. Obviamente
yo no participe porque había llegado hace poco, tampoco mi gran compañero
Pappus. Se ve que la reunión fue larga y prolongada porque pasaban las horas y
seguían escuchándose voces dentro del cuartucho del fondo donde se celebraba.
Varias veces paso Kinly llevando cervezas, whisky y ron. Se notaba que eso los
ayudaba a pensar. Yo me retire alrededor de las cuatro de la mañana no porque
no aguantaba más, sino el ambiente se había vuelto bastante denso debido a que
Pappus había puesto un tema de N’Sync en la rockolla, cosa que no cayó muy bien
en la mayoría y la cosa parecía que se iba a desmadrar nuevamente.
Al día siguiente caí a la práctica a la hora de siempre, tipo diez de la
mañana, ya estaban todos y la cara del viejo O’Brian estaba menos sombría que
de costumbre. Nos reunió a todos en el círculo central de la cancha auxiliar y
nos dio un discurso muy sentido:
“Muchachos, es sabido que el próximo partido define al campeón. Quiso el
destino que nuestro rival de toda la vida pueda coronarse como campeón si
nosotros ganamos el partido frete al otro equipo que esta primero. El Kickers
Laspad está en la misma situación que nosotros. ¿Qué iremos a hacer? ¿A perder?
Eso fue lo que anoche nos planteamos entre los referentes de ambos equipos.
Perder alevosamente y adrede va en contra de los principios de este noble
deporte y de la sangre irlandesa. Por eso llegamos a un acuerdo, un buen acuerdo,
déjeme decirles. Si ambos equipos perdemos levantaríamos sospechas por más que
nuestros equipos anden mal en el torneo, perder levantaría sospechas. Por eso
camaradas, vamos a salir a ganar. Nuestro equipo y el Kickers saldrán a ganar.
No nos importa que nuestros rivales puedan salir campeones. Que la suerte
juzgue al campeón, que lo haga la justicia divina, no nosotros. ¡Que hay con
que nuestro rival sea campeón! Saldrán campeones pero nosotros saldremos con la
frente en alta, como unos campeones de la moral y la buena conducta”.
Las palabras del viejo hicieron emocionar hasta las lágrimas a casi todos,
digo a casi todos porque a mí no me toco ni un pelo la verdad. No porque fuese
un insensible, sino porque no entiendo nada del inglés como ya dije
anteriormente, lo que dijo el viejo me lo tradujo Puppuss dos días después en
la concentración. Lo que decía el viejo era cierto. Si perdíamos apropósito se iban a dar
cuenta. Encima la UEFA con todo eso de los partidos arreglados suelen estar muy
atentos y castigar con severidad a aquellos que lo hagan.
El día del partido éramos un verdadero manojo de nervios. Encima la cancha
del Bohemians explotaba. A nosotros no nos habían venido a ver ni nuestras
señoras. Para nuestro equipo era una final. Teníamos que ganar por más que el
rival de toda la vida nos gozara hasta el juicio final. Era por el honor, eso
sí que acá que no se negocia. Salimos a matarlos de entrada. El Bohemians pensó
que íbamos a ser blanditos, con tal que el otro no saliera campeón. Por eso lo
sorprendimos de entrada, Morrison desde el vértice del área la colgó en un
ángulo al minuto de juego. Dos minutos más tarde Adams dejó en el camino a dos
y definió sobre la salida del arquero. 2-0. Hasta yo me di el lujo de hacer un
gol, un córner magnifico que Cronin me dejo justo en la cabeza. 3-0. El Bohemians
estaba tan desconcertado que no daba dos pases seguidos y mucho menos llegaba
al área. Terminado el primer tiempo lo primero que hicimos fue preguntar cómo
estaban en el otro partido. Las noticias que nos llegaban de nuestro rival eran
muy alentadoras: Perdía 3-0 también. Por cómo estaban los resultados, se
jugaría una final, cosa que nos sacaba la pesadísima mochila de encima. Faltaba
un tiempo por jugarse, pero que te den vuelta un partido con tres goles de
ventaja es prácticamente imposible.
En el segundo tiempo el Bohemians salió a reventarnos, a hacernos puré, a
aplastarnos. El entrenador rival se jugó un pleno, saco tres defensores y mando
tres delanteros. En menos de dos minutos nuestro arquero salvo una al ángulo y
vio como dos pelotas pegaban en el palo. No podíamos salir de nuestra área, ni
siquiera nos quedaban los rebotes como para meter una contra. En nuestra área había 19 jugadores, los 11 nuestros
y 9 de ellos, salvo el arquero y un defensor que estaba parado en el medio de
la cancha, estaban todos. Parecía una trinchera eso. En todo el campeonato,
Ryan nuestro arquero, a lo sumo habrá atajado dos o tres pelotas de riesgo. Hoy
ya había sacado cinco, el palo y el travesaño otras tantas. A los 15 llego el
primer gol, centro llovido que Clancy no alcanza a despejar, la tomó el 7 de
ellos, me eludió con suma facilidad y la puso contra el palo. Ese gol nos
desmoronó psicológicamente. Nos aplastaron. Nos pasaban como postes. Conos
éramos. Claro habíamos entrado
relajados, con la conciencia en paz, tranquilos con un tres a cero a favor.
Ellos que no se habían esperado un primer tiempo así y salieron a este complemento a matarnos, a demostrarnos por
qué estaban primeros. En tres minutos se vino el 2-3, que ni me acuerdo como
fue y a los 17 Pappuss hizo un penal cuando bajo al 7 de ellos en el corazón
del área. 3-3. A los 20 perdíamos 4-3 y eso que metíamos con todo pero la
verdad es que no agarrábamos a nadie. Nos dieron una lección de fútbol en menos
de media hora. A mí me agarró un terrible dolor, una angustia terrible. Ya no
queríamos perder, queríamos ganar. No nos importaba que nuestro clásico, que
esos malparidos salgan campeones gracias a nosotros. Nos importaba el honor, la
nobleza de salir con la frente en lo alto, el orgullo irlandés.
Nos pelotearon hasta el paroxismo, Nos estaban pegando un peludo de la
hostia. Pero estábamos confiados en que una teníamos que tener. Y esa oportunidad
llegó a los 39. Tiraron un centro que se fue cerrando hasta pasar a nuestro
arquero, la pelota dio en el palo y me quedo de frente. Nunca le pegue tan
fuerte en mi vida, ese rechazo término
con la pelota en la mitad de cancha. Pappuss salió disparado como una flecha a
buscar ese balón, el último hombre de ellos estaba a tres o cuatro metros del
círculo central. Claro si hasta el último hombre de ellos se había tirado
adelante. Si desde que había empezado el segundo tiempo que no cruzábamos la
mitad de cancha ¿Para qué se iba a quedar? Creo que nunca vi correr tanto a
alguien en mi vida como al negro. Era una gacela con efedrina. Al jugador rival
lo dejo clavado como una estaca. Agarro la pelota y se mandó a toda máquina
contra el arquero, este no sabía si salir, rezar o quedarse atornillado bajo
los tres palos. Optó por lo primero, nos quedamos estáticos, tiesos como
aguardando el pase a la posteridad del Negro. Igual mucho no podíamos hacer, si
para alcanzar la jugada nos teníamos que tomar un vuelo chárter. El negro siguió
corriendo, al mismo tiempo el uno salía en su encuentro. Papuss N'Sync lo que
tenía de veloz no lo tenía en habilidad. Estaban a poco menos de dos metros y
el negro ni siquiera amagó una gambeta, muchos menos cambiar de dirección o
bajar la velocidad. Todo lo contrario, parecía que el hijo de puta aceleraba
aún más. El arquero se quedó duro por miedo o porque no sabía qué hacer. Se
produjo tal choque que se escuchó hasta en la Antártida. N'Sync voló como dos
metros, dio tres vueltas en el aire y cayó de espaldas. El arquero quedó
tirado, roto como un florero viejo. El silencio sepulcral que se hizo en el
estadio fue interrumpido por la estampida de silbatazos del árbitro. Cobro tiro
libre a favor nuestro y roja directa al arquero por último recurso. Porque si
nosotros éramos de madera, el árbitro era de telgopor. Mientras lo atendían al
arquero todo el equipo rival rodeo al árbitro, hubo quejas y empujones. Claro
ellos ya habían hecho los tres cambios y ahora perdían al arquero. “Adiós
campeonato” habrá pensado más de un hincha. Encima teníamos un tiro libre muy
peligroso. Todo parecía a pedir de boca y la cosa se puso mejor cuando el árbitro
tuvo que sacar una roja más por protestar. El que se iba era el 3 del
Bohemians.
Seguían las escaramuzas de las cuales nosotros permanecimos al margen, una
vez terminadas el 9 del Bohemians, un grandote desgarbado de rulos, se puso el buzo de arquero, se calzo lo
guantes como pudo y se fue para el arco. Había que pegarle al arco nomas, era
fácil con un arquero que era un torpe delantero y encima con dos jugadores
menos. Por fin los planetas se habían alineado a nuestro favor. Morrison
acomodo la pelota con el cuidado de un cirujano. Dio cinco pasos hacia
atrás, enfilo hacia la pelota y le pego
con la parte interna del botín. La pelota hizo una comba hermosa. Se metía
tranquilamente por el ángulo izquierdo cuando lo vi volar al malparido del
nueve que hacía de arquero. La saco del ángulo prácticamente. La descolgó como
una percha, el desgraciado. Una volada que no se la vi ni al pato Fillol.
Tremendo hijo de puta. La mando al córner. Fuimos por la revancha. Morrison
tiro un centro cerrado difícil para cualquier arquero. ¿No va este hijo de puta
y la rechaza con los puños? Parecía Oliver Kahn. Meados por un elefante
estábamos, el rebote le quedo al seis e ellos que la reboleo a la mitad de la
cancha donde estaba Pappuss quien estaba rengo desde el choque con el arquero.
Se la robo el 11, corrió solo hasta la salida de nuestro arquero que termino
despatarrado. 5-3. Faltaban tres minutos más los dos que adiciono el árbitro
nos parecieron 30 segundos. Habíamos dejado todo. Nos quedaba una amarga
sensación, si bien al principio hubiésemos hecho cualquier cosa para el clásico
de toda la vida no saliese campeón. Luego entendimos que el honor esta ante que
todo y salimos a ganar, pero fracasamos como siempre. Solo nos quedaba el
triste consuelo de nuestro primer objetivo que había sido descartado.
El referí
estaba por pitar el final y algo nos sorprendió. Los hinchas locales no
festejaban, no gritaban. Nada. Solo se oían murmullos. Lo primero que pensamos
es que al Kickers Laspad también se le había escapado, era medio difícil pero
no imposible, a nosotros nos había pasado recien. El árbitro pito el final del
partido y fuimos corriendo al banco de suplentes para ver qué había pasado.
O’Brian estaba apagando su pequeña radio a pilas. Suspiro amargamente y nos
dijo que el Kickers había perdido 5-3 también. Según él, se dejaron golear
apropósito. Seguramente pensaron que nosotros habíamos “roto” nuestro pacto
cuando nos empezaron a dar vuelta el partido. Se dejaron golear. Nos metimos
cabizbajos al vestuario y nadie hablo. Lo bueno es que ese maldito campeonato
se terminaba de una buena vez y que ahora el desempate era cuestión de esos dos
equipos, nada teníamos que ver. Si salían campeones nos iban a gastar, a
nuestros hinchas no les iba a gustar pero bueno, es parte del fútbol. A otra
cosa.
El partido final se iba a jugar el domingo próximo pero nunca llego a
jugarse. A mediados de la semana la UEFA actuó de oficio y dictaminó que ambos
partidos estaban arreglados por las casas de apuestas. Algo que nos pareció
descabellado. Aunque si uno se mira con detenimiento como se fueron dando las
cosas parece que están recontra arregladas. La UEFA fue durísima. Los cuatro
equipos descendían una categoría, una multa de cualquier cantidad de guita,
todos los jugadores y los cuerpos técnicos inhabilitados por tres años, dirigentes
enjuiciados e imputados judicialmente. Un verdadero escándalo. El campeonato
quedo en manos del tercero, el Alestorm FC. En definitiva, perdimos el honor,
perdimos el partido, a categoría, el laburo pero al menos esos hijos de puta no
salieron campeones.
Ese episodio me hizo dejar el fútbol y volverme para la Argentina. Cada
tanto chateamos con Pappus que también dejó el fútbol y ahora es el líder de
una boyband allá en Senegal. Están por sacar su primer disco. Me dijo también
que la industria discográfica es tan turbia como la del fútbol. También me
hablo con O’Brian, no le entiendo muy bien pero según me contó, se retiró y hoy
pasa sus días en un asilo para ancianos que jugaron al fútbol, “Cornercito de
luz” se llama. Al menos ya no bebe tanto. Yo por mi parte estoy haciendo el
curso de entrenador y Kielly me dijo que podemos hacer una dupla y dirigir en
las Islas Maldivas, donde el fútbol todavía no está muy desarrollado. Habrá que
ver.
Por Toni
Obra Publicada, expediente Nº 510614. Dirección Nacional del Derecho de Autor
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Afirman que la CONMEBOL y el Chiqui Tapia invitarían al Inter Miami a la Copa Libertadores o, en todo caso, a la Copa Argentina contra Barracas Central.
El Inter Miami es furor, el equipo dirigido técnica y tácticamente por Gerardo Martino, ganó su primer título al imponerse por penales al Nashville SC, tras la llegada de Messi. “La verdad es que Messi hizo un milagro ¿Qué el Inter Miami gane algo? Nah, que el Tata Martino gane una tanda de penales, encima en una final”, desliza un hincha de Las Garzas de la primera hora del 7 de julio de este año. Messi además de estar invicto con el equipo de Miami, logró coronarse con su título número 44, superando a Dani Alves. Ante este hecho, desde la CONMEBOL miraron con buenos ojos la invitación de equipos mexicanos y de la Major League Soccer.
“La idea es ampliar los horizontes del negocio… eh perdón,
del futbol, sabemos que Messi genera muchísimos dólares… eh… expectativas,
expectativas. Si bien ya mudamos la Copa América a Estados Unidos por una
cuestión de guita… perdón, estratégica. No es suficiente, la CONMEBOL necesita más
plata, perdón, más llegada al púbico estadounidense”, confirma un miembro de la
CONMEBOL. “Si no prospera la idea, ya tenemos programada la invitación al Inter
Miami, será en la Copa Argentina, mas precisamente en la final contra Barracas
Central”, cierra un dirigente de la AFA.
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