Y lamentablemente
otra vez nos ponemos serios, y cuando decimos “lamentablemente” es porque algo
paso, o algo que no tendría que haber pasado pasó.
El día del futbolista
se celebra en la Argentina por aquel recordado gol de Grillo a los ingleses,
allá lejos y hace tiempo por 1953, un verdadero golazo al que por obvias
razones de edad pocos vimos pero con la tecnología de hoy se puede volver a
ver. Un gol difícil de hacer, un gol bien argentino en un partido contra
Inglaterra, un gol tan argentino que hasta dio nacimiento el “día del
futbolista”.
Quiso el destino
que Emanuel Ortega falleciese el día del futbolista. Y si hablamos de un gol típico
del futbol argentino, la muerte de Emanuel Ortega también entra en esa categoría
típica del futbol argentino, como una muerte “bien del fútbol argentino”.
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Foto gentileza de "Talacapo" |
El fútbol
argentino es así. Despierta alegrías, festejos y orgullo pero también engloba a la
desidia, la tristeza y a la muerte. Si el fútbol de primera división esta “atado
con alambre”, en el ascenso ni siquiera eso, está pegado con cinta de embalar o
atado con hilo sisal. Aquellos que tuvieron y tienen la oportunidad de ser
asistentes a los partidos de ascenso saben del tema. A medida que uno va
bajando los peldaños a categorías menores, Primera B, C, D, Argentino A, B… Es
como bajar una escalera al infierno. Cada peldaño bajado lo acerca a uno un
poco más al infierno. Infierno donde no hay diablos, no hay señores con
tridentes o capas rojas con cuernitos. Estos demonios están vestidos de traje y
corbata, sentados cómodamente en un sillón. El fútbol hace años que dejó de ser
seguro para los hinchas y para los jugadores. Para otros si es seguro, pero
como fuente de ingreso. Pero si no hay control y uno se acostumbra a lo malo,
es muy probable que la tragedia este a la vuelta de la esquina.
No vamos a hacer
un paralelismo estúpido entre tragedias, porque cada una de ellas engloba un
cumulo de responsabilidades y concatenamientos de hechos. En Cromañón, a
aquellos responsables de controlar la seguridad del lugar fueron señalados
fuertemente. Esto no es lo mismo y estamos lejos de hacer una comparación.
Tampoco queremos hacer una clase de instrucción cívica o de filosofía o
ponernos en moralistas.
Si a la sociedad
estadounidense se la condena por el libre acceso a las armas por parte de cualquier
perejil, lo cual provoca matanzas por algún
loquito que anda suelto y armado. La sociedad argentina tiene una enorme arma
sobre la cabeza, cargada de desidia, de desatención, de corrupción dispuesta a
generar una matanza.
Caerle a San
Martín de Burzaco sería lo más fácil, pero la bala de esa pistola cargada en
esta ruleta rusa le toco a ese equipo. Si uno es asiduo concurrente a las
canchas de primera o del ascenso notará que esas paredes existen en muchísimos clubes.
Pero claro, hasta que no pase algo nadie hace nada. Ahora vendrán las medidas
necesarias, las suspensiones de canchas, etc.
La medida
adoptada de suspender el fútbol, es acertada sí. Por lo menos esta muerte no
pasa desapercibida. Todos van a hablar de la suspensión, porque en este país si
a la gente le tocas el bolsillo o la pelota, salta. Algunos dirán que este “paro”
les conviene a algunos equipos, puede ser o no, no vamos a entrar en un terreno
tan escabroso y más con una muerte como esta. Solo esperamos que alguien haga
algo de una puta vez.
Emanuel Ortega era
un gran pibe, un gran compañero y una excelente persona. Esto no lo decimos con
el “casete” puesto, lo decimos porque tenemos conocidos que estaban diariamente
con él. Su sueño claro, era ser
futbolista. Algunos comentarios que escuchamos fue el de “murió haciendo lo que
le gustaba”, pero es un comentario triste, porque él tendría que “haber vivido
de lo que le gustaba”.
Hasta siempre Burrito.
Toni Schweinheim
Editor de “Don Patadon”