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Robben por fin se saca el mote de pecho frío.

Convirtió el gol decisivo de la final de la Champions y por fin pudo sacarse el mote de pecho frío.

Feliz Día de la Patria

Ya lo viste el 25 de mayo del año pasado. Pero siempre vamos a publicar este,  que fue nuestro mayor logro como argentinos. La revolución de Mayo.

Nuestro homenaje a Elsa Bornemann

Adiós señora o quizás doctora, aunque sin embargo el mejor titulo que le quedaba era el de maestra, porque fue su vocación y desde allí nos enseño a leer de chicos y a interesarnos por la lectura. Todavía recuerdo su libros "Socorro" y más que nada ese ultimo fragmento del cuento "manos". Me acuerdo de esa tapa. Un Frankenstein con ojitos pequeños. Como medio dormido. No causaba miedo, tampoco ternura. Tenia pinta de amigo y vaya que si lo fue. Ese mismo que acompaña este pequeño texto. Tendría 6 o 7 años cuando lo leí. Que más da. Usted se ha ido y sus cuentos han quedado. Así es lindo irse ¿sabe? No se preocupe, usted no va a tener miedo. Usted no es un fantasma. Por que usted no va a morir. Mientras haya un niño o un joven o por qué no, también un adulto y ya que estamos súmele a los viejitos, que se interesen apasionadamente por la lectura, créame, nunca ningún escritor morirá. Hasta siempre ELSA BORNEMANN

T. Schweinheim, Administrador.

MANOS. Cuento del libro "Socorro" de Elsa Bornemann

Montones de veces —y a mi pedido— mi inolvidable tío Tomás me contó esta historia "de miedo" cuando yo era chica y lo acompañaba a pescar ciertas noches de verano.

Me aseguraba que había sucedido en un pueblo de la provincia de Buenos Aires. En Pergamino o Junín o Santa Lucía... No recuerdo con exactitud este dato ni la fecha cuando ocurrió tal acontecimiento y —lamentablemente— hace años que él ya no está para aclararme las dudas. Lo que sí recuerdo es que —de entre todos los que el tío solía narrarme mientras sostenía la caña sobre el río y yo me echaba a su lado, cara a las estrellas— este relato era uno de mis preferidos.

—¡Te pone los pelos de punta y —sin embargo— encantada de escucharlo! ¿Quién entiende a esta sobrina? —me decía el tío—. Ah, pero después no quiero quejas de tu mamá, ¿eh? Te lo cuento otra vez a cambio de tu promesa...

Y entonces yo volvía a prometerle que guardaría el secreto, que mi madre no iba a enterarse de que él había vuelto a narrármelo, que iba a aguantarme sin llamarla si no podía dormir más tarde cuando —de regreso a casa— me fuera a la cama y a la soledad de mi cuarto.

Siempre cumplí con mis promesas. Por eso, esta historia de manos —como tantas otras que sospecho eran inventadas por el tío o recordadas desde su propia infancia— me fue contada una y otra vez.
Y una y otra vez la conté yo misma —años después— a mis propios "sobrinhijos" así como —ahora— me dispongo a contártela: como si —también— fueras mi sobrina o mi sobrino, mi hija o mi hijo y me pidieras:
—¡Dale, tía; dale, mami, un cuento "de miedo"!
Y bien. Aquí va:

Martina, Camila y Oriana eran amigas amiguísimas.
No sólo concurrían a la misma escuela sino que —también— se encontraban fuera de los horarios de las clases. Unas veces, para preparar tareas escolares y otras, simplemente para estar juntas.
De otoño a primavera, las tres solían pasar algunos fines de semana en la casa de campo que la familia de Martina tenía en las afueras de la ciudad.

¡Cómo se divertían entonces! Tantos juegos al aire libre, paseos en bicicleta, cabalgatas, fogones al anochecer...

Aquel sábado de pleno invierno —por ejemplo—lo habían disfrutado por completo, y la alegría de las tres nenas se prolongaba —aún— durante la cena en el comedor de la casa de campo porque la abuela Odila les reservaba una sorpresa: antes de ir a dormir les iba a enseñar unos pasos de zapateo americano, al compás de viejos discos que había traído especialmente para esa ocasión.

Adorable la abuela de Martina. No aparentaba la edad que tenía. Siempre dinámica, coqueta, de buen humor, conversadora. Había sido una excelente bailarina de "tap". Las chicas lo sabían y por eso le habían insistido para que bailara con ellas.

—¿Por qué no lo dejan para mañana a la tardecita, ¿eh? Ya es hora de ir a descansar. Además, la abuela no paró un minuto en todo el día. Debe de estar agotada.

La mamá de Martina trató —en vano— de convencerlas para que se fueran a dormir a las cuatro y no sólo a las niñas, porque la abuela tampoco estaba dispuesta a concluir aquella jornada sin la anunciada sesión de baile. Así fue como —al rato y mientras los padres, los perros y la gata se ubicaban en la sala de estar a manera de público— la abuela y las tres nenas se preparaban para la función casera de zapateo americano.
Afuera, el viento parecía querer sumarse con su propia melodía: silbaba con intensidad entre los árboles.
Arriba —bien arriba— el cielo, con las estrellas escondidas tras espesos nubarrones.

La improvisada clase de baile se prolongó cerca de una hora. El tiempo suficiente como para que Martina, Camila y Oriana aprendieran —entre risas— algunos pasos de "tap" y la abuela se quedara exhausta y muy acalorada.

Pronto, todos se retiraron a sus cuartos.
Alrededor de la casa, la noche, tan negra como el sombrero de copa que habían usado para la función.
Las tres nenas ya se habían acostado. Ocupaban el cuarto de huéspedes, como en cada oportunidad que pasaban en esa casa.

Era un dormitorio amplio, ubicado en el primer piso. Tenía ventanas que se abrían sobre el parque trasero del edificio y a través de las cuales solía filtrarse el resplandor de la luna (aunque no en noches como aquella, claro, en la que la oscuridad era un enorme poncho cubriéndolo todo).
En el cuarto había tres camas de una plaza, colocadas en forma paralela, en hilera y separadas por sólidas mesas de luz.

En la cama de la izquierda, Martina, porque prefería el lugar junto a la puerta. En la cama de la derecha, Camila, porque le gustaba el sitio al lado de la ventana.

En la cama del medio, Oriana, porque era miedosa y decía que así se sentía protegida por sus amigas.
Las chicas acababan de dormirse cuando las despertó —de repente— la voz del padre. Terminaba de vestirse —nuevamente y de prisa— a la par que les decía:
—La abuela se descompuso. Nada grave —creemos—, pero vamos a llevarla hasta el hospital del pueblo para que la revisen, así nos quedamos tranquilos. Enseguida volvemos. Ah, dice mamá que no vayan a levantarse, que traten de dormir hasta que regresemos. Hasta luego.

¿Dormir? ¿Quién podía dormir después de esa mala noticia? Las chicas no, al menos, preocupadas como se quedaban por la salud de la querida abuela. Y menos pudieron dormir minutos después de que oyeron el ruido del auto del padre, saliendo de la casa, ya que a la angustia de la espera se agregó el miedo por los tremendos ruidos de la tormenta que —finalmente— había decidido desmelenarse sobre la noche.
Truenos y rayos que conmovían el corazón.

Relámpagos, como gigantescas y electrizadas luciérnagas.
El viento, volcándose como pocas veces antes.

—¡Tengo miedo! ¡Tengo miedo! —gritó Oriana, de repente.

Las otras dos también lo tenían pero permanecían calladas, tragándose la inquietud.
Martina trató de calmar a su amiguita (y de calmarse, por qué negarlo) encendiendo su velador. Camila hizo lo mismo.

La cama de Oriana fue —entonces— la más iluminada de las tres ya que —al estar en el medio de las otras— recibía la luz directa de dos veladores.

—No pasa nada. La tormenta empeora la situación, eso es todo —decía Martina, dándose ánimo ella también con sus propios argumentos.

—Enseguida van a volver con la abuela. Seguro —opinaba Camila.

Y así —entre las lamentaciones de Oriana y las palabras de consuelo de las amigas más corajudas— transcurrió alrededor de un cuarto de hora en todos los relojes.

Cuando el de la sala —grande y de péndulo— marcó las doce con sus ahuecados talanes, las jovencitas ya habían logrado tranquilizarse bastante, a pesar de que la tormenta amenazaba con tornarse inacabable.
Las luces se apagaron de golpe.

—¡No me hagan bromas pesadas! —Chilló Oriana—¡Enciendan los veladores otra vez, malditas! —y asustada, ella misma tanteó sobre las mesitas para encontrar las perillas.

Sólo encontró las manos de sus amigas, haciendo lo propio.

— ¡Yo no apagué nada, boba! —protestó Camila.

— ¡Se habrá cortado la luz! —supuso Martina.

Y así era nomás. Demasiada electricidad haciendo travesuras en el cielo y nada allí —en la casa— donde tanto se la necesitaba en esos momentos...

Oriana se echó a llorar, desconsolada.
—¡Tengo miedo! ¡Hay que ir a buscar las velas a la cocina! ¡Hay que bajar a buscar fósforos y velas! ¡O una linterna!

—"¡Hay que!" "¡Hay que!" ¡Qué viva la señorita! ¿Y quién baja, ¿eh? ¿Quién?—se enojó Camila—. Yo, ¡ni loca!

—¡Yo tampoco! —Agregó Martina—. Esta Oriana se cree que soy la Superniña, pero no. Yo también tengo miedo, ¡qué tanto! Además, mi mamá nos recomendó que no nos levantáramos, ¿recuerdan?
Oriana lloraba con la cabeza oculta debajo de la almohada.

—Buaaaah... ¿Qué hacemos entonces? ¡Me muero de miedo! Por favor, bajen a buscar velas... Sean buenitas... Buaaah...

Martina sintió pena por su amiga. Si bien eran de la misma edad, Oriana parecía más chiquita y se comportaba como tal. Se compadeció y actuó —entonces— cual si fuera una hermana mayor.

—Bueno, bueno; no llores más, Ori. Tranquila... Se me ocurrió una idea. Vamos a hacer una cosa para no tener más miedo, ¿sí?

— ¿Qué…? —balbuceó Oriana.

— ¿Qué cosa? —Camila también se mostró interesada, lógico (aunque seguía sin quejarse, el temor la hacía temblar). Martina continuó con su explicación:

—Nos tapamos bien —cada una en su cama— y estiramos los brazos, bien estirados hacia afuera, hasta darnos las manos.

Enseguida, lo hicieron.
Obviamente, Oriana fue la que se sintió más amparada: al estar en el medio de sus dos amigas y abrir los brazos en cruz, pudo sentir un apretoncito en ambas manos.

— ¡Qué suertuda Ori!, ¿eh? —bromeó Camila.

—Desde tu cama se recibe compañía de los dos lados...

—En cambio, nosotras... —completó Martina— sólo con una mano...

Y así —de manos fuertemente entrelazadas— las tres niñas lograron vencer buena parte de sus miedos.
Al rato, todas dormían.

Afuera, la tormenta empezaba a despedirse.
Gracias a Dios, la abuela ya se siente bien —les contó la madre al amanecer del día siguiente, en cuanto retornaron a la casa con su marido y su suegra y dispararon al primer piso para ver cómo estaban las chicas
—. Fue sólo un susto. Como —a su regreso— las niñas dormían plácidamente, la abuela misma había sido la encargada de despertarlas para avisarles que todo estaba en orden. ¡Qué alegría!

—Así me gusta. ¡Son muy valientes! Las felicito —y la abuela las besó y les prometió servirles el desayuno en la cama, para mimarlas un poco, después de la noche de nervios que habían pasado.

—No tan valientes, señora... Al menos, yo no... —Susurró Oriana, algo avergonzada por su comportamiento de la víspera—. Fue su nieta la que consiguió que nos calmáramos...

Tras esta confesión de la nena, padres y abuela quisieron saber qué habían hecho para no asustarse demasiado.

Entonces, las tres amiguitas les contaron:

—Nos tapamos bien, cada una en su cama como ahora...

—Estirarnos los brazos así, como ahora...

—Nos dimos las manos con fuerza, así, como ahora...
¡Qué impresión les causó lo que comprobaron en ese instante, María Santísima! Y de la misma no se libraron ni los padres ni la abuela.

Resulta que por más que se esforzaron —estirando los brazos a más no poder— sus manos infantiles no llegaban a rozarse siquiera.

¡Y había que correr las camas laterales unos diez centímetros hacia la del medio para que las chicas pudieran tocarse —apenas— las puntas de los dedos!

Sin embargo, las tres habían —realmente— sentido que sus manos les eran estrechadas por otras, no bien llevaron a la acción la propuesta de Martina.

— ¿Las manos de quién? —exclamaron entonces, mientras los adultos trataban de disimular sus propios sentimientos de horror.

— ¿De quiénes? —corrigió Oriana, con una mueca de espanto. ¡Ella había sido tomada de ambas manos!
Manos.

Cuatro manos más aparte de las seis de las niñas, moviéndose en la oscuridad de aquella noche al encuentro de otras, en busca de aferrarse entre sí.

Manos humanas.
Manos espectrales.


(Acaso —a veces, de tanto en tanto— los fantasmas también tengan miedo... y nos necesiten...)


Jugá y divertite con el juego que tiene en vilo a la Federal: ¿Dónde esta Mazzaro?

En el día de ayer y durante el partido que disputaron Boca y Newell's por los cuartos de final de la Copa Libertadores, se llevó a cabo un allanamiento en la bombonera. En el cual detuvieron a 50 sospechosos por el tema de la "comercialización" de carnet truchos. En el día de hoy se entrego Carlos Mechetti, titular del Departamento de socios por ese incidente. Este allanamiento lo llevo a cabo el juez de la causa del caso "Mazzaro" a quien todavía no lo encuentran por ningún lado.

Por eso, ya podes juntarte con amigos y ser por un minuto "amigo de la gorra" para encontrar en este juego familiar a Maxi Mazzaro.

Click sobre la imagen para agrandar y hacer lo que no hace la federal: Encontrar a Maxi Mazzaro.
Si no podes visualizar bien la imagen de todos modos, hace click acá.

La solución en este link.

Las mejores postales de Caruso

Click sobre la imagen para agrandar. Espera un toque a que cargue.
Si no queres la animación de arriba, te dejamos esta sin animación

Bueno, si. La publicamos el año pasado pero la gente nunca cambia.

Imagen que nos paso el lector, Fernando Acenso.

El análisis de la Fecha 14 del Torneo Final "Eva Perón" 2013 - Copa Juana Azurduy. Primera parte.


Por Jose Sanfilippo (*)
Se fue la fecha 14 y la gran figura fue Caruso Lombardi y su pelea con Placente. Mientras todo esto pasa el que sufre es Argentinos. Valga la redundancia esto es una cortina de “humo”. Mientras tanto lentamente y en cámara lenta —como bien diría Valeria Lynch— el “bicho” se hunde más y más y esta sarta de pelotudos se pelean. Mamita querida. Esto es culpa de la cámara mi viejo. A los entrenadores de hoy en día, le prendes una cámara y se transforman en pelotudos. Antes en mis tiempos para que el “toto” Lorenzo le diga algo a los medios le tenías que apagar un cigarrillo en la frente y ni así te respondía. Hoy le encendés un micrófono y un poco más se te ponen en pelotas hermano. Caruso Lombardi es lo más cercano que vi a Jorge Porcel junior. La semana pasada Jorgito puteo a todas las integrantes del panel del programa de Monti y Roccasalvo. Está bien, algunas se lo merecían eh. Al pobre gordo le vienen a hablar de que se consiga un trabajo digno y mira a ellas. El tema es que el gordo se calentó y termino puteando a todo el mundo. Ayer Placente le dijo a Caruso que era un “falso” y Caruso se transformó en una mezcla de Enrique Pinti/ Tano Pasman/ Federico Luppi y arranco a decir de todo. Mientras Segura se tomó el palo de la AFA y en junio se va de Argentinos Juniors. La hizo bien el guacho, todos hablando de la pelea entre el lesionado crónico de Placente y el mediático crónico de Caruso, mientras él se va y Argentinos también. Una lástima mi viejo. Yo ya se lo dije promediando el inicial pasado, Argentinos se estaba transformando en el nuevo Banfield, un clima político enrarecido y un equipo apático. Curiosamente el Apertura 2009, lo gano Banfield. El torneo siguiente, o sea, el Clausura 2010 se lo llevo Argentinos Juniors. Los mejores de la temporada 2009/2010 fueron Banfield y Argentinos con 73 puntos. El Apertura que gano Banfield, el “bicho” quedo quinto. En el Clausura que gano Argentinos Juniors, el “taladro” salió quinto. Banfield salvo a San Lorenzo, Argentinos puede llegar a salvar a otro grande: Independiente. ¿Queres otro paralelismo? En el 2009 y en 2010, tampoco se me paraba.

Racing tiene menos regularidad que el subconsciente de Caruso Lombardi. Y Arsenal sigue rompiendo las pelotas. Ambos empezaron estudiándose y mucho no hacían. La primera jugada vino desde el lado de Arsenal pero Carbonero llego con lo justo. Al rato Racing, a través de Campora pero Braghieri se avivo a tiempo. El partido empezaba a aburrir. La cosa se animó algo sobre el final pero no lo suficiente como para que me largue a bostezar y a rascarme las pelotas. En el complemento Arsenal comenzó ganando desde el segundo minuto. Centro de González que emboco Aguirre. 1-0 para el “arse”. Racing estaba más perdido que Lanata en la cola de la ANSES. Arsenal fue mucho más y casi metió el segundo pero se lo perdió Carbonero. La Figura: Lanata dijo que Kirchner y Lázaro Báez compraron a Rubén "Tito" Ramírez, Pablo Lugüercio; Marcos Cáceres, Nicolás Cabrera, Leandro González, y Martín Wagner para lavar plata en Racing, con esos jugadores mas que lavar guita la tiraron.

Curiosamente fue Vélez el que empezó a atacar. A lo s15 segundos tuvo una ocasión que paso muy cerca.  Sin embargo a los dos minutos el “tomba” iba a avisar a los 2 minutos pero el gol iba a estar  anulado. A los 8 minutos increíblemente Godoy Cruz no llega al gol. Centro de Obolo, la pelota le rebota al arquero Sosa, le queda a Castillon ¡pero también le rebota! Increíble. Godoy Cruz llegaba más y con bastante peligro. Tuvo un par de ocasiones para romper el cero. A los 42 lo tuvo Bella, la pelota pasó muy cerca. Cuando parecía que nos íbamos a ir al descanso en un cero a cero clavado, apareció Fernández para darle a la bocha y que esta rebote en los defensores de Vélez y desacomodé a Sosa. 1-0. El complemento amaneció con un penal para Godoy Cruz. La pelota dio casualmente en la mano de Domínguez tras un disparo de Castro. Fue casual pero el árbitro cobro penal que Castellani cambio por gol. El “tomba” siguió buscando y así llego al tercero: Nicolás Castro desde afuera del área ejecuto a Sosa. Partido Liquidado. A pesar del 3-0, Godoy Cruz siguió yendo al frente y pudo haber estirado la ventaja pero le faltó la puntada final. El gol del descuento vino a los 42, centro de Cubero, cabecea el “chucky” Ferreyra, Ibáñez da rebote y el mismo Ferreyra le vuelve a dar. 3-1 final. La Figura: ¿Cuánto tardara el periodismo en pegarle a Gareca?

Viene levantando cabeza el pincha. Ahora lo demostró frente al siempre duro Atlético Rafaela. A los 6 minutos, Román Martínez le dio un enorme pase a Duvan Zapata que aprovecho que los defensores de la “crema” estaban más distraídos que Jorge Porcel jr buscando empleo y puso el primero.  Luego ambos empezaron a atacarse, pero con muy poco peligro. Intentaban más que nada remates de media distancia. Así se nos fue esta primera etapa, con más intenciones que juego y con intenciones no hacemos nada mi viejo, yo también tengo la intención de garcharme a una piba de 20 años pero bueno. En el segundo tiempo, Rafaela casi lo empata por intermedio de González, la pelota paso muy cerca. Cuestión que pasaban los minutos y el partido entraba en una meseta. Sobre el final aumento la cuenta para el pincha, Román Martínez tras un rebote que dio Sara de un remate de Carrillo.  La Figura: Estudiantes volvió a ganar ¿Qué va a hacer Verón? ¿Va a volver igual? No me lo hagan entrenar al pedo eh.

Y sigue sumando Quilmes nomas. Enfrente lo tenía el equipo del momento, al conjunto del “tata” Martino que venía de meterse entre los 8 mejores de América. Desde los ocho minutos que ganaba Newell’s con una estupenda definición de Scocco que te mete de todo últimamente. La lepra dominaba el partido y manejaba la pelota. Quilmes no lograba hacer juego y de a poco iba cayendo en la cuenta que perdía 1-0.  A los 29 hubo penal para ñuls. Goñi le hizo falta a Scocco dentro del área y Delfino no dudo. Todo indicaba que iba a ser el segundo tanto del conjunto rosarino pero Dulcich se mandó una atajada fantástica. Todos dicen que: “penal bien pateado es gol”. Eso si no está Dulcich en el arco. Increíble la atajada del golero de Quilmes. Newell’s siguió buscando ampliar la ventaja inicial pero no pudo. De esta manera se terminó el primer tiempo. En el segundo la cosa mucho no varió. Newell’s continuo atacando y Quilmes no daba pie con bola. El único que intentaba algo diferente era Caneo pero estaba más solo que Stroker en el programa de Fantino. Newell’s seguía yendo y si bien atacaba no lograba meterla. Dulcich se erigía como la gran figura. Cuando parecía que Newell’s se largaba solo en la punta apareció Caneo, tras un rebote que le queda en el punto del penal, le dio fuerte y a cobrar. 1-1. La Figura: Scocco la esta metiendo de todos lados, si Sabella no lo convoca esperemos que lo convoque Julio Lamas.

Gano Boca nomas, por fin, era hora mi viejo. En frente lo tenía a Colón que un día gana, al otro te pierde, al otro te gana. Tiene menos regularidad que el peinado de su entrenador. Empezó mejor Colón con algún que otro acercamiento. Boca de a poco se fue acomodando y Silva mando un fierrazo que saco Pozo. . El partido se fue haciendo más flojo que el elástico de los pantalones que suele usar Fabbiani. También lo tuvo Colón por intermedio de Uribarri pero Orión se lució con una terrible atajada. Sobre el final del primer tiempo y tal como le suele ocurrir a Ruggeri cuando se queda sin plata en la ruta, el travesaño le dijo que no pero en este caso al “burrito” Martínez. Ya en el complemento y a los 3 minutos el mismo Martínez iba a meter el único tanto del partido de cabeza tras un muy buen centro de Acosta. Al rato lo tuvo Colón pero milagrosamente salvo Pérez en la línea. Luego Colón de tiro libre casi casi iba a llegar al empate pero Orión iba a salvar nuevamente a boca tras una peinada de Prediger. Y así el “sabalero iba e iba” pero siempre chocaba contra las manos del portero de Boca. Así se terminó el partido. La Figura: Ahora que Boca va a jugar a las 21.30, Leto no nos va a poder deleitar con sus corbatas y sacos en lo de Fantino. No hay derecho.

(*) No pibe, no sea boludo. No es el Sanfilippo posta, es una parodia.

¿De qué te ponés contento?

 Yo la verdad es que no te entiendo Cacho, la verdad que no te entiendo. Ni a vos, ni a todos aquellos que van a una cancha. O a esos hincha...


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