El 5 a 1.
Alejandro Cichello nos envió un cuento de su autoría, el cual forma parte del libro ""Historias Vividas desde un Rincón Pincha", Editoria Dunken 2007. El cual compartimos con todos ustedes.
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Y ahora entiendo lo que sentía el negro Fontanarrosa cuando
en su genial “19 de Diciembre de 1971” contaba lo que se había vivido en
Rosario los días que precedieron a la famosa palomita de Aldo Pedro Poy en la
cancha de River cuando los canayas eliminaron a la lepra por 1 a 0 de la
semifinal del Nacional 71, para luego salir campeones ante San Lorenzo
Entiendo lo que debe haber vivido cada canaya ese día, y lo
que sienten cada 19 de Diciembre (al azar el día en que yo nací), cuando se
juntan en Arroyito con el propio Poy a conmemorar ese histórico partido.
Creo que no hay ni puede haber un cuento de fútbol basado en
hechos de la realidad que estuviera hecho con semejante maestría y conocimiento
de los códigos futboleros.
Me imagino lo que hubiera escrito Fontanarrosa si en vez de
nacer en Rosario hubiera nacido en Caseros.
Porque si con razón los canayas conmemoran cada año esa
victoria histórica contra su clásico rival, ¿ que tendríamos que hacer nosotros
con aquella final por el ascenso del ‘96 ?, ¿ qué tendríamos que hacer con una
victoria aplastante, humillante y arrolladora que termina con cualquier
discusión sobre la grandeza de unos sobre otros ?, ¿ qué mas se le puede pedir
al fútbol que jugar una final de campeonato contra el clásico rival y meterles
5 goles para no discutir nunca mas sobre quien manda en el barrio ?
Y si bien reconozco que las finales no son el fuerte de
Almagro, que quizás haya pocos clubes en el mundo que hayan perdido tantos
partidos donde se jugaban cosas importantes, también es cierto que como el
partido de ida había sido muy disputado y se habían llevado un honroso empate
en dos goles de la cancha de Platense, pensé que la revancha en San Martín
sería mas pareja...
Pero no, se ve que los 22 de Junio tienen algo mágico,
mezcla de místicos con justicieros, y exactamente diez años después que
Maradona le mete los dos goles a los ingleses, triunfo ideal si los hay, el
pincha se mete en la historia con un 5 a 1 inolvidable, lapidario y que marca
exactamente las diferencias entre ambos clubes.
Tarde soleada de invierno, cancha de Chacarita con 10.000
personas en las tribunas y 350 policías para que no pase nada.
Llegamos temprano a San Martín con todas las cábalas
cumplidas, con la misma ropa desde aquel agónico gol a San Miguel en Vicente
López, y hasta recuerdo con un poco de pudor los pedidos al flaco para que nos
de una mano en la final y tuviéramos “una tarde felíz”.
Y digo estuvimos porque me lo llevé a mi viejo que ya se
había retirado de las canchas, pero imaginate que si estuvo en el ascenso de
1977 hoy no podía faltar de ninguna manera.
Nos ubicamos en la cabecera de la calle Matheu que lucía
maravillosamente blanca y negra, te juro que cuando apareció el pincha se venía
abajo, saltamos, gritamos, tiramos papelitos, y coreamos uno por uno el nombre
de los 11 jugadores como en las grandes ocasiones.
En la tribuna de enfrente estaban ellos, con las banderas teñidas
de ese color azul que le pusieron al blanco y negro natural que hace tan
desagradable esa camiseta.
Como si faltara algo el propio “Beto” Pascutti, antihéroes
si los hay estaba en el banco de Almagro como director técnico de la contra.
El mismo personaje con el que con distintas camisetas
sabatinas, todas muy ajenas al sentir estudiantil, veníamos protagonizando
duelos históricos desde su época de jugador, recuerdo hasta algún golcito que
nos hizo el hombre y su particular ensañamiento al gritarlo a la popular de
Estudiantes, pero bueno muchachos, la vida siempre te da revancha y esa tarde
el flaco quiso que el tiro saliera para el lado de los buenos...
Pero empezó mal el asunto.
A los 3 minutos del 1º tiempo ya perdíamos 1 a 0 con gol del
Beto Yaqué.
Ni alcanzaron a festejar en la tribuna de enfrente que dos
minutos después el Topo Ferrari clava el 1 a 1.
Partido parejo hasta que a los 23 minutos de ese primer
tiempo el Loco Raña le ataja un penal a Santillán, arrojándose a su izquierda y
provocando el desmoronamiento de la moral tricolor que ya no fue el mismo de
antes.
En el 2º Tiempo Estudiantes salió a pasarlo por encima, con
una superioridad futbolística pero fundamentalmente emocional, el equipo se
sentía mas y fue a buscar el partido.
Y allá por el minuto 15 de ese complemento, llegan diez
minutos de furia, diez minutos donde llegan 3 de los 4 goles que hubo en ese 2º
Tiempo.
A los 15’ Cordone, a los 19’ Javier González de penal y a
los 25’ el Topo Ferrari ponen el 4 a 1, y creeme que en la popular de enfrente
se empujaban para ver quien se iba primero.
En la nuestra imaginate lo que era, un carnaval, una locura
descomunal de cantos y aliento constante.
Los últimos 20 minutos fueron de gula, ¿ viste como cuando
te comes ese asadito dominguero ? Ya te habías tomado tu vino tinto favorito,
te sirvieron el choripán de rigor y esa morcilla que tanto te gusta, te
insisten con esa mollejita espectacular y tambien te la comes, vienen con unos
chinchulines de primera y no se los desprecias, y vos ya estas hecho hermano,
vamos ganando 4 a 1 y faltan 20 minutos, ¿ qué mas queres ? , falta el postre
dijo uno, y empezó a bajar el “ole” de las tribunas, circula la pelota por las
camisetas albinegras, y los Ciudadela ni la tocan.
40 minutos, el corazón se revienta y la garganta se
deshilacha de felicidad porque llega el 5º gol de Robles, ese quinto gol tan
importante para la rima de esa canción tan hermosa que canta la hinchada de
Estudiantes cada vez que algún desprevenido se quiere olvidar de esta tarde,
esa que dice “que el 5 a 1 no se lo olvidan jamás”...
Se decora el resultado mientras los pocos que quedaban
enfrente se cuelgan del alambrado y se quedan afónicos te tanto insultar a sus
jugadores...
En la popular del pincha empezó a bajar el tan ansiado “Dale
Campeón”, “Dale Campeón” mientras el árbitro Eduardo D’Amico termina el partido
y los jugadores tiran hasta los botines a la popular mientras dan la gloriosa
vuelta olímpica frente a Almagro.
Y si bien es cierto que Dios está para otras cosas, nadie me
saca de la cabeza en lo personal, que de tanto desear una final así y de
pedirlo hasta con vergüenza, Dios lo hizo así: goleando 5 a 1 al mismísimo
Almagro en una final de ascenso y con Pascutti en el banco...
Una vez escuché decir que el fútbol era la fiesta de los
pobres, y si bien el lunes cada cual seguirá peleando el puchero: ¿ quien nos
quita la felicidad inmensa de este sábado ideal ?
Y eso que al negro Fontanarrosa se le ocurrió nacer en
Rosario en vez de venirse para Caseros...
Alejandro Cichello
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