Por Alejandro
Apoesia (*)
Aquí estamos en
el blanco Word escribiendo el análisis de la fecha 13, blanco como la nieve que
brota de las densas nubes sobre los picos de las montañas. Blanco como la
cabellera al viento de Burruchaga. Blanco como Ismael. Y paso rápido la fecha
13, ya tenemos a la 14 encima. Rapidita pasó la jornada, rapidita como Wanda
Nara para encarar a Icardi. Y allá van encarando los guerreros del balompié,
dispuestos a henchir sus filosos botines en los seis paneles de poliuretano
para que entre en las puertas de la gloria hecha de tres caños. Caños como el
de Viatri, tengo miedo nene. Acá vamos ya entrando el análisis y las palabras
me brotan como el agua brota del padre cielo regando el verde césped mientras
las nubes dispersas cual papelitos de cancha se van alojando hacia el
horizonte. Y ya estamos con el análisis.
En victoria los
22 guerreros fueron a buscar, justamente la victoria. Ávidos de puntos como
aquel que se abre la frente por no usar casco se enfrentaban estos dos equipos.
En el verde césped empezó mejor el conjunto local. Sudor, sangre y lágrimas se desarrolló en el
campo de batalla. Raudas gotas de sudor se estampaban en el verde césped,
arrojándose cual suicidas desde la camisa de Ricardo Rodríguez estaban las gotas de traspiración. Empapado
de sudor y gloria se estremecía el estadio de victoria. Y fue Nahuelpan el
primero en pegarle tributo al grito sagrado de gol. Uno a cero se ponía el
conjunto de Tigre. Pero All Boys no iba a rendirse pero nada podía hacer frente
a un Tigre que salía de las penumbras de los puestos de abajo. A los 27
minutos, Matías Pérez García iba a poner el 2-0. Nada ya podían hacer los de
Floresta, el ocaso se había apoderado del partido. Amanecer ocaso... amanecer
ocaso... los pastores a Belén corren presurosos llevan de tanto correr los
zapatos rotos. La Figura: Leyenda es una leyenda del banco. Terremotos,
maremotos, tornados y todo tipo de catástrofes impidieron que Leyenda salga del
banco. Porque ese es su hábitat. La Leyenda continua, en el banco de suplentes.
No hubo grito
sagrado nene, ni un gol, ni siquiera un grito de “anda a la cancha bobo” tal
como profería ese poeta rosarino desconocido desde sus gradas apeando a la
gente de Boca. Pero hubo emociones, emociones en el verde césped donde los
guerreros despliegan toda su fanfarria de emociones. Pudo ser para Belgrano,
pudo ser para Central. Sobre el final se lo negó el travesaño. Un penal no
cobrado. Penal que no has de cobrar déjalo para otro partido. Porque
seguramente en otro partido se despejara y podrá ver mejor el árbitro. La
Figura: Duelo de rusos, uno con una sola s otro con dos. Ese, de ese Ruso,
porque la ese es el máximo exponente español de los plurales. Si la ese solo
hay una cosa, un singular. La eses son el condimento valido para hacer de un
sustantivo un plural y la eses son las que se come Ruggeri siempre.
Blanca la espuma
de la cerveza, blanca la humareda de Caruso Lombardi al amagar irse por la
puerta de atrás. Allá va Caruso empuñando el arma del humo en una mano y
contando el 15% con la otra. Fiel guerrero mongol que ha de salvar a su tropa.
Enfrente estaba el pincharrata. Gladiador de epopeya no vanas en la historia
del futbol. Y así llegaban. Fue Estudiantes el que golpeo primero. Guido Carrillo
puso la estocada inicial para poner a Estudiantes en lo más alto del
campeonato. Quilmes estaba perdido, como aquel gurrumín que se adentra en las
playas argentinas y pierde a sus padres y no se halla, no se encuentra. Aplaudan,
aplaudan no dejen de aplaudir que el pibe ya va a aparecer. Y así apareció
Telechea para poner el empate. Telechea apellido soez, de aplicación sexual. Le
hizo honor a su apellido y acabo con la angustia de estar perdiendo. Quilmes te
empata, Quilmes te juega de igual a igual. Quilmes Telechea. Pero duro poco
cual eyaculador precoz pues Silvio Dulcich se hizo una a mano cambiada y puso
otra vez arriba. Partido cual kamasutra nene. Ya en el segundo tiempo Carrillo estiro
la diferencia, la llevo más allá y para Quilmes fue suficiente, los blancos
guerreros guiados por el coronel Caruso Lombardi no pudieron más y allí dijeron
basta. Gano el pincha nene, pínchame para ver si no estoy soñando, pero que no
me pinche Telechea que tengo miedo. La Figura: No te vayas Caruso, el futbol
espectáculo pierde con tu ida, cual Quijote despierta de su ensueño. Tú eres el
humo sagrado del fútbol. Profieres improperios, saltas, protestas y dices con
soltura, como la soltura de los viejos griegos que contaban epopeyas. Solo que
tu solo dices frente a cámaras: “Me chupa un huevo”.
Sorpresa en La
Paternal nene. Sorpresa como los kínder, sorpresa como las muchachas de los
bosques de Palermo que ofrecen cual mercancía su exuberante cuerpo a cambio del
vil metal. Y así fue como el Bicho bajo a Vélez y lo privo de la punta. Un
primer tiempo donde Argentinos Juniors domino las acciones tal como Wanda lo
hace con Icardi y su twitter. Pajarito picaron que subes fotos intimas de
famosos o a Icardi manejando con cuernitos cual Ronnie James Dio hacia
cuernitos en el Heavy Metal. Y así los arduos gladiadores en el verde césped no
pudieron sacarse diferencias en este primer tiempo. ¿Habrá fortuna en el
segundo? ¿La diosa Fortuna nos bendecirá con goles en el verde césped? Pues sí,
a los dos minutos Juan E. Ramírez puso el uno a cero nene. Se abrió el útero
del arco y el futbol pario un gol. Pero el que grita no es el nene, es la
gente. Grito sagrado de gol. A los 21
iba a poner la parda Nanni, guerrero de mil batallas. Tu parecer con Pedro el
escamoso hace divertir al verde césped. Y el reloj hacia caminar sus agujas y
el ocaso del segundo tiempo estaba al caer, como aquel ocaso en la pampa donde
el horizonte se devora al sol, pero el que no se devoro nada fue Barzola que
hizo estallar de júbilo al poner el tanto de la victoria. La Figura: Boca al suelo cual pacú recién
pescado del Paraná. Así Borghi hace puchero por el presente de su equipo cual
bagre tuerce su boca hacia el suelo.
Empate en el
verde césped de Avellaneda entre los guerreros de Mostaza Merlo y los
gladiadores de Perazzo, agárrame el pedazo dirían algunos soeces comentarios
siempre bestias. Valencia, el trencito Valencia puso el primer grito de la
noche. Hijo e’ Tigre, Hijo del tren. Hijo de puta, habrán dicho los hinchas
racinguistas al ver como su equipo perdía. Pero Racing fue y busco
permanentemente cual tintura de Merlo y llego al empate. A los 25 llego Campi,
como el humorista pero a Olimpo no le hizo gracia. Empate en uno fue el resultado
nene. La Figura: Camoranesi, lengua dura como sus botines a la hora de estampar
golpes de guerreros en las piernas rivales. Arremetió contra Saja.
(*) Cualquier similitud con un personaje barbudo de similares características es de casualidad nene
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