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Perdiendo la fe

Alejandro entró a la iglesia, con un poco de temor. Nunca antes se había confesado. Era católico, sí, pero nunca practicó la religión con todas las de la fe. Si bien algunas veces se persignaba cuando entraba al campo de juego, eso era más que nada por una cuestión de cábala. La paz de la iglesia se apoderó de él en instantes y fue perdiéndole el temor. Por uno de los laterales divisó un confesionario, de esos antiguos, de madera. Debía ir allí para expiarse de sus pecados que lo estaban atormentando y que asociaba a lo mal que le estaba yendo últimamente. Se persignó ante San Cayetano, y tras algunos pasos quedó enfrente de esa voluminosa caja de madera. Entró sigilosamente y se arrodilló. Para su sorpresa, había un cura sentado del otro lado sin ningún tipo de elementos que lo tapase. Esperaba no ver al cura, como en los confesionarios de las películas donde estaban separados y solo una rendija permitía escuchar a ambos. Se asustó un poco. Pero el padre parecía un hombre bueno. Rechoncho, calvo y con una enorme barba canosa.

—Ave Maria Purísima —dijo el cura mientras lo observaba con una mirada cercana a la misericordia.

—Padre… la verdad no sé cómo empezar —dijo Alejandro entre titubeos

— Respóndeme por favor: Sin pecado concebida.

—Sin pecado concebida —respondió Alejandro avergonzado.

— Dime, hijo mío, ahora

—Hijo mío ahora

—No, no, que me digas lo que viniste a decirme…

—Ah, discúlpeme padre. Soy católico, mi madre me bautizo de bebé, pero nunca me confesé, no sé cómo es esto…

—Relájese buen hombre. Nunca es tarde para comenzar, la paciencia del Señor es eterna y él sabe esperar a su rebaño.

—Soy jugador de fútbol…

—Bien hijo, es un lindo deporte. Que sea cura no quita que no siga tan maravilloso entretenimiento. Te conozco, soy un fiel seguidor de los torneos de ascenso. Me gustan porque no están contaminados como los de Primera División.

—Usted sabe que el entorno de ese deporte está plagado de tentaciones, de pecados.

—En todos los ámbitos está el demonio tentando a la gente.

—Mire, usted sabe… comencé a jugar desde chico, hice inferiores en El Porvenir, de allí pase a Independiente, luego a Europa. Y créame, padre, por esos tiempos era una bala perdida. Fiestas, mujeres…

— ¿Te has metido al diablo en tu cuerpo?

— ¿A qué se refiere?

—Has consumido drogas, alguna de esas sustancias que el diablo le ofrece al rebaño del señor para descarriarlo —dijo el cura mientras entrelazaba sus dedos.

—No padre, para nada, un deportista de elite no puede probar nada de eso.

—Muy bien hijo mío, las mujeres son una tentación, pero no es un pecado tan grave. Es condenable, pero entendible que la juventud caiga en las garras de la lujuria. Dime ¿estabas de novio o casado?

—No padre, a los 25 años conocí a Raquel, la chica con la que me case y abandone la noche por ella. Nunca le he sido infiel.

—Esa fidelidad de la que me hablas, es una especie de redención en el mundo pecaminoso de la noche. Muy bien, sigue.

—La conocí a ella, tuvimos hijos… yo daría todo por ellos padre, es por eso que más que nunca me preocupe por el dinero…

—Es entendible que un padre de familia se preocupe por el pan de sus hijos. Continúa…

—Estaba en un equipo chico de Italia. Jugaba poco y nada. Yo temí por el futuro de mis hijos, me quedaba poco como futbolista… cinco o seis años. Tenía que hacer una diferencia. Y bueno… peque padre, pequé.

—No te aflijas y sígueme contando hijo, acuérdate que la bondad del señor todo lo perdona si es que estas arrepentido de verdad.

—Sí, lo estoy. Bueno, a mí y a un par de compañeros nos ofrecieron arreglar un partido por eso de las apuestas, había mucha plata. Casi la que ganábamos en un año. Y bueno, padre… fuimos a menos ese partido —dijo, al borde del llanto, Alejandro. El padre se quedó en silencio unos segundos. Su rostro apacible mutó en uno recio y malo. Estuvo como ido. Se rasco la barba, miro el techo como buscando una respuesta.

—Prosigue hijo —dijo, por fin, el padre.

—Bueno, arreglamos más partidos hasta que ese equipo descendió a la Serie C —Comentó con resignación Alejandro. El cura carraspeó y le daba golpecitos nerviosos con su pie al asiento. Otra vez se quedó en silencio, como buscando una explicación o tal vez un perdón.

—Hijo, son dineros turbios, dineros que provienen del averno. Es el diablo quien financia eso. Pero lo hiciste por una buena causa, el alimento de tus hijos.

—Si padre, por ellos y por mi esposa. Volví a la Argentina y prometí nunca más hacer algo por el estilo —Dijo Alejandro, con los ojos húmedos. Al decir eso, el rostro del padre se alivió, como si le hubiesen sacado un peso de encima y largo un suspiro.

—Pero volví a caer padre, volví a caer —soltó Alejandro, mientras se largaba a llorar.

—Cuéntame —dijo, con tono seco, el padre.

—Fue hace poquito, jugábamos contra San Martin. Teníamos que empatar y entrabamos al reducido. Pero apareció la gente de Deportivo Campana y nos ofreció a mí y al arquero, una buena suma por perder. Si perdíamos entraban ellos al reducido… y bueno, perdimos padre, pero le juro que estoy muy arrepentido, se lo juro…

El padre amagó a levantarse para volver a arrodillarse violentamente. Su rostro estaba completamente colorado. Se rascaba frenéticamente la barba. Se inclinó en su silla. Alejandro iba poniéndose cada vez más nervioso y en el trajín de pensamientos que le taladraban la cabeza, llego a pensar que esos gestos se trataban de la misma confesión. El padre por fin se levantó de su asiento, de un tirón se arrancó el cuello que lo establecía como sacerdote.

—Salí de acá —le dijo despacito mientras se inclinaba hacia Alejandro.

— ¿Có-mo Pa-dre?

— ¡QUE TE VAYAS A LA MIERDA DE ACÁ, PECADOR, BASURA, HIJO DE SATANÁS! —le grito el padre, ante la mirada atónita de Alejandro— TOMATELAS TE DIJE, ANDATE HIJO DE PUTA, POR TIPOS COMO VOS EL FUTBOL SE VA A LA MIERDA.

Alejandro abrió la puerta y salió corriendo. El Padre Daniel se quedó unos segundos tomándose la cabeza, cuando uno de los diáconos golpeo la puerta.

— ¿Todo en orden? ¿Qué pasó, padre?

—Nada Roberto, nada salvo que estos hijos de puta que te hacen perder la fe en el futbol, habrase visto.
Toni Schweinheim
Obra Publicada, expediente Nº 510614. Dirección Nacional del Derecho de Autor

Lo que nos dejó la primera fecha de las Eliminatorias.

Bueno, arrancaron las eliminatorias y como todos ya saben, perdio la Selección Argentina. Perdio tambien Brasil, gano Paraguay, Uruguay... Acá van algunas imagenes de lo que nos dejo esta primera fecha, pocas imagenes, pero lo que importa es la intención... Ah, y el antiequipo por las eliminatorias, sale este sábado llegando a la medianoche...

Nunca más veremos al Pocho como antes...

Sabella mira el partido de la selección.

Volvé Lio, volvé

Dunga a punto de cuhetearse las bolas...

Un planteo demente

Martino la pasa como el orto.

El análisis y el uno por uno de Argentina 0 - Ecuador 2

Por el Nene (*)
Desde que se pibe que salía en slip atajaba… bah, ”atajaba”, lo que hacía era morfarse todos los amagues. Bueno, desde ese día que no perdíamos en eliminatorias jugando en el monumental. Y otra vez lo mismo mi viejo, otra vez lo mismo. Todos comiéndose los amagues.  Este pibe Mas debería llamarse “integral” o “Derivada”, porque nadie entiende qué función es. A veces lo veía como nueve, otras veces como wing, otras como lateral. Y en todas las hizo mal eh. Eso que soy de San Lorenzo eh, pero nene sos un desassssstre. Roncaglia fue otro. No sé cómo no termino embarazado. Menos mal que los delanteros ecuatorianos eran medio malos eh. Si no nos comíamos cinco goles. Lo bueno de todo esto es que Martino es DT, gracias a Dios. Si fuese cirujano plástico sería un desastre. Te pondría una chota en la frente, una teta en la rodilla. Desastre. Por suerte fue técnico y sus errores se pagan con puteadas. Yo no lo entiendo a Martino sinceramente, mi viejo. Cuando era entrenador de Paraguay era más defensivo que Falcioni, Alfaro y Caruso juntos. Te clavaba un 4-4-2. Un gol y a aguantar.  Que mal le hizo al bocho pasar por el Barcelona. Bueno tampoco soy un cabeza de tacho y pretendo que con Messi, Agüero, Di María y todos esos monstruos juguemos a defendernos. Pero tiene a la defensa más descuidad que el hospital de Clínicas, así no vamos a ningún lado mi viejo. Pero bueno, lo importante es que Brasil también perdió.

Uno por uno.
Sergio Romero (5) Pobrecito, como Jesús, clavado bajo los  palos y no tuvo la culpa de nada.

Facundo Roncaglia (3) Pibe, si es varón ponele Montero de apellido.

Ezequiel Garay (3) Al igual que Grecia: entregado en el Fondo.

Nicolás Otamendi (3) Más flojo en la marca que cinturón gástrico de la Tota Santillán.

Emmanuel Mas (3) Pobre pibe, lo quemo el Toti Pasman al decir que solo le faltaba gol para que lo compre el Barcelona.

Lucas Biglia (4) Nos dimos cuenta que estaba jugando cuando remato al arco en el segundo tiempo.
Javier Mascherano (5) Metió, y se sacrificó. Lástima que esto no es Catch sino futbol.

Javier Pastore (3) Estuvo en una posición que ni siquiera un estudio de la NASA podría determinar que función cumplió.

Ángel Di María (5) Empezó atacando pero tenía menos puntería que Michael Fox rellenando un envase vacío de gaseosa con birra, porque el chino no te quiere prestar el envase.

Sergio Agüero (-) La 10 le peso tanto que se desgarro. Curioso porque esta acostumbrado a las pesadas.

Ángel Correa (5) Estamos esperando que explote en la selección argentina, pero Martino todavía no le encuentra la mecha.  

Carlos Tévez (3) Tuvo una y la mando por arriba del travesaño. Tuvo mas lagunas que el Diego para completar una frase.

Ezequiel Lavezzi (-) A un tipo que usa tanga no le pongo ni puntaje viejo, irrespetuoso.

(*) No pibe, no te comas todos los amagues. No es el Nene posta

Se supo...

 


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